Borrar su nombre de golpe

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- Chicos... - dijo Rodolfo sintiendo el abrazo de ambos tan pronto salir del local.

- Estamos aquí -advirtió Oriol.

- ¿Sabéis algo? - preguntó Raúl viendo al padre pálido de Polo.

- Justo vamos a ello - señaló don Álvaro

- Pues vamos...

La ansiedad pudo con ellos así que dejaron que el policía los llevara en su vehículo, mirando el camino que tomaba.

Nadie decía nada, pero todos los pensaban: ¿quién había hecho eso? ¿Quién se había llevado a alguien como Polo? ¿Qué había pasado para que acabara en un hospital? Tal vez nada de eso importaba; todos querían solamente que estuviera bien. Mordían sus uñas, miraban por la ventana pero nadie se miraba o decían nada. El ambiente era demasiado tenso que el comentario de la guardia civil sobre el clima pasó desapercibido por los cuatro.
Una vez llegados al hospital confirmaron por un par de pertenecías —incluidas su anillo— que se trataba de Polo.

- Lo encontraron a bordo de un auto, atado de pies y piernas. - No lo podían creer, se sentían impotentes, ¿qué hacia Polo en un coche de esa manera? - Ahora está fuera de peligro pero... Hay que tenerlo en revisión por un par de días más.

- ¿Está bien? - preguntó titubeante su padre.

- Pues, teniendo en cuenta que el auto estaba destrozado cuando lo hayamos...

- ¿Destrozado? - preguntó Rodolfo, saliendo de detrás de Álvaro.

- Sí. Al parecer, quién conducía perdió el control y se impactó contra...

- ¡Debió comenzar por ahí! - gritó Álvaro en ese momento - ¿le ha pasado algo grave a mi hijo? ¡Dónde está!

Todos impulsivamente tomaron los hombros del hombre para que se calmara, perder la cabeza a esas alturas no era bueno.

- Por favor cálmese. Está bien, ya se lo he dicho. No ha sufrido ninguna lesión grave - dijo el doctor.

- ¿Podemos verlo? - preguntó Rodolfo sin esperar dirigiéndose a la habitación donde Polo estaba dormido y con algunos morados por todas partes.

"Los encontraron cerca de Cuidad Real, el auto se impactó en un árbol, él va a estar bien, sólo tiene la clavícula izquierda dislocada pero no es grave y un montón de moratones..."

Don Álvaro se quedó con el guardia. Conocía la respuesta, pero aun así hizo la pregunta: ¿quién conducía el auto? "Una mujer de unos cuarenta años, rubia. Ella está en la otra sala, ¿sabe de quién podría tratarse?" ¿El nombre? Insistiendo, quería que se tratara de otra persona, de otra rubia, "Beatriz Oliver". Cerró los ojos y dio un golpe a la pared con el puño.

- ¿La conoce? - preguntó el policía.

- Es su madre.

Mientras más lo pensaba más sentía impotencia. Había secuestrado a su propio hijo para quién sabe qué cosas. Ella estaba tumbada sobre la cama, con collarín y una pierna y una brazo con yeso. Entró en silencio y se sentó a un lado de ella.

- Lo echaste a perder - dijo con voz débil pero con un tono autoritario.

- Ya - viéndola con cierta ironía -. ¿Y tú pensabas... "repararlo"?

- Es mi hijo - susurrando. Su cuello había sido dañado.

- ¡Él no te quiere! - explotó pensando en su hijo en lo que le pudo haber pasado por la locura de esa mujer.

- ¡Tú lo influenciaste para ello! ¡Todo esto es tu culpa!

- ¡Claro que lo es! - poniéndose de pie -. Yo dejé que volvieras a nuestras vidas. Pero no lo volveré a hacer... - saliendo de la habitación.

Mírame: te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora