Capítulo XXV: Amores y obsesiones.

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Marcel siempre había pensado en cuando encontrara a la mujer u hombre perfecto, formara una familia, con un hogar bien sostenido, hijos y un buen trabajo. Todo eso para dar la vuelta en la cama, ver al amor de su vida y darle los buenos días junto con un beso juguetón.

Pero esa mañana, cuando abrió los ojos y Louis hizo ese proceso por él se dio cuenta de cuan enamorado estaba, y de que no necesitaba a nadie más a su lado.

-Buenos días pequeño.

Y Marcel sonrió, no solo por lo dulce que sonaba Louis al despertar, con el cabello revuelto y la cara llena de algo de saliva, porque seamos francos, nadie se despierta con el aspecto intacto. Marcel sonrió porque el pequeño en esa cama era Louis, pero amaba ser llamado pequeño.

-Buenos días a ti, gigante.

Louis besó su mejilla, y un ataque de cosquillas matutinas atacaron las costillas de Marcel. Fue una lucha dura, con risas y suplicas. Marcel tomó el control de la situación, dejando a Louis bajo su cuerpo, con los brazos sobre su cabeza y sus piernas atrapadas entre las suyas.

-Creo que he ganado, me declaro oficialmente el rey de esta habitación con olor a cigarrillo viejo y posters de bandas que me darían miedo si no estuvieras conmigo.

Louis soltó una carcajada, con un ágil movimiento destrabó sus piernas y tomo con ellas la cadera de Marcel, juntando su pelvis con la suya. Los dos, al estar desnudos y con erecciones matutinas sintieron el movimiento como el mismo cielo.

-Tú ya eres el rey, de esta habitación, de Londres y de mi corazón... maldita sea Marcel, me haces decir las estupideces más grandes.

-Yo no tengo la culpa de las idioteces que pueden salir de ti, pero créeme... disfruto de ellas.

Marcel dobló los codos, haciendo que sus cuerpos se juntaran su totalidad, viéndose a los ojos a cada segundo. Sus labios se rozaron pero sus miradas no cesaban.

-Te amo Louis- susurró Marcel contra sus labios.

Las palabras sobraban y Louis sentía el calor de Marcel, no solo el físico, el mental y espiritual, ese que le decía que si Harry le había enamorado Marcel había hecho en él un cambio significativo, le había enseñado el verdadero amor, el que no se consigue con sexo o una sola mirada.

Sus brazos fueron dejados en libertad y los llevó a la nuca de su chico, con cuidado y lentamente le abrazó, juntando sus labios, lentamente, disfrutando del momento. Sus labios se encontraron, y el beso fue lento, con los ojos cerrados, porque dicen que las mejores cosas son las que no se ven si no las que se sienten.

Sus respiraciones se aceleraron, el mundo se congeló a su alrededor, los sonidos y el tiempo se perdieron en una realidad alterna, solo escuchaban a sus corazones galopar dentro de sus costillas, y sentían el ardor de sus pulmones cansados buscando aire.

Cuando finalmente el beso fue roto sus pulmones aspiraron aire locamente, pero sin reprocharle a sus dueños el castigo impuesto.

-Marcel Cox- anunció Louis viéndole a los ojos- Te amo y no quiero perderte porque... mi vida ha mejorado desde el día en que te encontré, desde el maravilloso día que me di cuenta de que tú eras ese chico, el que tanto buscan las chicas, ese que tanto describen en las películas... ya sabes, el chico mujeriego que al final encuentra a la chica ideal... solo que yo te encontré a ti, y eres real, estoy es real, tú y yo somos reales. Y sabes lo que dicen... Nunca es tarde para hacer las cosas bien. Tal vez no seamos perfectos y no estemos de acuerdo en muchas cosas pero...

-El amor no tiene que ser perfecto Louis.- interrumpió Marcel.- Solo tiene que ser amor... verdadero.

-En ese caso, es una suerte que los dos lo sintamos así... puedo cambiar, cambiar para ser el chico que mereces.

Bipolaridad.  (Harry/Marcel Styles - Louis Tomlinson) "Larry Stylinson"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora