Dejé mi ropa a un lado y me metí al agua; no era caliente pero le faltaba mucho para decir que estaba fría. Me sumergí por completo masajeando mi cabeza con mis dedos y tratando de tallar todo mi cuerpo. Tomé mi vieja camisa y le rompí una manga para limpiarme con ella, cuando terminé me senté un momento recargada en la tierre de la orilla y cerré los ojos un momento. Era tan relajante. Deseé quedarme ahí por un rato mas, toda la noche si fuera posible.
—¿Lista?
Levanté mi cabeza hacia atrás para ver a Gorahk parado detrás, sin camisa.
—Si… ¿Porqué…?—quería preguntar pero antes de poder decir algo, me arrojó la playera en el rostro, asi que se mojó un poco.
—Ponte eso, ahora vengo.
Tomó mi vieja ropa del suelo y se metió entre la maleza. Opté por obedecer, así que salí y me puse la enorme prenda gris. Suerte que Gorahk no se había llevado mis prendas íntimas y suerte que el día que llegué aquí decidí dormir con sostén o esto sería mas incómodo de lo que ya es. La camisa me quedaba jodidamente grande, como un vestido corto, agradecí que no tuviera mangas o sería peor.
«¿A dónde habrá ido?» me preguntaba mientras lo esperaba de pié en medio de la nada.
Apareció de pronto, ya sin mi vieja ropa.
—Pues vamonos, entonces—me dijo ofreciendome un mano, la cual de verdad me ví tentada a tomar, pero me digné a caminar para pasar al frente de él.
No soy tan tonta; ya vinimos por este camino y sé como volver, siento que él me trata como a una niña pequeña.
Sí, soy bajita ahora y tal ves las facciones de mi infancia no las perdí ni después de morir pero puedo valerme por mi misma… aunque no sé ni un carajo de este lugar. La cabaña no tardó en hacer su aparicion frente a mí despues de unos minutos de caminata con Gorahk detrás de mí.
—Pondré otra "cama"—hizo un ademán con los dedos—si quieres revisa la ropa y vé que te sirve.
Giré me cabeza hacia donde se encontraba el saco que Gorahk había traido; me arrodillé enfrente de el y lo abrí. Saqué toda la ropa regándola toda en un rincón del lugar, revisando cada prenda con extremo cuidado. Había ropas muy extrañas, todas diferentes. No era demaciada pero había gran variedad; camisas amarillo mostaza, faldas gigantezcas, incluso unos trozos de tela elásticos de, yo diría, unos 20 centímetros de ancho que parencían ser faldas, o “blusas". Mientras concideraba algunas prendas y descartaba completamente otras, Gorahk me miraba muy divertido, sentado sobre las mantas del piso que ya había acabado de acomodar hacía un rato.
—¿Siempre eres así de selectiva?—me preguntó desconcertándome un poco.
Levanté una blusa de tirantes de color melón como dando por hecho que me la quedaría, y eso planeaba, hasta que el chico dijo:
—Eso se te verá sexy, ratón.
Fruncí el seño si voltearlo a ver y arrojé la tela de nuevo al montón. Escuché su risa. Después de poco mas de una hora me quedé con unos shorts cortos de una tela parecida a la mezclilla, pero mas suave; y con una camisa que a una persona de tamaño normal le quedaría corta, a mí me quedaba un poco larga y de los hombros era un desastre. Era de un color grisáceo y de mangas largas y gruesas, tenía tan amplio el orificio para la cabeza que se rasbalaba por uno de mis hombros dejandolo completamente al descubierto, sin contar el tirante de mi sostén. La camisa era suave, creí que era manta pero mas bien parecía algodón, aunque un poco mas pesado. De otro pedazo de tela corté una tirita con las manos y me amarré mi, ahora largo cabello. Antes, recuerdo bien que me llegaba un poco mas abajo de los hombros, ahora me llegaba fácilmente a la cadera. Lo sujeté en un moño mal hecho que dejaba caer todavía muchos mechones sueltos.
Gorahk se había acostado hace unos minutos y parecía que ya se había dormido. Me acerqué a él y me acosté a su lado, en las otras cobijas que había preparado para mí. Viendolo de esta forma podría jurar que tenía como máximo, unos 18 o 19 años. Sus pestañas eran igual de negras que su cabello y estaban un poco enchinadas. Sus cejas eran bastante pobladas y había un arete en una de ellas; su boca era larga y de labios gruesos y bien formados, su nariz era larga, pero no demaciado como para que se viera mal, y a diferencia de la mía que tenía un pequeño montículo, la suya era completamente recta, su barbilla era un poco partida, lo cual le daba a su cara un toque juveníl. En su oreja izquierda tenía un par de aretes negros. En realidad era guapo. Lo seguí mirando un rato hasta que Morfeo me arrastró a caer en un profundo sueño que parecía cobrarse los días que no dormí en El Subterráneo.
Dormí como nunca, me desperté por unos rayos de sol que se colaban por la cortina de la entrada; parecía un lindo día afuera. Intenté moverme pero algo me lo impidió. Giré mi cabeza poco a poco para ver a Gorahk dormido con un brazo y una pierna encima de mí, y el lugar donde tenía su mano no era precisamente el indicado. Bajé mi vista y ví su enorme mano cubriendo perfectamente uno de mis pechos. Abrí mis ojos tan grandes como pude y después de un momento pegué un grito cuando sentí que su “hombría" comenzaba a despertar . Gorahk se levantó de golpe.
—¡Eres un sucio pervertido!—chillé
Me miró extrañado—¿Y a tí que coño te pasa?
—Éso deberías preguntárselo a tu mano escurridiza y a tu pequeño amiguito—le respondí señalando 'ahí' abajo.
Se ruborizó y se levantó.
—¡Ah, ya basta! No hagas tanto escándalo por algo tan ridículo—dijo buscando sus gafas.
Estaba a punto de salir, ¿acaso me dejaría sola? No, no , no podía hacerme eso.
—¿A dónde vas?—le pregunté antes de que se fuera.
Se detuvo por completo—Tengo que salir, volveré ma tarde.
¿Esa es su perfecta explicación? Ahora estoy sola y comienza a darme hambre… ¡Y ni siquiera puedo salir!
Me volví a acostar para dormir un rato mas, y no me tomó mucho tiempo conseguirlo.
—Dani… Dani…—una voz me despertó. Una voz femenina.
Abrí los ojos y Tori estaba sentada junto a mí. Afuera parecía que comenzaba a atardecer ya que un tono anaranjado y cálido llenaba el lugar.
—¿Victoria, cierto?—pregunté sentándome y tallandome un ojo con la mano.
—Puedes llamarme Tori… ten, Gorahk te mandó esto para que comas.
Me extendió un paquete envuelto en papel periódico y una botella de agua.
—¿Gorahk lo mandó?
—Si… tienes hambre, ¿no?
Asentí.
—Bueno—continuó—realmente me encantaría quedarme contigo pero debo cuidar la puerta, disfruta la comida.
Me quedé sola otravez, viendo la luz que se metía travieza y sin permiso entre la tela verde de la puerta, sorprendida por todo el tiempo que había dormido.
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Entre el Cielo y el Infierno I: "Batalla de luces y sombras".
Teen FictionY tú, ¿Crees en el Cielo y el Infierno? ¿No? Pues mas vale que comiences a reconsiderar ésa respuesta, o podrías terminar en el peor lugar posible. Anuque claro, no todo es malo en el Infierno, podrías tener la misma suerte que Daniela, aunque ella...