Comenzamos a movernos en círculos la una frente a la otra en medio de la arena. A pesar de las advertencias que les dieron a los espectadores, éstos no dejaban de gritar y silvar tanto como podían, era una distracción constante.
—¿No piensas atacarme?—dijo Neide de pronto haciendome poner toda mi atención en ella.
Concéntrate. ¡Concéntrate! Recuerda todo lo que entrenaste. ¡Todo el sudor que derramaste! Todas esas horas que practiqué con Thiago…
Puedo hacerlo. ¡Puedo hacerlo! ¡PUEDO GANAR!
Agité mi espada levantando frente a mí una ola de tierra y piedra y así poderla despistar, pero ella fué más rápida y saltó hacia adelante dirijiendo uno de sus puños -con sus Guanteles- a mi cara. Pero pude esquivarlo, apenas. Siguió lanzándome golpes mientras yo bloqueaba uno a uno con Guren, haciendo que brincaran chizpas y se probocaran sonidos sordos de acero contra acero.
¿Cómo era posible que me estuviera haciendo retroceder? Así perdería en pocos minutos. Fruncí en ceño y entrecerré los ojos analizando sus movimientos: izquierda, derecha, izquierda y descanzo. En el siguente momento en que se detuviera la empujaría, trataría de darle en el brazo izquierdo que al parecer es el que más utiliza.
Uno, dos, tres, descanzo. Uno, dos, tres… ¡Ahora!
Le dí fuerte, puse una mano sobre la hoja de Guren y así poder empujarla mejor.
—¡AH!—chilló.
Logré inmovilizar su brazo, ahora sólo tenía su lado derecho para atacarme. Cubrió su hombro para impedir que la sangre siguiera brotando a borbotones, cosa que por cierto, fue poco efectiva.
—Un punto a tu favor, Gabrielle… ésa fué tu oportunidad—dijo sin emoción aparente—¡Ahora es mi turno!
Una ráfaga de aire me empujó hasta arrinconarme en la pared de la arena, se sentía como si clavaran en todo mi cuerpo miles y miles de pequeñas navajas, cortadas por todos lados y aunque traté de proteger mi cara con Guren, ahora uno de mis ojos estaba cubierto de sangre e inabilitado por el momento.
Neide se acercó a mí a una velocidad increíble, pero en cuanto estaba a dos metros de alcanzarme, agité mi brazo para que una ráfaga de aire le golpeara en la cabeza haciendola volar con fuerza hacia mi izquierda. Se retorció en el suelo intentando levantarse mientras se apoyaba en su codo derecho; cuando logró arrodillarse y levantar la vista hacia mí me dedicó una mirada llena de satisfacción y furia, con una sonrisa endemoniadamente socarrona en ella. La sangre formaba una cortina en su cara y parte de su cuello y unas partes de su pelo, antes rosa, ahora se teñían de un tono carmesí.
De inmediato se incorporó y en un parpadeo ya estaba con su frente casi pegada en la mía.
—Esto se pone divertido, ¿Eh?
Abrí mis ojos como jamás lo había hecho. Y lo sentí. Su mano, la navaja de uno de sus guanteles perforando de un puñetazo mi abdomen.
Mi respiración se agitó e inconcientemente solté gemidos de dolor. Mierda, MIERDA.
—Ríndete. O te mataré, como lo ordenan las reglas… Como Noah, el primer ganador de la primer batalla mató a su contrincante. Sin piedad.
Sacó la navaja de mi vientre lentamente sólo para darme otro puletazo despues, haciendome escupir sangre. Sus ojos no se despegaban de los míos, azul contra azul. Furia contra estupefacción. Victoria contra derrota. Ella contra mí. Y siguió dándome puñetazos, una y otra vez. Después de diez decidí no seguir contando.
Levanté mi vista al cielo; estaba tan rojo como siempre, sin rastro de luna por ningún sitio… Y entonces me pregunté: ¿Vale la pena esto? ¿Sufrir así? ¿Sería mejor morir?
"NO"
¿Qué?
"TIENES QUE LUCHAR, HASTA EL FINAL"
¿Para qué? ¿Para seguir sufriendo despues?
"PARA GANAR"
Devolví mi vista a la de Neide. Ella seguía golpeandome sin piedad.
De pronto dejó de hacerlo y tosió un poco de sangre sobre mi pecho. Me miró sorprendida y lentamente cayó al piso, separándose de mí.
Bajé la vista hacia mi brazo. Tenía en mi puño un hueso que salía en forma de espada y que ahora estaba cubierto de la sangre del abdomen de Neide.
La chica estaba de rodillas, viéndome con sorpresa y respirando con la boca abierta.
Lo último que ví, fué su palma extendiendose hacia mí, luego un golpe crudo en mi cien derecha causada por una columna de tierra que terminaba en mi cabeza. Caí al piso sin poder hacer nada más; dándole con toda mi fuerza la orden a mi cuerpo sin moverse pero sin obtener respuesta alguna. Neide se puso de pié y su sonrisa socarrona fué lo último que recuerdo antes de caer inconciente por completo.
Como una perdedora.
—La ganadora, nuestra querida princesa: ¡Neide!
Y eso es todo.
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Entre el Cielo y el Infierno I: "Batalla de luces y sombras".
Teen FictionY tú, ¿Crees en el Cielo y el Infierno? ¿No? Pues mas vale que comiences a reconsiderar ésa respuesta, o podrías terminar en el peor lugar posible. Anuque claro, no todo es malo en el Infierno, podrías tener la misma suerte que Daniela, aunque ella...