Sin saber como fué que llegué, terminé en la arena donde habían sido las peleas de Noah. Gorahk se acercó a una orilla para tomar mi espada que aún seguía manchada por la sangre de Neide y me la arrojó.
—Para empezar, déjame decirte que yo no voy a ir tan tranquilo como Thiago. Mi objetivo es matarte, será cosa tuya si sales de aquí hoy por tu cuenta.
Su actitud era fría y, obviamente desinteresada hacia mi bienestar. Se veía en su cara: en verdad no me tendría piedad. Él se armó con una enorme hoz que estaba recargada junto a donde estuviera mi espada. Era realmente gigantezca -tal vez el doble que yo misma- Parecía echa de hueso blanco con una tira de hueso negro enredada en ella, desde la base hasta la hoja. Estaba recubierta por una tela de color entre verde y azulado que estaba rota en un extremo.
La agitó un par de veces por sobre su cabeza para mostrarme que tenía control absoluto sobre ella y que no sería la primera vez que la usara. El pánico me invadió de pronto.
—Gorahk… yo no creo que pueda…
Apenas fuí conciente de que cuando el ojiverde agitó su mano frente a él, una corriente de aire me arrojó con extrema fuerza a la orilla del lugar, haciendome estrellar contra la barda de maderas que había. Guren salió volando hacia no se qué lado.
Caminó hacia mí apoyando su hoz en su hombro, con la barbilla levantada de manera imponente para finalmente ponerse en cunclillas frente a mí, sonriéndome sarcásticamente. Sus ojos no eran suyos aunque lo parecían. Su actitud no era suya aunque él se comportara así con otras personas. El chico frente a mí no era él. No era Gorahk y ahora estaba convencida de eso, y tenía miedo. Mucho.
Estiró su mano libre a mi cara y cerré los ojos como impulso, esperando el golpe en mi mejilla pero a cambio de eso, deslizó su pulgar en la comisura de mis labios limpiando una línea de sangre que no me había percatado de que estaba ahí.
—¿Porqué diablos tengo que hacerte ésto…?—susurró poniendose de pié y alejándose de nuevo, dejánfome más confundida que antes.
Entonces vinieron a mi cabeza muchos pensamientos. Si Gorahk quería matarme, ¿Porqué diablos debía dejarme? ¿Acado simplemente me mataría y ya? ¿Ése era mi patético destino? Recordé el sueño que tuve alguna vez en el que un desconocido me decía que peleara, que no dejara de pelear… Me puse de pié. De alguna forma iba a defenderme.
No tenía a Guren en las manos así quebcomo arma improvisada tomé una piedra de la arena y la arrojé a la musculosa espalda de Gorahk, que seguía sin girarse a verme. Detuvo su andar.
—¡Oye, tú! Demonio de pacotilla… —grité decidida, limpiando con mi brazo la sangre de mi boca.
Levantó su hoz y la agitó hacia mí, mientras corría dispuesto a golpearme con ella, pero no lo hizo. Se avalanzó sobre mí con todo su peso. La enorme hoz quedó descanzando junto a mi cabeza. Gorahk estaba aprisionandome con su cuerpo sin despegar su vista de la mía.
—¿Porqué mierda no haces lo que dijiste cuando llegamos? Dijiste que me matarías cuando tuvieras la oportunidad, ¿no? ¿Pues a qué esperas? ¡Anda! ¡MÁTAME DE UNA PUÑETERA VEZ!
El ojiverde se sorprendió a ver mi reacción, abriendo desmensuradamente sus ojos. Luego con calma suspiró y los cerró mientras se hacía a un lado y se sentaba junto a mí con las rodillas flexionadas. Me incorporé y lo miré confusa. Él no me veía; solo cubría su rostro con sus manos y suspiraba pesadamente. El silencio que se formó entre nosotros era pesado y pronto se volvió algo incómodo.
—¿Porqué carajo hiciste todo eso?—dije al fín girándome hacia él.
Él no respondió con palabras pero los jadeos que me indicaban que estaba llorando resolvieron mis dudas. Me arrodillé frente a él y levanté su rostro poniendo mis manos en sus mejillas. El Gorahk que conozco volvió. Su mirada volvió a ser la de antes, añadiendo unas lágrimas frías que surcaban su rostro.
—Yo… yo no quise… —intentaba explicar algo antes de que se abalanzara sobre mí y me atrajera a su regazo.
Su llanto no cesaba ni aunque le acariciara el cabello una y otra vez, como a un niño pequeño que está asustado.
—¡¿Se puede saber qué está pasando aquí?!
Me levanté de un salto al igual que el pelinegro. Thiago se acercaba a nosotros con pasos pesados pero seguros y miraba con desprecio a Gorahk.
—Sólo estaba entrenando… —dije dando un paso al frente.
El pelirrojo se acercó y me tomó bruscamente del brazo para luego jalarme hacia adentro del castillo.
—Eso no es lo que ví…—susurró cuando nos alejamos un poco.
Gorahk no se movió, sólo nos veía alejarnos.
—Thiago… me lastimas—chillé al tiempo en que girabamos en un pasillo. Él me ignoró.
Entramos a un cuarto y me arrojó a la cama; luego cerró la puerta de una patada.
—¿Y a tí que demonios te pasa?—bramó molesto.
—¿Qué me pasa? Sólo estabamos entrenando. Debo ganar la siguiente pelea de…
—¡A eso no se le puede llamar entrenar! Yo pensaba que tu y yo… —su voz se fué apagando poco a poco.
Me paré frente a él y puse mis manos sobre su pecho hasta que se dignó a mirarme a los ojos.
—Entre Gorahk y yo no hay nada… ¿Entendiste? Yo estoy contigo, Thiago.
Se inclinó me besó lentamente, pero para ser honesta, a pesar de lo que necesitaba demostrarle a Thiago, no estaba de humor para hacer nada. Me excusé diciendo que estaba cansada y quería dormir, así que el chico me llevó de vuelta al sucio sótano donde estaba antes, ya que según él, tenía ordenes de cudar que Gorahk me mantuviera ahí hasta que fuera un hecho mi victoria. No me molestaba volver abajo por el simple hech de que sabía que el pelinegro llegaría en cualquier momento y necesitaba… no, quería verlo.
Una vez abajo, Thiago me dejó sola -cosa que agradecí sobremanera- y pude recostarme en unas mantas sobre el piso con mi espalda casi curada por completo. Uno de los beneficios de estar muerto es que tu cuerpo sana más rápido de las heridas superficiales.
Ya pasadas unas horas, sentí como alguien se recostaba junto a mí y me abrazaba por la espalda. No fue necesario que si quiera abriera los ojos, olía a él, sabía que era Mark.
—Descanza, Dani… —susurró besando mi cabello y permitiendome dormir de nuevo.
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Entre el Cielo y el Infierno I: "Batalla de luces y sombras".
Teen FictionY tú, ¿Crees en el Cielo y el Infierno? ¿No? Pues mas vale que comiences a reconsiderar ésa respuesta, o podrías terminar en el peor lugar posible. Anuque claro, no todo es malo en el Infierno, podrías tener la misma suerte que Daniela, aunque ella...