Capítulo 2

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–Parece que conoces bien el lugar–le dije–¿Dónde estamos?

Suspiró muy divertido, como si yo acabara de contar el mejor chiste en la historia.

–¿Qué es tan gracioso?–le cuestioné viendolo con desdén.

Si las miradas mataran, ya habría acabado con este tipo unas 6 veces… ¿Pero qué coño pasa con mi complejo de asesina? Primero mato al idiota de John y ahora quiero matarlo a él, ¡Joder!

–Nada, nada… es solo que pensé que estarías muy asustada por estar aquí, pero resulta que eres muy curiosa, y pequeña, como un ratón.

¡¿Pero qué acaba de decir?! Más vale que se calle, ni siquiera me conoce.

–¿Cómo podría estar asustada cuando maté a un hombre a los 14 años?

–Wow, que ruda–estúpido sarcástico–está bien, te diré que es esto.

Se acomodó sentandose en el piso, por un segundo pude ver unos lentes de armadura negra en su rostro. Solo eso.

Me senté tambien.

–¿Has escuchado de el Infierno, niña?

Casi exploto a carcajadas, la ganas de hacerlo desaparecieron cuando ví cuan seria era lo visible de su expresión.

–Ah… lo siento, yo no creo en esas cosas. Ya sabes, el Cielo, el Infierno… realmente no es lo mío.

Me miró extraño. No pude verlo pero lo noté, lo sentí.

–Esto es conocido como El Subterráneo, es el nivel mas bajo del inframundo.

No resistí. Solté una risa que mas bien era como un suspiro demaciado forzado.

–Infra… ¿Estás de broma?

–¿Tengo cara de estár bromeando?

–Bueno, tienes cara de chiste…

Rió. Juro que fué breve pero escuché su risa.

–No creo que después de todo lo que pasaste realmente pienses que estoy bromeando, ¿O sí? Claro que es real, ratón.

–¿Estoy aquí por matarlo? O… ¿Hay otra razón?

–Éso no lo sé–se acomodó mejor en el suelo cruzando sus piernas y colocó sus palmas extendidas en sus rodillas–yo pedí guerreros fuertes y grandes, no niñitas lloronas de 1.50 metros.

–¡Mido 1.75!–reclamé de inmediato, sin pensarlo.

Me miró suspicaz–Ajá…

Se acercó mas a mí, incluso al punto es que aún estando encerrada en la jaula, pudimos respirar el mismo aire. Cálido. Se puso en cunclillas y se movió un poco a su derecha y fue cuando noté unos brillantes y penetrantes ojos verdes enmarcados en unos anteojos, haciendo un contraste perfecto con su cabello negro como la misma noche, largo, lacio y alborotado.

–Tus ojos…¿De qué color son?–me preguntò poniendose en pié.

–Eh… cafés–mi voz tembló de pronto, al verlo parado frente a mí vi que era inusualmente alto, aun estando yo en el piso.

–No, no, no… eso era antes… son ¿azules?–metió la mano en la jaula y me paró jalandome por un brazo.

–¿Qué? ¿Cómo que azules?

Él se quedó pensando un momento–Azul Cobalto, diría yo…–dijo poniendo una mano en su barbilla y la otra en el codo de su brazo. Se quedó así de pensativo –idiota, diría yo– por unos segundos.

–¡Oye!–le grité sacándolo de su extraño trance.

–Oh, cierto–un silencio incómodo–tengo que sacarte de aquí–dijo finalmente .

Se apresuró a abrir una puerta que estaba a mi derecha, a su izquierda, y entró rápidamente.

–Oye, no estoy entendiendo gran cosa de esto. ¿Sacarme? ¿A dónde me llevarás?

–A casa– se limita a decir.

–¿A casa? ¿Al orfanato?

Me miró–No, iremos a mi casa.

Por fín llegó frente a mí, moviendose con agilidad entre la multitud. Ahí caí en cuenta de que lo que dijo era verdad… o yo era muy pequeña, o él era demaciado alto. Tal ves ámbas.

–¿Cuánto mides?–la pregunta salió sin permiso ni concideración.

–No importa, vamonos–tomó mi mano y me jaló fuera de la jaula.

Apenas salimos, un montón de aquellos hombresillos grisáceos que ví cuando llegamos empezó a arremolinarse alrededor de nosotros. El chico acabó de poner en candado (gigante, por cierto) y se volvió hacia mí, ignorando a los tipos junto a nosotros.

–Sígueme la corriente, no hables y no te muevas. Cierra los ojos, ¿Si?

Asentí.

Me tomó con firmeza como si no pesara nada y me arrojó sobre su hombro. Obedecí y cerré mis ojos mientras mis brazos colgaban inconcientemente, golpeando su trasero. Sentí que la sangre en mi rostro brotaba a borbotones pero no hice nada. Él quería que pareciera inconciente y eso hice.

Escuché otras voces, las mismas antes de que este hombre se acercara a la jaula. Los tipos se acercaban a nosotros, de pronto se detuvo. Los tres se detuvieron.

Entre el Cielo y el Infierno I: "Batalla de luces y sombras".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora