Capítulo 4

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Cabañas de madera se alzaban a mi vista, una tras otra, sin un orden. Sin ventanas y con cortinas en ves de puertas. La gente que había adentro era imponente. Ya fueran hombres o mujeres todos tenían armas, la mayoría punzocortantes como espadas o hachas. A diferencia del pueblo que acababamos de pasar aquí nadie saludó a Gorahk, solo lo veían pasar conmigo tumbada en su hombro.

Se acercó a una de las cabañas mas alejadas, movió la cortina verde y entramos. Estaba vacía. Sólo había en el piso unas cobijas regadas y un poco de leña en el fondo.

Me bajó y se sentó sobre las mantas.

—Ésta es mi casa—me dijo al fín mientras con una mano se rascaba la cabeza.

Miré la cabaña, cada rincón de ella. Realmente tenía un aire tétrico pero a pesar de no tener puerta era bastante acojedor. Me recordó al orfanato de donde venía.

Los chicos con los que vivía eran mis amigos, y simplemente me fuí. Justo ahora me da por ponerme melancólica; no puedo entristecerme, estoy en el infierno.

—¿Me quedaré aquí?

—Sí… al menos por un tiempo. Si no llamas la atención suficiente como para que la Guardia venga, estará bien.

—¿Y no puedo salir para nada?

—¿Acaso no fuí del todo claro? Debes pasar desapercibida. Cualquier cosa que necesites debes pedirmelo a mí.

Bajé la vista. ¿Cómo es posible que me hable así? ¿Acaso no sabe lo que estoy pasando?

Tengo que pensar en otra cosa, hacerme la víctima no me va a ayudar de nada… aunque sí lo soy.

—Ahora vengo—dijo interrumpiendo mis pensamientos mintras se ponía de pié.

—O-oye espera… —reaccioné y lo tomé de la camisa antes de que cruzara la puerta—¿A dónde irás?

Se giró a verme—A conseguir comida y ropa, no puedes quedarte usando eso… huele a humano.

Nunca en mi vida me imaginé que oler a 'humano' seria malo, pero tal ves es porque hace dias que no tomo una ducha. Lo solté y se fué.

Me recosté en las cobijas que estaban en el suelo y caí en un sueño profundo. Ví a mamá el día que se peleó con papá y lo habandonamos. Mi madre siempre fue una persona muy impulsiva, aunque no era muy lista. La recordé sonriendome tambien, como cuando eramos una familia feliz, y luego la ví tirada en el suelo de su habitación, desangrada y muerta. Mi padrastro parado frente a ella con un cuchillo de cocina en su mano derecha, mirándome mientras se acercaba a mí.

'Fué su culpa, ella ella no dejaba de gritarme…'.

Lo repetía una y otra ves. Esos ojos psicópatas viendome con odio y lujuria. Se acercó rápido y me tumbó en el suelo. Y grité tan fuerte como pude.

—¡Oye, despierta!

Abrí los ojos y pegué un brinco sentándome. Madre mía, solo fue un sueño… pero se sintió tan real como antes.

Gorahk estaba de cunclillas junto a mí, con sus manos en mis hombros. Mi respiración era agitada y sentía unas gotas de sudor frío por detrás de mi cuello y en mi frente.

—¿Estás bien?

—S-sí… —me cubrí la cara con ambas manos—sólo fué un sueño… estoy bien.

—¿Estás segura?—repitió.

Posé mis ojos en los suyos, y de verdad parecía preocupado. Por mí. Por una extraña.

—De verdad—sonreí—¿Conseguiste la ropa?

Cambiar de tema siempre funciona.

—Ajá, pero primero debes ducharte… quitarte esa ropa y ese olor—giró sobre él trayendo un  saco que estaba detrás.

—¿En dónde me ducharé?

—Hay un cascada cerca, iremos ahí.

Me ayudó a ponerme de pié y salimos de la cabaña. Afuera todo estaba exageradamente oscuro, y si aquí hay una luna esta noche no brilla.

Atrás de la cabaña había un terreno algo grande, lo único que separaba el bosque del pueblo eran 20 metros de un terreno limpio de árboles y ramas. Entramos al bosque.

—Gorahk… no me gusta este lugar…—susurré pensando que sería imposible que él me escuchara.

—No pasa nada, he hecho esto antes, asi que tranquíla, ratón—me tomó la mano y seguimos adelante.

La escuché. La cascada de la que él habló está cerca.

Seguimos moviendonos entre los enormes árboles por unos minutos, luego salimos a un lugar amplio; la cascada a la izquierda y la maleza rodeando el lago que se formaba debajo. Gorahk me soltó la mano y yo me acerqué hacia el agua. Me puse de cunclillas y bajé la vista, podía ver mi reflejo. Él tenía razón. Mis ojos ahora eran azules, mi piel que antes era apiñonada ahora era pálida y mi cabello era un poco mas oscuro que el rubio natural que solía tener. Mi perfil era mas fino y mas pequeño aunque apesar de eso aún me reconocía. Aún tenía mi naríz con ese toque aguileño, herencia de mi madre, mi boca pequeña, mis labios un poco gruesos y mi oreja derecha aún conservaba las 4 argollas de plata que me puse cuando niña.

—¿Y qué tal?—escuché su voz detrás de mí.

Me giré lento, Gorahk estaba de cunclillas justo detras y demaciado cerca; casi sentía su pecho tocar mi espalda pero no me moví en lo absoluto.

—Esperaba algo mas fantástico… ¿Qué se supone que soy?

—Creí que era lógico si estamos en el Infierno, somos demonios—me dijo casi en un susurro muy cerca de mi cabello—por cierto, apestas—se puso de pié de un brinco y se fue a recargar a un árbol, cerró los ojos—apúrate con eso, debemos volver rápido.

Me quedé mirándolo, como asegurandome si no me vería y cuando noté que su respiración se volvió calmada y profunda empecé a quitarme la ropa.

Entre el Cielo y el Infierno I: "Batalla de luces y sombras".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora