¡Pásame la peluca!

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Capítulo 9:

- Muy bien, firme aquí y es todo suyo. - me dijo el veterinario mientras me entregaba la planilla de mi nuevo gato, Louis.-.

Al final era hombre, pero tenía cara de niña. Todo un marica.

- Gracias. - dije mientras firmaba.-.

- ¡Yo quiero agarrarlo! - Savannah se abalanzó sobre la mesa donde estaba Louis - ¿Quién es un hermoso gatito y se llama Louis? ¿Eh? - el gato maulló asustado - ¡Así es! ¡Tú!

Revoleé los ojos y sonreí mientras caminaba al mostrador.

- Su gatito va a necesitar comida, aquí tiene un paquete que le va a durar por un mes, mínimo.

El veterinario puso sobre la mesa un paquete mediano que decía Alimento para gatitos - Profood.

- Esta bien, ¿cuánto sería? - saqué dinero tirado en mi mochila.-.

- 150 por el chequeo anual del gato y 60 por la comida.

Le entregué el dinero y partí rumbo a mi casa con Savannah pisándome los talones.

- Deja de caminar tan rápido, Jesús, ni que estuviéramos en una carrera. - se quejó.-.

- Es que quiero llegar a mi casa, tengo frío.

- Pues te hubieses abrigado, ahora me esperas.

- Y tu no te hubieses puesto esos tacones.

- Son plataformas, no hables si no sabes.

- Sólo quiero llegar a casa rápido, ¿por qué tanto problema con eso?

- Ok, como tu quieras.

Doblamos a la derecha.

- ¿Estás emocionada?

- ¿Por qué habría de estarlo?

- ¡Hoy es el concierto de Ed Sheeran!

Mierda, lo había olvidado.

(•••)

Me sentía como una maldita plebeya al lado de Savannah.

Ella iba vestida como una princesa, tacones blancos de como veinte putos centímetros, jeans oscuros, un suéter blanco suelto, chaqueta de cuero y su pelo rubio suelto.

Yo, en cambio, iba con unos jeans que me quedaban extremadamente largos y grandes, con una sudadera gris y zapatillas negras.

Yo, un enano, ella, una gigante.

- Me siento ridícula. - dije mientras agarraba mi mochila y guardaba las entradas.-.

- ¿Por qué?

- Solo míranos.

Se fijó en nuestro reflejo en el espejo de mi baño.

- Bueno, ¿quieres que me ponga zapatillas? - preguntó mientras se los sacaba.-.

Normalmente era egoísta con la gente, pero nunca con Savannah. Sinceramente, no se da cuenta de lo buena y gentil que era aveces, sin importar como pueda salir perjudicada ella.

Pero vamos, eran unos simples tacones, y ella era lo suficientemente alta.

- Sí, por favor.

Se los sacó y se los cambió por unas zapatillas negras.

- Bueno, son más cómodas de lo que pensaba.

- Vámonos, debe de haber un tráfico de muerte.

Living with a JerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora