Capítulo 21

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Aún si Thiago odiaba a Gorahk, no le quedaba más que acatar las ordenes de su padre y tener que dejarme a solas con él, reprimiéndo sus impulsos de matárlo cada vez que lo veía. Justo ahora, Gorahk me estaba escoltando a un prado cerca de un bosque ubicado estratégicamente detrás del castillo del Rey. ¿Porqué ahí? Bueno, pues en tal sólo dos días y después de dos meses de entrenamiento -y tortura- sería mi segunda y definitiva Pelea de Noah y el ojiverde quería mostrarne algo muy importante.

—Ya lo verás…—me decía cada vez que le preguntaba, dejándome más intrigada.

Cuando por fín nos detuvimos, él se giró a verme, apoyando sus manos en su cadera y sonriendo levemente mientras sus ojos escuadriñaban cada centímetro de mí. Me habían dotado de ropas negras y ajustadas en lugar de aquel trapo blanco que llevaba, junto con una placa -representativa del reino- que debía sostener en mi cintura y mi Guren envainada y colgada en mi espalda; su cinto azul cobalto cruzaba por mi pecho.

—¿Ahora sí me vas a decir qué hacemos aquí o porqué la sonrisa?

—Voy a mostrarte algo muy importante, Dani—dijo mientras me señalaba con ambas manos -las cuales agitaba- y daba saltitos para atrás para de pronto girarse y alejarse trotando hacia la entrada del bosque.

Moví mi cabeza de una manera que me recordó a un ave curiosa; y justo éso tenía: curiosidad. Me apoyé en mi pierna derecha viendo el cabello negro del chico saltar mientras se alejaba a hacer quién sabe qué. Hasta que se detuvo.

Llevó una de sus manos a su boca y chifló. Su peculiar silvido -dos largos y uno corto- se escuchó por todas partes, haciéndo eco entre los árboles del bosque de coníferas con avecillas cantando e imitando alegremente a Gorahk.

Y de pronto, todo quedó en silencio.

El pelinegro se volvió hacia mí y puso sus manos al rededor de su boca.

—¡HEY!—gritó y sacudió la mano a forma de saludo.

¿Me estaba saludando? ¿AH?

Pero no era a mí a quien se dirigía.

Una respiración detrás de mi nuca, fuerte y húmeda agitó los cabellos que quedaron sueltos de mi moño. La piel se me heló y mis músculos se tensaron. Al girarme, me encontré con una penetrante mirada, conformada por gris y dorado rodeada de negro. Al rededor de sus ojos, todo estaba tapizado de brillante y aparentemente suave pelo negro, que llenaba desde sus puntiagudas orejas hasta su alargado hocico.

Trastabillé y caí de sentón sin despegar mi vista de aquella bestia que se erguía imponente frente a mí. Era hermoso e inquietante a la vez y despertó en mí las ganas de acariciarlo.

Gorahk apareció en frente y abrazó al enorme canino por el cuello. Era enorme.

—Gorahk, ¿Qué coño es esa cosa?

—No es una cosa… ¡Es un lobo!

En mi cara no había otra cosa mas que duda y estupefacción.

<<Estúpida. ¡Claro que es un lobo!>>

Aquella bestia no dejaba de mirarme como si yo no fuera menos que basura. Y entonces lo recordé… que yo ya lo había visto antes.

En aquel sueño en donde… mataban a Gorahk, una jauría de lobos aparecía para enfrentarse a aquel monstruo y él, éste lobo negro con heterocromía en sus ojos era el que lideraba a los demás.

—No estoy entendiendo nada… —dije mientras el ojiverde me extendía la mano para ayudarme a incorporarme.

—Digamos que los lobos son aquí lo que los caballos en el mundo de los humanos—explicó haciendo un par de muecas.

—¿Y porqué carajo lobos "gigantes"—hice comillas con los dedos—en vez de caballos normales?

—No tengo ni la más jodida idea—dijo siguiéndome el juego—¡Pero es asombroso! ¿No?

Bueno, en eso tenía razón. Son animales asombrosos y hermosos, es verdad, aunque algo intimidantes también. Acerqué mi mano lentamente hacia la cabeza de aquél lobo pero me detuve cuando soltó un leve rugido.

—Eh. Tranquilo, Kuro. Está bien—Gorahk lo calmó acariciándole la espalda y el animal docilmente pegó su frente a mi palma que aún estaba extendida.

Sí, era suave.

—Si ganas la Pelea de Noah, tendrás uno también.

—Por un momento pensé que sólo personas importantes podrían poseer uno—dije. Lo había pensado, sí, porque era algo que sonaba lógico; Gorahk es Brigadiere así que tiene a éste lobo pero, ¿Yo?

—Éso es verdad, por eso lo digo. Después de todo, eres una Tucker.

Tucker. Tucker. Por favor. Sólo soy alguien que quiere vivir, o en este caso, permanecer muerta tanto como pueda.

—¿Enserio?

—Por supuesto, ratón.

Obtener privilegios gracias a mi apellido no es algo de lo que me enorgullezca, es más, me gustaría ganar cosas por mi propio mérito… aunque bien puedo acostumbrarme. Igualemente, el saber éso provocó que mi estómago diera un revuelco y un sabor raro se me pegara al paladar para no irse en un largo rato.

Daniela Tucker.

Sonaba mal.

Gorahk hizo que el lobo -Kuro, era su nombre- volviera al bosque, al igual que nosotros volvimos al sótano del castillo para, según él, que pudiera descanzar para la pelea. Se estaba preocupando más que nunca por mi bienestar -irónico después de que me hubiera torturado por tanto tiempo- que incluso casi no pasaba tiempo con Neide que según tenía entendido, se había recuperado por completo con extrema rapidez.

Justo ahora estábamos comiendo. La mesa llena de instrumentos de tortura había sido limpiada y retacada de comida para nosotros, y así era todos los días.

—Espero que ganes ésta vez—comentó Gorahk mientras llevaba un bocado a su boca.

<<Claro que lo haré>>

—Y, ¿Qué pasa si perdiese de nuevo?

—Oh, pues… serías vista como innecesaria para el clan y mandarían a alguien a… matarte. O bueno, 're-matarte'—soltó un suspiro divertido y bebió de su copa (copas de oro y enormes).

—Estupendo…—susurré—volveré a ser humana—nótese la ironía.

—Y tal vez después te vuelvas un ángel y te dediques a cuidar humanos.

—No gracias—negué con la cabeza rápidamente—Por cierto… ¿Cómo saben cuando alguien merece ir al infierno?—pregunté con ingenuidad.

—Pues, hay una lista, de hecho. Entre tantas cosas solo recuerdo algo como: "Robar sin motivo", "Asesinar", "Agresiones hacia cualquier tipo de ser vivo", "Enfermedades mentales", "Adicciones", "Cualquier actitud clasificada como deshonesta, agresiva, grosera o dañina hacia algún ser vivo", "Contacto con algún demonio" y demaciadas cosas más…

—¡¿Todo eso?!—chillé

—Sí, inclusive patear perros…—metió el tenedor lleno a su boca—te sorprendería cuantos llegan aquí por eso—rió.

—En ese caso, si me vuelvo humana me aseguraré de patear animales para volver aquí.

Soltamos una sonora carcajada y continuamos comiendo con tranquilidad. Aunque realmente no estaba muy divertida; estaba nerviosa. Muy nerviosa. Y es que faltaba poco para la pelea y si quería ganar, debía asesinar a alguien y me aterraba que ése alguien fuese un niño.

Pero claro, no estaba dispuesta a perder aunque tuviera que deshacerme de la niña más tierna del mundo. A fin de cuentas, por algo estaba ahí.

Entre el Cielo y el Infierno I: &quot;Batalla de luces y sombras&quot;.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora