Capítulo 48

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11 de octubre

Es más de media noche y lo único que necesito es tener noticias, saber cómo se encuentra Smith y si estará bien. Mi madre se ocupa de los tramites acerca de la clínica y yo sigo sentada sobre la fría silla de metal.

Algunas enfermeras pasan concentradas en lo suyo, y los demás siguen al igual que yo esperando noticias. Desde que ocurrió todo hace más de seis horas tengo dolor abdominal y éste se intensifica más cuando los doctores salen a informarnos pero ya hace rato que no lo hacen ni autorizan las visitas.

No puedo creer que lo que parecía ser un acto de valentía de mi parte al enfrentar a mi padre se convirtió en esta angustia.

Seco mis lágrimas y miro al frente; debo parpadear varias veces para asegurarme de lo que estoy viendo.

—Patti... —Sam luce agotada y desesperada—. ¿Qué pasó?

—Sam —me aferro a ella sin parar de llorar—, si papá se va no me lo perdonaré nunca, creo que me iría con él...

—Hija —mi madre luce sorprendida también al verla—, dijiste que no habías podido conseguir boletos.

Sam me mira unos segundos.

—Royce movió sus contactos.

—¿Está aquí? —me separo rápidamente y observo mi alrededor. No quiero verlo por más que lo necesite en estos momentos.

—No, aunque prometió venir pronto. Fue a buscarme y decirme que no te engañó, se veía sincero.

—No quiero hablar de eso ahora.

—Ya vuelvo, iré a preguntar a las enfermeras —mi madre camina dirección contraria y Sam me guía a las sillas.

—Es mi culpa —sollozo—. En un acto de rebeldía quise reclamarle. Incluso, incluso le pedí que terminara el trato y lo traté muy mal...

Mi cuerpo se sacude por el llanto.

—Hermanita tranquila ¿si? —me mece entre sus brazos y suspira—. Todo vuelve hacer como aquél día ¿recuerdas? Cuando cumpliste tus dieciochos que se puso mal, pensábamos que no lo soportaría y...

—No pensé en él, no pensé en su delicado corazón y mira dónde está. No quiero perderlo...

—¿Familiares del señor Smith?

Nos ponemos de pie y hago una mueca de dolor ante la molestia abdominal.

—Soy el médico de turno y el cardiólogo tratante del paciente.

—¿Qué sucede? —mi mamá llega agitada a nuestro lado y nos abraza a ambas—, dígame que tiene buenas noticias.

—Todo se debió a causa de un paro cardíaco —explica pausadamente y suelto un sollozo al escucharlo—. También varias arterías se vieron afectadas y...

—¡Dígame cómo se encuentra! —grito agarrándolo del cuello de su bata.

—Su estado es crítico.

Me dejo caer a la fría cerámica sin dejar de llorar. Y es que es inevitable, está aquí por mí...

—No lo podrán ver hasta dentro de tres hora que esperemos a ver cómo evoluciona. Debo recordarles que lo hemos sometido a una cirugía y...

Cierro los ojos y no escucho el resto.

—Hija.

—No quiero que muera mamá, no quiero. Tal vez pensé y dije cosas terribles de él pero es mi padre y lo seguirá siendo —me abrazo a mi misma.

(...)

Abro lentamente los ojos y miro a través de la ventana la luz del día. No estoy sobre la silla, lo contrario, me encuentro rodeadas de cortinas y sola.

—Iré a avisar que has despertado.

—¿Qué hago aquí?

Sam termina de rodar la cortina y entra con una taza de café en manos.

—Te desvaneciste y debieron darte un calmante para los nervios.

—¿Hay noticias?

—Mamá entró a verlo.

—También quiero verlo. Necesito ver al hombre que me compró cientos de juguetes, dulces y más cosas cuando niña —intento sonreír—. Necesito ver a ese hombre fuerte... ¿Sabes? él piensa que dándonos cosas materiales podrá llenarnos pero no, necesitamos más que eso y más ahora. El único regalo que quiero de su parte ahora mismo es verlo despierto.

Sam seca sus lágrimas y me abraza, dándome ánimos e intentando calmarme.

—Debes saber que nuestra mamá llamó al padre de Royce. Son amigos y lo correcto es que estén al tanto.

—No quiero saber nada que tenga que ver con Royce.

El Arte del Destino (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora