Capítulo 27

289 21 1
                                    

El resto del día pasa rápido; asisto con Royce y su equipo a la conferencia donde aclara dudas sobre su próximo álbum y una que otras preguntas personales.

Después voy su presentación en la feria donde las fanáticas lo disfrutan hasta más no poder, mientras yo estoy con Laura en todo momento. Le agradezco de corazón que haya aclarado mi situación de anoche.

Una vez en la habitación, entra al baño para ducharse y yo salgo al balcón a observar el mar de noche. Termino caminando hacia el final del muelle, quito los zapatos y bajo. Sonrío al pisar la fría arena.

Rasgo el envoltorio del chocolate que he comprado antes de llegar aquí para después darle un mordisco y deleitarme con el mismo.

—¿Cuál era tu juego favorito de niña?

—Royce —limpio las comisuras de mis labios—, te hacía duchándote.

—Lo hice pero rápido —asiento y termino de tragar.

—Jugaba mucho a las escondidas con mi padre —recuerdo aquellos buenos momentos, cuando mi padre no era un monstruo ambicioso—. Una vez estábamos en un centro comercial y se me ocurrió esconderme en una tienda. No me encontraron hasta después de una hora, pensé que ganaría y lo hice pero el premio fue un castigo —río.

—¿Quieres jugar? —alzo la ceja divertida antes de reír más fuerte.

—Ya no soy una niña, es algo estúpido que quieras...

—Me voy a quedar aquí, vas y te escondes ¿vale?

Camino a paso rápidos hasta una palmera a centímetros de donde él está, me recuesto a la misma y espero unos minutos.

—Tienes cinco segundos para correr o sino, terminarás en el frío mar.

—¡No!

—Uno...

Empiezo a correr y lo hace también, volteo para asegurarme haberlo perdido pero cada vez lo veo más cerca. Opto por correr hacia el agua, en donde me paralizo unos segundos al sentir lo fría que está.

—Está muy fría —le aviso cuando noto su intención de acercarse.

De igual forma lo hace, llevándome de vuelta a la orilla.

—Lo está.

—¡Mi chocolate! —exclamo al ver la barra en la orilla siendo arrastrada por las olas.

Caigo en la orilla con él encima dejándome sin aire. Forcejeo para librarme de su peso pero es inútil porque una ola nos deja completamente mojados, cosa que le parece muy divertida y comienza a reír.

Su mano sube por mi espalda con la intención de quitar la camisa y el agua le dificulta el trabajo ya que la fina tela se pega a mi piel. Fija sus ojos en los míos, momento en que mi respiración se vuelve pesada y es porque esto no es nuevo para mí. Sé lo que él quiere, estuvimos a punto de hacerlo hace poco.

Levanto los brazos para que pueda quitarla sin complicaciones y en cuestión de segundos se deshace de la misma con mucha delicadeza. Centra su mirada en mi abdomen haciéndome sentir desnuda con ese simple gesto. No tardo en quitar la suya, la lanzo quedando muy cerca de la mía y vuelvo mi mirada a él.

Besa mis labios de manera lenta, sin apuros ni presiones de por medio. Enreda sus dedos en mi cabello lleno de arena para después bajar los besos a mi cuello, haciéndome experimentar sensaciones nuevas.

—Es lindo todo esto —murmuro cerca de sus labios.

—¿Estar semidesnudos detrás de un hotel arriesgándonos a que nos vean?

No entenderá lo que quise decir.
Será mi primera vez y aunque no es con el hombre que esperaba, sí en un lugar diferente y "romántico". Esto es lo que me parece lindo. Parezco criada en otra época con principios en peligro de extinción. ¿Qué chica llega virgen a mi edad? no lo sé, pero formo parte de ese porcentaje hasta el día de hoy.

Me atrae hacia él y rodea mi cintura sin dejar de besarme. Hay adrenalina de por medio; no será conveniente para nosotros que nos vean así en un lugar público pero para los medios les va a parecer muy interesante.

—Royce —por alguna extraña razón su nombre sale de mis labios junto a un jadeo.

—No digas nada.

Una ola vuelve a hacer de las suyas con nosotros, alejándonos de la orilla. Con cada caricia, beso y segundo que pasa estoy más nerviosa. No quiero salir a la superficie por temor a que el frío sea incontrolable pero cuando él me alza y me deja caer sobre nuestras prendas, no existe frío.

Baja el short de mi pijama dejándome cada vez más expuesta a él pero ansiosa de saber qué será lo próximo.

El Arte del Destino (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora