Capítulo 22

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—¡Bienvenidos sean todos de nuevo a una nueva Pelea de Noah!

El mismo tipo de la última vez gritaba con algún altavoz. Será el que se encarga de hacer eso en cada batalla. En fin, estoy en la misma habitación de cuando fué mi primer pelea.

A comparación de antes, ahora estoy mucho más confiada pero los nervios persisten en mi sistema como una flor que vá creciendo poco a poco, ellos también se engrandecen. Excluyéndome, hay otras 21 personas aquí: niños y ancianos, hombres y mujeres. De todo.

—Daniela, tienes que venir conmigo—una chica Brummer me tomó del brazo y me jaló de una manera no muy amable al otro lado de la habitación.

—¿Pero qué haces?—pregunté cuando se giró a verme.

—¿No te avisaron?—me cuestionó.

—¿Avisarme? ¿sobre qué?

—Vas a entrar por otra puerta... y vas a ser la primer pelea.

—¡¿Que qué?!

—No puedo explicarte más—por fín se detuvo en un pasillo justo enfrente de una pequeña puerta de madera apenas más alta que yo—Ahora, entra ahí—dijo epujándome dentro y azotando la madera dejándome encerrada.

No veía prácticamente nada. La tenue luz que se colaba por entre las grietas de la puerta de madera no servía de nada. Y de pronto, oí su voz afuera.

—¡Daniela!

—¡Gorahk!—me acerqué—Gorahk, ¿por qué no me dijiste que pelearía antes? Gorahk, tengo miedo. Mucho miedo, no puedo hacer esto. Quiero irme.

—Calmate, Dani. Tranquila. Todo vá a salir bien. Sólo, relájate y respira. Escucha, apenas me enteré, hice que te cambiaran de contrincante. Vas a ganarle y todo vá a estar bien.

Escuchaba atentamente sus palabras intentando, con todas mis fuerzas, creer que lo que decía era verdad. Rogando porque lo fuera.

—¡Gorahk! Hora de irnos—una voz resonó algo alejada y entré en pánico por sus palabras.

—¿Qué? ¡Te irás! ¿Por qué? ¿No irás a dejarme, verdad? ¡No puedes irte, te necesito!

—¡Ya, ya voy!—respindió el aludido—Cálmate. Voy a irme pero volveré antes de que empiece todo. Lo prometo.

—No. No te vayas, no me dejes...—golpeé la puerta hasta que no pude oír ya ningun ruido del otro lado. Su presencia yá se había marchado.

Me había dejado.

La puerta empezó a rechinar. Alguien la estaba abriendo.

Cuando pude ver al otro lado, vislumbré gracias a la poca luz filtrada, el perfíl de un hombresillo gris de los que habitaban El Subterráneo, quien me invitaba a salir evitando verme a la cara.

Salí a un túnel, cuya salida era luminosa.

Sujeté la cinta que sostenía a Guren y que cruzaba por mi pecho cada vez más fuerte. Confiaría en Gorahk; en sus palabras y en su promesa. Caminé hacia la salida. Paso a paso mi respiración se aceleraba y puedo jurar que los latidos de mi corazón retumbaban haciendo eco en las paredes. Al estar ya a escasos 10 metros de la luz, logré oír el abrumador sonido de gente gritando. La arena estaba frente a mí.

—...Y con ustedes, ¡Daniela Tucker!—bramó el gordo del altavoz a la vez que me dejaba ver, levantando la barbilla e intentando no parecer tan nerviosa y temblorosa como estaba.

Todos me aclamaron. Era impresionante ver que, ahora, había más gente que la última ves que peleé. Mucha más.

Bajé mi vista al frente para ver a mi contrincante, esperando ver a aulgún imponente hombre salir, pero en cambio, en lugar de eso salió un pequeño que parecía de unos 11 años. Era del clan Armada; con su cabello negro enmarañado y sus hipnotizantes ojos verdes que me veían con más miedo del que yo pudiera tener. Tendría que acabar al niño, y eso me pesaba más que si fuera cualquier otro tipo de persona.

Bufé enojada. ¿Qué carajo tenía el destino contra mí?

Entre el Cielo y el Infierno I: "Batalla de luces y sombras".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora