Si tú eres feliz

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Mateo le estaba esperando cuando vio llegar el Audi rojo. Polo le había dicho que tenía una sorpresa. Y sí que lo fue cuando bajó de ese auto un apresurado Rodolfo a abrirle la puerta a Polo, dejándolo con la boca abierta por el beso que se habían dado sin importarles las miradas de todos.

Polo estaba emocionado y no lo podía ocultar, así que llegó dando saltitos hasta su amigo con una sonrisa de oreja a oreja. - Pero bueno, ya te trae al Insti y todo... - saludando con la mano a Rodolfo antes de que volviera a su auto, él mismo tenía clases.

- Sí - dijo orgulloso Polo -, pero es mejor de lo que crees - acercándolo para decirle bajito: - que hemos venido casi directo de nuestra primera cita. Hube que pasar a casa para coger mis cosas...

- ¿Pero es verdad eso?

Polo asintió - Hemos dormido en su coche - sintiéndose reconfortado por el recuerdo de ese aire caliente.

- ¿Tan pronto? - se asombró Mateo -, pero por lo menos dime que os habéis protegido...

- ¡Qué dices! Sí sólo me llevó a la playa y a ver la luna y el mar y... Ah... - soltando un suspiro, caminando más ligero y alegre.

- Que alivio.

Polo se había acostumbrado a las miradas y susurros que oía al caminar por los pasillos hasta su taquilla. Ese día, le gustaba que hablaran de él, que lo hayan visto con Rodolfo. Del beso, ¡madre mía que beso! Sonrió al sentir sus labios.
Se sentía bien ser por primera vez un ganador. Hasta antes de Rodolfo no se creyó ser uno. Ocultaba que era un soñador, alguien que con cualquier cosa se emocionaba; tuvo que hacerlo por el miedo de que alguien lo lastimara, pero con él todo fue diferente. Desafortunadamente a penas era suficiente para algunas cosas y entre ellas no estaba lo que iba a ocurrir.

Alguien lo divisó camino del baño entre clases, siempre en la clase de griego. La que más pereza le daba.

- Así que ya tenemos novio...

Polo no dejó de ver su reflejo ante tal afirmación. Trataba de acomodar su cabello, había olvidado peinarlo antes de salir de casa así que ahora era un desastre, un bello desastre que decidió dejar así. - Veo que has salido de tú escondite - viendo por fin a Benjamín recargado en el marco de la puerta. Sabía enfrentar a sus demonios, pero no sabía que incluso ellos volvían peor.

- Jamás te di una explicación - aseguró el rubio acercándose a él.

- Jamás me interesó saber la razón de tu cobardía - le interrumpió.

- Ya. Pero, deberías saber que alguien como tu novio no busca a chicos como nosotros para algo serio...

Polo rió -, ¿ahora eres un experto en el amor y en los sentimientos de los demás? - secando sus manos.

- ¿Qué te hace pensar que eres especial? - Polo se quedó en blanco
- venga, Polito. No te montes el cuento. Que ese chico sólo está jugando contigo. ¿Por qué no estás con alguien de tu talla?

Viendo como peligrosamente Benjamín se iba acercando.

- ¿Contigo? - bufó Polo, alejando de un empujón. Estaba nervioso y rogaba porque sólo se viera una falsa determinación de querer salir de ahí triunfante.

- Podemos volver a intentarlo - tomándolo de la mano, relajando el tono de su petición.

- ¡Anda ya! Tú sí que estás tonto. Quita, quita - zafándose.

Salió apresurado, el aire le falta y encogía su pecho. Por un instante Benjamín había hecho una merma en su confianza, ¿era cierto? ¿Rodolfo sólo le estaba regalando el oído para conseguir algo y luego dejarlo? Tal vez llevaba razón, ¿quién más sabría de ello sí no era Benjamín?

Volvió a morder su labio.

A la salida, esas ideas seguían en la cabeza de Polo, tanto que no se sintió capaz de afrontar a Rodolfo, pero este ya lo esperaba y ahora estaba más atento que nada a encontrarlo.

- Hola... - dejando un beso en su mejilla que no surtió el efecto que esperaba - ¿Te pasa algo? - el rostro de Polo no le inspiraba otra cosa para decir.

- ¿Tú me quieres? - preguntó nervioso por la respuesta.

- ¡Claro que sí! Con mi corazón y un poco más... ¿Por qué preguntas? - acercándose para abrazarlo. Seguía sin funcionar. Polo seguía inseguro de todo lo que le decía y lo que le expresaba, estaba ya preocupado de estropearlo.

- No sé es sólo que... - "Benjamín me ha dicho una sarta de cosas que..." - no lo sé. Es que, yo siempre he sido un perdedor y que tú... estés aquí... Ni en mis sueños ha ocurrido algo tan perfecto - confesó Polo.

- El universo entero está pendiente de que vuelvas a creer...

- ¿Estás citando a Antonio José?

Rodolfo asintió diciendo: - A veces sólo falta creer...

Polo hizo un mohín. Rodolfo no dejaba de verlo y lo acercó a él.

- ¿Qué tengo que decirte para que me creas que te quiero? ¿Para hacerte sonreír? ¿Para hacerte ver que lo que importa sólo somos tú y yo?

- Yo...

- Anda. Hago lo que quieras, si quieres me alejo, no me importaría perder, pero eso no va a quitar de seguir aquí.

Tal vez era mejor que se alejara. Tal vez sólo por ese momento, quería no arruinarlo y pensarlo un poco mejor, algo que entendió pronto Rodolfo, quién asintió y bajó la mirada. Pero antes de dar por completo la vuelta le tomó las mejillas y le besó la frente, lo cumpliría, se alejaría por ahora, pero no lo dejaría así. Volvería al día siguiente, de lo haría saber de las mil y un formas que encontraría cada día. Por lo que no esperaba sentir unas manos rodear su cintura; Polo se había aferrado a él. Ahí podía ver la realidad y encontrar seguridad, ese beso se lo había recordado.

- Quédate aquí. Te necesito - sollozó en su espalda -. Estoy cansado de los ecos de mi pasado - apretando fuerte el vientre de Rodolfo -, es que me haces tanto bien...

Rodolfo tomó las manos de su novio y giró sin soltarlas. - Entonces olvídalo todo: las heridas, las piedras, lo peor, las palabras... - viéndolo fijamente - Porque ellos no saben de lo que trata el amor - Rodolfo soltó una risa y le susurró:-, no saben lo que se pierden.

Polo se separó en una risa para verlo a los ojos, que estaban llenos de seguridad. De verdad le quería.

- Así que no mires atrás y no creas lo que ellos dicen.

Mírame: te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora