Como un loco, como un soldado

549 66 7
                                    

Ahí estaban, tirados en el sofá del piso de Rodolfo, que había invitado a su novio a ver una peli. Polo respiró profundo y metió la mano en el orificio de la camisa de Rodolfo. Su pecho se sentía cálido y con un poco de vello; desprendía un aroma tan varonil, de ese tipo de olor que a Polo le disgustaba, pero que, criando con el sudor de su novio era alucinante. Rodolfo se dejó hacer, no creyó que algo así pasara a algo más, pero de a poco un sintiendo cómo esa mano iba bajando, hasta que de giró a ver a Polo, quién comenzó a darle beso al pecho de Rodolfo para luego comparte sus labios con Rodolfo; era un dulce que quería acabarse.

Polo cayó en el sofá ya sin playera ni pudor; el que le había detenido primero para siquiera mirar la entrepierna y desabrochar su pantalón; el pudor que fue sustituido por cierto deseo que había despertado al ver a su novio en bóxers negros; jamás había visto así a un chico y era agradable. Su embeleso consiguió que no notara el momento exacto cuando él mismo acabó igual; Rodolfo bajó sin ver el bóxer a rayas azules de su novio. Le dio un último beso antes de sacarse el suyo y coger a Polo de su pierna y su cuerpo y recostarlo debajo de él, repasando su pierna, su costado, sin dejar de besarlo. Sin dejar de sorprenderse por lo suelto que estaba Polo. Gimió apretando los ojos, soltó aire; Rodolfo volvió a meterla provocando de nuevo una presión a la que Polo estaba acostumbrándose. Pegó su pecho y junto su cabeza con la de Polo. Empujando su miembro dentro de él, sintiendo las uñas en su espalda, vio transmutar el dolor que soportaba y que le ocultaba, al placer más puro que jamás había experimentado. Las embestidas de Rodolfo eran firmes, seguras y reconfortantes; sus manos paseaban por todo el cuerpo tibio y tembloroso de Polo; él sujetaba el rostro de Rodolfo para que siguiera mordisqueando su pecho, lamiendo sus pezones.

Polo fue el primero en correrse, manchándose el pecho. Rodolfo lo hizo de golpe y con un beso; hasta ese momento, Polo dejó de apretar la cintura de su novio con sus piernas y las fue bajando poco a poco. Se quedaron dormidos liados entre las sábanas de la cama. Lo había hecho. ¡Madre mía, lo había hecho! rió Polo viendo el techo de la habitación de su novio. Eran pasadas las cinco y dio media vuelta para toparse con su novio, desnudo, algo que le seguía causando risitas. Su mente infantil seguía riéndose de haberle visto el sexo a su novio. Miró maravillado su espalda. Pensó que seguía dormido así que decidió recorrerla con su dedo; seguir cada línea, sentir cada músculo, hacerse un mapa en su mente. Luego puso toda su mano en ella y sintió sus hombros, su costado y se acercó para abrazarlo, para besar su hombro, su espalda. Eso pudo con Rodolfo y se dio vuelta.

- Ven aquí... - dando vuelta para ponerlo encima de él. Polo puso sus manos sobre el pecho de Rodolfo y luego recargó su cabeza sobre ellas, quiso ver a los ojos a Rodolfo, mientras este repasaba su espalda con ambas manos hasta su trasero el cual se contenía de ponerlo rojo de tantas palmadas que estaba conteniendo, reemplazadas por suaves caricias.

- Eres lo mejor que me ha pasado - haciendo sonreír a Polo, que se reclinó para besarle.

- Lo sé - sentenció Polo riendo y besando a su novio. Siendo él ahora el que repasaba su cuerpo desnudo; con menos curvas y más cuadrado. Cualquiera hubiera pagado para ver la cara de Rodolfo al ver cómo Polo se deshacía en las manos de Rodolfo, entre sudor, aire caliente y deseo; cómo buscaba a tientas su miembro y lo volvía a introducir dentro de él, te parándose en el pecho de Rodolfo. Este, cogió su cintura y sin dejar de verlo sorprendido lo embistió; sólo para comprobar que Polo sentía placer al hacerlo. Una y otra, despacio u llena de amor.

- Te quiero - susurró Polo sintiendo las embestidas de su novio, desgarrando sus brazos -, como un loco... - deteniendo su respiración para sentir los besos en su cuello; su lengua recorriendo su pecho, acaparando todo lo posible; cada caricia; el fin estaba cerca, de nuevo, y quería inmortalizarlo en su mente. Sintió cómo todo el aire dentro de él salió en una explosión desde su miembro hasta el pecho de Rodolfo.

Volvieron a respirar; agitados, con risas y ahora cierta vergüenza de lo que habían hecho, ¡lo habían hecho! Y había sido mejor de lo que ambos habían planeado.

- Te quiero - insistió Polo tocando la nariz de su novio.

- También yo - dijo tomando su mano.

El móvil de Polo sonó.

- Padre..

"Ya es tarde" ni él mismo se creía estar diciendo esas cosas, pero como había dicho hace un par de días: era bastante celoso con su hijo, "¿te va a dejar Rodolfo o paso a por ti?

- Que no padre, Rodolfo puede llevarme de mil amores... - viendo lo apresurado que se puso de pie para enfundar se de nuevo en su ropa -, vale, ya no tardo... - rió al oír a su padre -, que sí. Que estamos ahí pronto...

Polo rió de vergüenza. - Cree que la noche es el único momento del día en que se puede hacer lo que acabamos de hacer - acercándose para besarlo, para sentir su pecho y las manos de Rodolfo rodear su cintura aún desnuda. Dejándose llevar por el deseo de ese cuerpo, que pegó de nuevo hacia él. Algo que Polo también hizo, bajando de nuevo el vaquero que recién se había puesto.

- Basta - riendo avergonzado -, que sí no paras jamás saldremos de aquí - cediendo a la cordura dándole otro beso antes de alejarse por completo de él.

- ¿Ahora le tienes miedo a mi papá? - tratando de alcanzarlo mientras este intentaba abrochar su pantalón.

- Desde que se convirtió en mi suegro sí... - cogiendo a su novio semidesnudo entre sus brazos para someterlo a sus besos -. No quisiera arruinar esto...

- Vale - aceptó Polo riendo por ver la mirada de Rodolfo, podía confiar en ella -, vamos.

- Hemos llegado - saliendo del auto para abrir la puerta del copiloto -, muy buenas don Álvaro - dirigiéndose al hombre que esperaba bajo el portal de su casa.

- ¿No quieres pasar a tomar algo?

- No. Hoy no. Debo irme, tengo deberes para toda la noche.

- Lo siento.

- No lo hagas. Que contigo o sin ti soy un vago.

Polo cogió sus mejillas y le beso antes de volver a casa.

- No - dijo Rodolfo aún con los ojos cerrados sin soltar las manos a Polo -, así no - haciendo morros para que le diera otro beso -. Otro - insistió, a lo que su novio accedió, tomando su mentón y besando suavemente los labios de Rodolfo. Dejándose llevar, colgándose de su cuello para dar pasó a las manos de Rodolfo, que las ponían en sus caderas.

- Ahora dime adiós... - dijo Polo.

- Adiós - en un último beso.

- Vale, vale, dejad algo para mañana hombre... - entrando en la casa.

Mírame: te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora