¿Quién lo siente ahora?

647 68 8
                                    

Polo

Por supuesto que no le contesté el mensaje. ¿Qué iba a pensar de mi sí le decía lo que había ocurrido? No le respondí ese ni los que le siguieron. No quería que me oyera llorar. Se sentía horrible ese abismo de no hablarle. No quería verle porque no estaría para mi del todo. No podía darme todo lo que quería de él. Supongo que fui yo mismo quién se había ilusionado. Ignoré que en su mirada sólo se veía Amanda. No puedo reprochar nada. Fui yo quién movió los hilos. Era demasiado tarde para nada. Sentía que todo lo había echado a perder. ¡Qué idiota! No quería perder a mi amigo. Porque, no ha habido sitio alguno donde me haya sentido tan seguro como en sus brazos. No quise arriesgarme, y esperaría sí él lo haría por mi... Pero... Parece ser que sólo los príncipes ganan y en mi vida soy sólo un perdedor... claramente esto no es un cuento de hadas...

Miro la foto de nuevo.

¿A quién pretendo engañar? Tal vez ni siquiera valía para ello; para que alguien peleara por mi. Mi padre llama a la puerta y entra.

- ¿Estás bien? Me ha dicho tú hermano que no le coges el móvil.

No he ido a la tienda. No he salido desde que me levanté y no tengo ganas de hacerlo. No le respondo a mi padre, sólo aviento mi móvil a los pies de la cama preguntándomelo de nuevo, pero está vez en voz alta:

- No sé cómo lo hacen los demás -abrazando mi piernas, esperando una reacción de su parte. Esos chicos habían colgado la foto.

- Pero...

Jamás le hablé de Benjamín y dudo que lo haya descubierto, pero a pesar de ello parecía emocionado. Otra mala señal. Mira la foto con cierta alegría, que sabe que no encaja con el ambiente.

- Lo negó - sollozando, borrando de tajo su leve esperanza. Tal vez no me importa, pero sí duele -. Dijo que yo le había pillado de sorpresa y... que no fue él quién me besaba a mi - comenzando a borrar cualquier estúpida idea que pude haber generado.

- Hijo... - sentándose frente a mi y tomando mi mano.

- No sí yo... puedo recuperarme de ello pero... lee los comentarios - sorbiendo mis mocos.

En su rostro estaba marcada la preocupación y sí. Nadie espera que los chicos sean así de crueles. Me miró sin saber qué decirme para calmarme, hasta recordó lo que puede hacer por mi:

- Puedo hacer un par de llamadas. Mañana mismo puedo buscar otro Insti...

- No - le interrumpo -. Estoy cansado de hacerlo - recargando mi barbilla en mis rodillas, viendo la nada que pasaba frente a mi. No necesitaba escapar, necesitaba sentirme a salvo. Además, sí no enfrento mis demonios... no volveré a dormir tranquilo. No necesito huir, necesito estar seguro.

- Quiero dormir, sí no te importa - poniéndose de pie y deshaciendo la cama.

- Claro. Claro. ¿Necesitas algo?

- Sí - tomando un trozo de folio que tenía en su mesita de noche -, borra mis cuentas y cambia mi número.

- Claro - cerrando la puerta.

El domingo por la tarde mi padre entra en mi habitación tras dos días seguidos de estar ahí sin moverme de la cama.

- ¿Cómo estás? - se lo nota preocupado. Ni yo había pensando que mi primera relación fue ya efímera que ni tiempo de entenderla hubo. Trae una bandeja con un almuerzo frugal para los dos, en este tiempo no he sabido de mi hermano. Mejor así, alguien que tampoco quiero que se entere de ello.

- Bien - pero la verdad es que no sentía nada.

- Hoy han preguntado por ti en la tienda. Tres chicos - tomando un poco de "porridge" con una cuchara y me la da. Me he de ver tan mal que ni comer me deja por mi mismo.

Mírame: te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora