Capítulo 10

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Terminan llevándome a la enfermería del mismo canal y me dejan con inhalador por un buen rato. Hace mucho que no sé lo que son los síntomas de un indicio de asma pero pienso que se debe a toda la emoción e impresión que tengo por reencontrarme con Alejandro.

Todavía siento un poco de presión en el pecho pero con los minutos pasará.

—Qué bueno verte así, respirando con normalidad. De vuelta aquella estúpida asma —miro hacia la puerta donde viene entrando Alejandro.

Se para a un lado y puedo leer su carnet de identificación.

- PRODUCTOR DE TELEVISIÓN.
ALEJANDRO RAMIREZ -

Me alegra que haya podido sacar su estudio técnico en audivisuales, es lo que siempre él quiso.

—Patricia ¿lista para irnos? —es Geoffrey—. Ya los demás lo han hecho.

—Sí.

—Bien, voy a buscar el auto en el estacionamiento y te espero en la entrada.

—Me gustaría verte nuevamente.

Geoffrey frunce el ceño, lo ignoro y le sonrío a Alejandro que sonríe para después decir:

—¿Me das tu teléfono?

—En realidad debería de darte el número, el teléfono imposible ¿no crees?

Geoffrey intenta ser gracioso y lo detesto más en este momento.

—Claro —miro mal a Royce—. ¿No ibas a sacar el auto? ve que yo te alcanzo.

Intercambio número con Alejandro y me siento como la adolescente de dieciséis años, cuando intercambiamos correo para hablar a través de messenger por primera vez.

Me despido de él aun sin querer irme de este canal y le agradezco a las chicas de enfermería. Al salir, Royce ya está con el auto esperándome para regresar a casa.

—¿Quién es Alejandro? —rompe el silencio que hemos formado minutos antes.

—Un amigo de secundaria.

—No sabía que eras asmática.

—Y yo tampoco, hasta que en secundaria casi no la cuento por estar cumpliendo con las órdenes del maestro de educación física —ríe el muy estúpido. ¿Qué tiene de gracioso saber que casi muero en clases?

—Tu cara al ver a ese viejo amigo fue muy cómica. ¿Tenían mucho sin verse?

—No es problema tuyo —espeto y me cruzo de brazos.

Cuando llegamos, espero que estacione correctamente y bajo del auto. Frunzo el ceño al ver una caja blanca con un lazo dorado a su alrededor en la entrada. Él se adelanta en recogerla y en entrar.

—Es para ti —la abre y saca varios sobres de la misma.

—¿Y qué es? —dejo la cartera en la mesa junto al móvil y me acerco.

—¿No volverás a entrar en un ataque de asma?

Me parece estúpido que bromee con eso.

—No fue un ataque, idiota. Apenas y comenzaba a darme pero menos mal Alejandro actuó rápido a diferencia de tí.

—¿Segura que estás bien ya? Porque déjame decirte Smith, que estamos oficialmente invitados a nuestra boda.

—¿Qué?

—Son las invitaciones para dentro de un mes —me tiende la caja y dudo en agarrarla pero lo hago, me siento en el sofá y saco una para leerla.

Las tarjetas son muy sencillas y aunque no quiero admitirlo, están lindas también. Son de color blanca con un perfecto lazo alrededor de color beige pero lo que no me gusta es el texto, el hecho de ver nuestros nombres juntos con la palabra UNIÓN es lo peor.

"Llegó el día más especial, estaremos celebrando nuestra unión ante Dios y queremos que formes parte de este momento que quedará en nuestros mejores recuerdos. Patricia Smith y Geoffrey Rojas tenemos el honor de invitarte a nuestra boda que se celebrara el próximo 28 del mes de agosto..." 

No quiero leer más, basta con saber la fecha de la boda. Suelto la invitación junto a la caja y agarro mis cosas antes de subir a la habitación.

En la madrugada pienso en muchas cosas como en el reencuentro con Alejandro, el indicio de asma, las invitaciones, la boda, en lo que se ha convertido mi vida desde que acepté todo esto y en el imbécil que duerme en la alfombra al lado izquierdo.

Me apoyo sobre mi hombro y lo observo: duerme tranquilamente, arropado hasta el cuello y con sus labios entreabiertos. Me fijo que sobre la mesa de noche está su billetera y me llama la atención su identificación que sobresale de la misma. La saco cuidadosamente y aguanto las ganas de reír al ver su foto, ¿ha usado photoshop? ¿quién sale bien en la foto de identificación o licencia para conducir? ¡Nadie! o bueno sí, él.

¿1989? ¡Pero si es un viejo! Voy a casarme con alguien cuatro años mayor que yo. No es mucho la diferencia pero con Geoffrey todo es malo.

Dejo sus cosas como estaban y le echo una última mirada al pedófilo. Cualquier loca depresiva por todo esto agarraría una almohada y presionaría hasta dejarlo sin respirar, pero se trata de mí persona, la chica que es incapaz de matar una hormiga y además ¿por qué estoy teniendo estos pensamientos tan feos?

El Arte del Destino (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora