Capítulo 41

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23 de septiembre

Me encuentro con mi madre de compras ya que me animó a salir de casa y así distraerme un poco. Mientras estamos en el centro comercial aprovecha de escoger un lindo vestido que quiere verme puesto el día de mi cumpleaños. Es de color verde agua, en forma de "V" por detrás y algunos detalles de florecitas en la parte delantera.

Escoge también algo para ella y después de dar por terminado nuestro día madre e hija, decidimos volver a casa. Paso frente a una tienda de bebés donde todas las ropas y accesorios captan mi atención. Sonrío al imaginar cómo será mi bebé, ¿a quién se va a parecer? ¿será niña o niño?

—¿Hija? sigamos, estas cosas pesan y quiero pasar por una pizzería.

—Claro, claro —agito la cabeza y continúo caminando dirección al estacionamiento.

—Pediré una pizza familiar. Desde que descubrí este restaurante se convirtió en mi favorito.

Enciende la radio y una canción de Juan Gabriel se escucha en el interior del auto. Mi madre la tararea muy concentrada y no me quedo muy atrás, realmente es pegajosa. Minutos después estaciona en la pizzería, decido esperarla en el auto y una vez que se aleja del mismo apago la radio.

Las palabras de Royce diciéndome que me quiere hacen eco en mis pensamientos. También lo quiero pero es algo que podría acabar mañana o en unos días, por mas que esté esperando un hijo suyo no quiere decir que estaremos juntos de por vida ¿o si?. Me hubiese gustado conocerlo en otras circunstancias, tratarlo antes de comenzar a llevar una vida de esposos y que todo esto no se trate de un estúpido trato.

¿Realmente no estuvo con Penélope? ¿Por qué ella inventó algo así?, es una chica muy astuta, si su plan era causarme celos lo logró.

Mi madre vuelve minutos después con una caja familiar en manos y debo aguantar las ganas de abrir aquí mismo esa caja y devorar la pizza.

(...)

—No tienes que hacerlo, ve a descansar que yo me encargo —dice Royce por segunda vez al verme ordenando las cosas que hemos ensuciado luego de comer.

—Quiero y puedo hacerlo Royce, no es nada.

Se acerca para después apartar el plato lleno de salsa y llevarlo junto a los otros. Suspiro con fastidio y sigo tras él.

—Al menos déjame botar esas servilletas ¿si? —quito las que están a un lado.

Cuando termina de lavar todo y secar algunas cosas, me mira haciéndome sonreír. Estúpido.

—Yo...

Interrumpe dándome un beso, y no cualquier beso. Es de esos que he estado necesitando durante mucho tiempo.

—Penélope, fue ella quien te envió un mensaje —explico en voz baja y cierro los ojos—. Estabas duchándote cuando lo leí. Siento no haber respetado tu privacidad. ¿No estuviste junto a ella en México? me refiero a que...

—No Patti, no estuve con ella como lo estás imaginando.

—Los encontré besándose en el camerino ¿lo olvidas? y después ella entró a ese concierto haciéndose pasar por tu prometida —resoplo—. Soy una tonta.

—No eres una tonta. Y sí, ella me besó ese día pero me tomó por sorpresa.

—¿No pasó nada antes?

—No —voltea los ojos cómicamente y río—, no estuve con ella a solas sino nada más el día del concierto.

Asiento mordiendo mis labios y segundos después le doy un beso, dos y así hasta que mi adorada hermana decide entrar a la cocina interrumpiendo mi momento.

El Arte del Destino (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora