Menuda tormenta.

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Capítulo 1:

- Michael, es la última vez que te lo digo, no compraremos dulces hoy. Hay una tormenta ahí afuera. - le dije a mi hermano menor ya enfadado.-.
- ¡Vamos Sky! ¡Me lo prometiste con el dedito! - levantó su dedo meñique - Las promesas con dedito se rompen.
- A no ser que haya una tormenta de nieve y diez cuadras para caminar. - me levanté del sofá y me puse a su altura- Mira, a mi tampoco me vuelve loca la idea de quedarme aquí por dos días mas, ¿vale? Pero no puedo cumplir un capricho tuyo por unos simples dulces. Ayer hice las compras y tenemos suficiente comida para los dos.
- ¿Compraste dulces? - puso su carita de cachorro.-.
- Si. - su cara se iluminó - Pero no te los daré hasta después de la cena, si es que la comes toda.

No hizo falta decir mucho, a este punto Mike se me había tirado encima y comenzó a gritar "¡Gracias!" ¡Eres la mejor hermana del mundo!".

- Ya, salte de encima, mucho amor por hoy. - bromeé mientras me arrodillaba nuevamente - Mike, tenemos que buscar cosas para hacer. No podemos pasar dos días mas jugando video juegos, le prometí a mamá que no te dejaría estar siempre en frente de un televisor, ¿de acuerdo? Así que tú y yo buscaremos cosas en toda esta enorme casa para jugar, ¿que te parece?
- Ok, ¡yo busco en el ático! - se fue corriendo dejándome con la palabra en la boca.-.

Golpeé levemente mi rodilla con mi puño. Maldito bastardo, en el ático guardamos todos nuestros juegos favoritos. Me acerqué a las escaleras y grité:

- ¡El que llega primero a la sala escoge el juego!

Me fui al cuarto de mi madre, siempre tuvo nuestros antiguos juegos guardados en su armario, no creo que los haya cambiado de lugar. Entré en su aseada habitación y me dirigí al enorme armario de roble, lo abrí y pegué un salto.
Están todos los retratos que tenía mi madre con mi padre, juntos y abrazándose.
Oh Dios, no tendría que haber visto esto.
Corrí rápidamente los retratos sacudiendo la cabeza hasta llegar a unas cajas, las saqué del armario y comencé a ver los juegos. Se me escapó una pequeña sonrisa, están todos los juegos de mesa que, prácticamente, habían marcado mi infancia y la de mi hermano.
Cogí tres cajas y las dejé en el piso. Iba a cerrar el armario, cuando me di cuenta que estaba todo desorganizado y mi madre, Stela, la maniática del orden (te amo, má), se enfurecería mucho cuando vea este desorden.
Abrí las puertas del armario y acomodé cada retrato como recordaba que estaban. Me di un momento antes de cerrar las puertas para ver los retratos, eran fotos de mis padres abrazados, se veían tan felices, ¿por qué ese infeliz la tuvo que cagar?. Cerré las puertas con un suspiro.

- Bueno Mike, estoy llegando a la sala. - alargué las "aaas" en "sala" - Eso me huele a que yo elegiré el juego.-.
- ¡No si yo llego primero! - me grito mi hermanito desde arriba.-.

Iba a hablar pero se escuchó un gran estruendo, cajas de juegos cayendo al final de la escalera y un hermanito llorando.

- ¡Mierda, Mike! - tiré las cajas.-.

Corrí escaleras arriba esquivando las cajas hasta llegar a Mike, que estaba tirado en medio de las escaleras con una pierna medio doblada y lagrimas saliendo de sus ojos.

- ¡Michael! ¡Te dije que no corrieras en calcetines, pasan este tipo de cosas! - me arrodillé junto a el y lo levante, bueno, lo arrastré.-.
- Ya lo sé - dijo intentando no llorar - pero... necesitaba... ganar... - reí levemente - ¡No te rías, bruja! - lo acosté en el sofá.-.
- Hey, no me llames así. Agradece que te fui a ayudar. - me miró molesto - ¡Oye! Fue una broma, Jesus, para tener seis años eres bastante histérico.

Comenzó a llorar otra vez.

- Oh, no, Mike, fue una broma, em. - medité un segundo - Ya sé, llamaré al doctor domicilio. - como le decíamos mamá y yo - Espérame aquí.

Living with a JerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora