Capítulo 29

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19 de agosto

Regresamos de México un día antes de lo acordado ya que para la suerte del equipo se desocuparon y terminaron los pendientes antes. Royce grabó un programa infantil muy conocido allá donde fue parte del jurado e invitado especial, donde reí mucho con los niños. Eran muy lindos y divertidos.

Entre nosotros todo está tan normal que no quiero ni pensar que en unos días seré su esposa porque el hecho de que estemos bien no quiere decir que acepte esta farsa, ni mucho menos quiera casarme con él.

Son alrededor de las tres de la tarde, estamos jugando xbox ya que se le ocurrió la brillante idea de enseñarme, y claro, ante él no soy competencia porque de verdad es todo un experto en esto. Renuncio al juego dejando el control a un lado del sofá, me pongo de pie y voy a la cocina por agua.

—Has perdido —llega también, saca un vaso y sirve un poco.

—Me has hecho trampa —volteo los ojos al decir esa excusa.

—¿Te parece si vamos al cine?

—Señorita Patricia, la buscan —el chico encargado del jardín entra y avisa.

—Gracias, ya voy —miro a Royce interrogante. No pensé que vendrían a buscarme aquí—. ¿No sabes si a Smith se le ocurrió la brillante idea de añadir algo más a la boda?

—No.

Dejo el vaso a un lado, salgo de la cocina para dirigirme a la puerta y río cuando veo a Royce tropezar con el sofá.

—Patricia —me habla la persona que está a unos centímetros.

Me pasmo al verla así: descuidada, con ojeras, ropa sucia y un poco más delgada.

—Samantha —la detallo de arriba abajo nuevamente, parece ser otra persona menos mi chica favorita.

—Disculpa que haya venido así pero necesito tu ayuda.

—¿No piensas darme un abrazo?

Doy un paso más cerca, la envuelvo con mis brazos y comienza a llorar.

—Te extrañé mucho —solloza sin dejar de abrazarme.

No huele a ese perfume de vainilla que acostumbra a usar; tiene una mezcla de cigarro y gasolina, puedo asegurar que hasta Royce lo percibe.

—Pasa —cierro la puerta una vez que entra, mira su alrededor y suelta una pequeña maleta—. Él es Royce mi prometido y Royce, ella es Samantha, mi hermana.

Me duele verla así tan demacrada, parece haber cumplido el doble de su edad.

—Mucho gusto —extiende la mano hacia Sam pero ella ni se inmuta en corresponderle.

—Igual —añade fría.

—Vamos al jardín.

Le doy una mirada a Royce pidiéndole disculpas por lo descortés que es mi hermana y camino con ella al exterior.

—¿Cómo te fue en tu viaje?

—Muy bien —sonrío—. ¿Por qué estás así?

El Arte del Destino (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora