Capítulo 27: Por las alcantarillas

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Nota:

Hola, hoy hay... (redoble de tambores)... ¡Una maratón de 4 caps! ¿Quién está feliz? Okno. Bueno, estén a atentas, ¿vale?

Bueno, eso, ¡voten y comenten! ;)

Al caer al suelo, un fugaz y fuerte dolor se esparció por todo mi cuerpo, cosa por lo que no pude moverme muy bien. Pero, tuve que hacerlo, y lo logré, antes de que un caminante cayera como yo lo había hecho. Tomé el picahielo rápidamente, y se lo clavé en la cabeza. Luego de eso, me incorporé, con dificultad, pues no es muy lindo caer 7 metros, y golpearse con una superficie dura y fría. Miré el agujero que conducía a la alcantarilla.

-Clementine, ¿me oyes?-pregunté en un grito. No hubo respuesta-si me escuchas, vuelve a la casa. Yo iré pronto-aseguré. Aunque primero debía encontrar la manera de salir de ahí, o esperar a que los caminantes se dispersaran.

Comencé a caminar, y bajé las escaleras que había por ahí. Luego, me metí por un pequeño pasadizo, y al doblar, me encontré con 5 caminantes.

-Mierda-murmuré, y retrocedí lentamente, para que no se dieran cuenta de mi presencia. ¿Que podía hacer? ¿Atacarlos? Quizás eso serviría. Pero, eran 5 contra uno, no era muy justo. Hasta que recordé que tenía el revólver. Y en ese momento, me di una cachetada mental.

Soy estúpida.

¿Como pude olvidar la maldita arma? Negando con la cabeza la saqué de mi bolsillo, y empecé a disparar a los caminantes que se encontraban devorando a alguien.

Pero, me quedé sin balas. Y todavía quedaba uno de ellos, que se acercaba con pasos lentos y torpes hacía mi, y yo comenzaba a desesperarme. Hasta que recordé que tenía el picahielo de Molly. Lo tomé, y se lo clavé en la cabeza, y otra vez, solo para estar segura se que había muerto definitivamente.

Luego, me acerqué a la víctima de los caminantes, y me llevé una no muy linda sorpresa.

Era Chuck.

Tenía un revólver en sus manos, y un disparo en la cabeza, lo que me hizo suponer que se había suicidado, para no tener que sufrir cuándo los caminantes lo atraparan. Me dio lástima. Además, los caminantes le habían dejado las tripas afuera, lo que me dio náuseas, por lo que seguí caminando. Con el picahielo preparado para atacar a cualquier caminante que se interpusiera en mi camino.

Mientras caminaba, pensaba en el beso que me había dado Ross el día que encontramos el tren. ¿Por que me había gustado? ¿Por que le había seguido el beso? ¿Por que... sentí mariposas?

Oh oh.

Mierda, no podía estar enamorandome de mi mejor amigo. No, me niego a aceptarlo. No podía enamorarme cuándo el mundo se está haciendo mierda, y menos del rubio. Mi única prioridad debía ser la pequeña que estaba bajo mi cuidado. Solo ella.

Y Max... cuándo estaba con él, se sentía muy bien, y estaba... feliz. ¿Podría estar enamorandome de él, como de Ross? Oh, Dios, esto no puede ser posible. No, no y absolutamente no.

No puedo tener tanta mala suerte.

Enamorarme, y encima, de dos mejores amigos. Carajo, estoy bien jodida.

Pasé por encima de la reja de una alcantarilla, y luego, algo me tomó del tobillo. Al darme vuelta, pude notar que era el brazo de un caminante. Y luego, detrás de mi, escuché unos gruñidos. ¿Y que podía ser? Un caminante, por supuesto. Por lo que, desesperada, tomé el picahielo, y comencé a intentar liberarme de la mano zombificada. Después de unos segundos lo logré, y pude incorporarme, y clavarle en la cabeza al caminante, el arma.

The Walking Dead (Ross Lynch)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora