Capítulo XXIII

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Malia estaba sacando unos libros de su casillero cuando Kira se le acercó.
—Te está mirando.
—Quién?— dijo Malia mirando a su alrededor.
—Scott. Tienes que hablar con él.
—Y decirle qué?
—Que quieres estar con él.
—No lo sé. No quiero tener un novio ahora, tengo que cuidar de Davina.
—Que cambia si tienes novio o no? Davina va a seguir estando ahí.
—Leí en una revista que es mejor que los niños no se enteren de las relaciones de sus padres a menos que sean serias, para que no se enojen.
—Eso no aplica en tu caso. Davina no tiene padre así que no le va a molestar verte con una persona decente.
—Y si se encariña? Ambos nos gustamos ahora, pero puede cambiar.
—Los coyotes se emparejan de por vida.
—Soy mujer coyote no cien por ciento coyote.
—Habla con él o lo haré yo— Kira le dio un ultimátum haciéndose la ruda. Malia soltó una carcajada.
—Eres demasiado tierna.
El timbre sonó y ambas se dirigieron a sus respectivas clases.
Malia se detuvo para ir al baño y cuando salió vio que Scott estaba entrando al baño de hombres.
Sin hesitar entró al baño de varones.
—Scott!— lo llamó generando que este se voltee agitado.
—Malia, qué haces?—preguntó subiéndose la cremallera del pantalón.
—Quiero hablar con vos.
—Podemos ir a otro lado?
—Sí.
Ambos fueron a la oficina del entrenador.
—Qué me querías decir?
—Yo... no me acuerdo— dijo sentándose cabizbaja en el escritorio.
—Sé que estás mintiendo—dijo dulcemente acercándose a ella.
Malia levantó la mirada y la clavó en sus ojos.
—Hay algo raro que pasa conmigo. Sabes que soy mala con esto de los sentimientos, pero estoy segura de que hay algo más que solo cariño en mis emociones hacia ti. Necesito estar con vos cada segundo del día y no sé que significa.
Scott sonrío y la abrazó. Colocó su mano en su mejilla y susurró.
—Eso es amor. Lo mismo que yo siento por ti.
Despacio la besó y ella le respondió.
Scott se despegó de Malia confundiéndola.
—Quieres ser mi novia?—propuso con una gran sonrisa.
—Creí que esto ya lo había respondido. Sí!
Ambos continuaron a besarse y Malia intentó sacarle la remera a Scott.
—Vamos a mi casa. Mi mamá está en el hospital.
—Perfecto. Odio matemática.
—Lo sé—dijo agarrándole la mano y llevándosela de la oficina.

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Cuando terminaron las clases Davina se quedó en la puerta de la escuela esperando a que su madre salga.
—Donde está?—se preguntó a si misma.
—Quién?—dijo una voz de atrás suyo.
—Hola Liam. Viste a Malia?
—No. Pero me escribió diciendo que tenía cosas que hacer y que quería que te lleve a tu casa.
—Ah, bueno. Entonces...
—Vamos.
Liam empezó a caminar hacia su auto y Davina lo siguió con vergüenza.
Durante todo el trayecto hasta la casa de los Tate ninguno habló.
Finalmente llegaron a destino.
—Acá estamos.- dijo Liam frenando.
—Gracias por traerme.
—Por nada.
Davina estaba por abrir la puerta y salir del auto, pero se detuvo.
—Y gracias por la otra noche, realmente me ayudaste. Y además, creo que eres mi ancla.
—Qué?— dijo confundido.    
—Bueno, eso que pasó en la fiesta, fue mi primer beso. Y como la niña que soy no pude impedir pensar en eso durante toda la noche. Creo que me ayudó, porque no ocasioné ningún destrozo en el sótano ni en mis manos.
—Oh—Liam no sabía que decir. —De nada, creo? 
—Bueno, debo irme— se despidió Davina bajándose del auto.
—Chau—saludó. La vio entrar a su casa y después golpeó su cabeza contra sus manos que estaban agarrando el volante.
—De nada? Que estúpido soy.

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