Capítulo 35

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—Si, acepto —respondo después de largos segundos. Royce me da un apretón de mano y sonríe.

—Si hay alguien que se oponga a este matrimonio, que hable ahora o calle para siempre.

El silencio se apodera del lugar y en este momento es cuando deseo la presencia de alguien. ¿Dónde está Abril? ¿Penélope por qué no entra si tanto desea a Royce? ¡¿por qué nadie interrumpe la boda?!

Procedemos a colocarnos los anillos y después firmamos.

—Por el poder que me confiere Dios, los declaro marido y mujer —los aplausos comienzan a escucharse seguido del fondo instrumental.

Acerca sus labios lentamente a los míos y apenas le correspondo con un rápido roce. Sus padres se acercan a nosotros para felicitarnos y después siguen los míos.

—Quiero estar contigo —susurra cuando salimos de la iglesia en compañía de los invitados.

Él sólo me buscaba para eso, para calmar sus necesidades masculinas. Una vez que estamos frente a su casa la música se escucha hasta el auto. Los invitados entran con sonrisa en sus rostros y algunos se nos acercan para felicitarnos una vez más.

—¿Qué tienes? —antes de poder responderle mi hermana llega.

—Algunos invitados quieren felicitarte Patti, vamos —sonríe y me jala pero rehúso a salir. Royce sí sigue y veo cómo se detiene a hablar con alguien más adelante—. ¿Qué tienes?

—De todo —intento controlar las lágrimas.

Samantha alcanza una copa de un chico que las reparte sobre una bandeja y hace que vaya con ella hacia el otro pasillo.

—Cuéntame.

—No te preocupes.

—Es tu boda, Patricia.

—Gracias por recordármelo.

(...)

La noche comienza a caer sobre el lugar. Luego de hacer el brindis, sacarnos fotos con los invitados y bailar el tradicional baile de boda, la música comienza a sonar por todo el lugar aún más fuerte y al ritmo de la misma todos los presentes mueven sus caderas.

29 de agosto

Son alrededor de las tres de la mañana y los invitados se están yendo; unos con algunas copas de más pero conscientes. Subo a la habitación, saco una maleta y comienzo a empacar las cosas.

—¿Qué haces? No es necesario que lleves todo eso al hotel —Royce se acerca y lo empujo.

—No te acerques.

—No estoy entendiendo.

—Ya ante todos estamos felizmente casados y no tiene sentido que siga aquí.

—Patricia, ¿qué quieres decir?

—Me voy.

—¿Cómo?

—Lo que has escuchado —contesto fríamente y termino con una maleta para luego ir por la otra—. No puedo seguir haciendo el papel de esposa feliz. Lo siento, me di cuenta que no soy una buena actriz. Por eso, te pido Geoffrey Royce que no me busques ¿de acuerdo? Ya hicimos lo que papá quería, casarnos y allí no incluye vivir juntos.

—Pero...

—Si vuelves a buscarme haré lo que han hecho con Carlos y pediré una orden de alejamiento.

Alguien toca a la puerta y es Samantha para avisarme que el taxi espera por nosotras.

—Ya voy, dame unos minutos.

Me aseguro de no dejar nada en la habitación con la atenta mirada de Royce sobre mi y bajo como puedo las maletas. Miro hacia atrás, Royce está parado en las escaleras viéndome con el ceño completamente fruncido.

Sé que necesita una explicación pero no soy yo quien se la va a dar.

—Tu último mensaje —interrumpo el silencio entre nosotros ya que afuera sigue la música—. Ese que leí esta mañana.

—¿Mensaje? ¿Leíste? —arruga su frente.

—Adiós.

El chico del taxi guarda las cosas en la cajuela y Samantha me ayuda a subir con el vestido. Estamos en la parte trasera de la casa ya que no quiero escándalos. He tenido suficiente con todo esto.

Le doy la dirección al taxista, arranca y voy perdiendo de vista a Royce que no hace más que quedarse de pie viendo el auto alejarse.

Cuando estamos frente al edificio, bajo la ventana y admiro la fachada.

—¿Estás segura? —pregunta mi hermana para después bajar del auto.

—Lo estoy, Sam.

El Arte del Destino (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora