Capítulo 2: Nuevos aires, nuevas personas.

805 46 21
                                    

Por fin, oficialmente había pisado suelo español. Ya podía notar el cambio, se podría decir que se sentía un “bicho raro” entre tantas personas. Tomó sus maletas de la cinta transportadora y se fue caminando hacia la salida. Ahora, debía encontrar a Natalia. Una tarea un poco difícil, ya que había un océano de gente en ese aeropuerto. Comenzó a observar y observar, rogando porque Nat no se hubiera olvidado de buscarla en el aeropuerto. Repentinamente sintió que alguien la abrazaba por la espalda. A Nina se le heló la sangre, pero al darse vuelta vio a una contentísima Natalia, con sus labios vestidos de rojo y con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Nina! ¡Hace tanto tiempo! Me alegro que estés aquí –Dijo mientras la soltaba y la miraba de arriba abajo- Veo que estás echa toda una mujer, ¡Cuando nos distanciamos éramos unas chiquillas! –Nat se rió a la par de Nina, había pasado tanto tiempo.-

-¡Y tú no te quedas atrás Nat! ¿Qué pasó con la niña que se reusaba a aplicarse maquillaje? –Nina recordó el rostro de Nat a los 18, al estilo natural, obviamente con un cutis más que perfecto.-

-Crecí, no lo sé. Tal vez a los hombres de aquí les gusta más así. –Nat tomó una maleta de Nina y se encaminó al auto- Tengo tantas cosas que enseñarte, ¡Vamos! –Nina tomó la otra maleta y la siguió. Se dirigieron a su auto rojo. –Bueno Nina –dijo Nat mientras se colocaba el cinturón de seguridad- Había pensado enseñarte un poco Madrid, hacer un poco de turismo antes de que tú empieces con tus cosas. Pero eso tendrá que esperar unos tres días. La mudanza me tiene loca, tendrás que ayudarme un poco.-

-Pero claro Nat, eso es obvio. Soy como una más ¿Si? No te preocupes por mí, podemos conocer cuando quieras- Nat sonrió y asintió, haciendo que su melena negra se moviera de arriba abajo. Luego colocó un poco de música-

Nina se dedicó a observar la ciudad que la rodeaba. ¡Joder! Que pedazo de ciudad. Veía miles de rascacielos modernos que se mezclaban con casas antiguas y espacios verdes de la gran puta. Estaba más que convencida que Madrid le deparaba muchísima cosas.

Natalia entró con su automóvil por una cochera de un edificio. Bajaron las bastantes grandes valijas de Nina y subieron por el ascensor. El apartamento era en el piso 6. La puerta estaba enfrentada a otro apartamento, sus futuros vecinos. Al abrir la puerta, Nina solo pudo observar: Cajas. Cajas encima de cajas. Al instante entendió que eso les daría un trabajo muy duro. Qué más decir… Su nueva casa era bastante espaciosa, todas las paredes eran blancas y había bastantes ventanas que otorgaban mucha luz al lugar, eso le gustaba.

-Bien, podríamos pedir pizza y ordenar un poco. Mientras antes terminemos todo esto, mejor será. –dijo Nat mientras miraba a Nina con expresión cansada. Se ve que la mudanza realmente la había agobiado.-

-Me parece un plan perfecto. ¿Mi habitación?

-Ah si claro, casi lo olvido. –Llevó a Nina a una puerta y la abrió. Lindo lugar, lo suficientemente grande y luminoso. Solo había una cama y además tenía una ventana que daba directo hacia el centro de Madrid. Una maravilla. –¿Te agrada? –Pronunció Nat con miedo- Si quieres puedes quedarte con la m…

-No, es perfecta, más que eso. Gracias Nat, en serio  lo agradezco. –le dio un pequeño abrazo a su amiga, que la recibió de la mejor forma-

El día pasó bastante rápido. Ordenaron prácticamente todo. Solo que faltaban los muebles. Ya en dos días, el apartamento se vería fenomenal. Al llegar la noche, se quedaron hablando hasta altas horas, sobre su pasado, sobre todas las experiencias que vivieron juntas. Nat comenzó a ser amiga de Nina cuando ella entabló una relación con su mejor amigo, Antonio. Cuando Nat y Tony se separaron, Nina ya se había encariñado mucho con Natalia. Tony se fue a estudiar a la otra punta del país y prácticamente perdieron contacto. Desde allí, Nat y Nina fueron muy cercanas, hasta que Natalia decidió navegar otras aguas e irse a España.

-¿Y recuerdas cuando te caíste en medio del centro comercial? –Nat se descojonaba de risa-

-Puf, no me lo recuerdes. Allí estaba Miguel, ¡Lo amaba! El momento más vergonzoso de mi vida –Nina se unió a las risas de Nat-

-¡Qué momentos! ¿No? Y después de tanto tiempo, juntas de nuevo. Ese destino es imparable ¿Sabes? –Nat se quedó en silencio por unos segundos- Y… ¿Qué harás ahora? Me refiero a tu trabajo y tal…

-Creo que saldré a buscar algo en algún estudio de televisión, sino, empezaré desde abajo. Mesera o secretaria, ya veré. ¿Y tú? ¿De qué vives?

-Terminé mi carrera de periodismo y trabajo en una revista de salud, en la columna de alimentación – hizo una mueca, mostrando insatisfacción. Se notaba que ella tenía más potencial que eso.-  Mi sueño es poder llegar a algún prestigioso periódico, pero ya va a llegar… -Nat dio una pausa y luego emitió un pequeño bostezo- Nina, creo que me voy a descansar. Hoy fue agotador.

-Si, yo igual, el viaje es duro. Hoy dormiré como un tronco, te lo aseguro. –Nina se expresó mientras se levantaba- Que descanses Nat

El sol madrileño pegaba en la ventana de Nina, calentando el ambiente de la habitación. Ella, molesta por los incómodos rayos de sol se vio obligada a despertarse. Observó el reloj de su muñeca, 8.00 de la mañana. ¿En serio? Ni en su casa se levantaba a esa hora. Intentó volver a dormir pero no hubo caso. El sueño había desaparecido. Se levantó de su nueva cama y se dirigió a la cocina en busca de Nat. Para su sorpresa Natalia no estaba, había dejado en su lugar un pequeño anotador amarillo que decía: “Nina, no quise despertarte, el viaje debe de haber sido agotador. Me fui a Ikea. No sé a qué hora volveré. Diviértete”

¿Ikea? ¿Qué era eso? Suena a peluquería, tal vez quiere estar mona, quién sabe. Okay, sola en una ciudad que apenas conoces. ¿Qué debería hacer? Mmm… Tal vez salir a correr no era una mala idea. Debía hacer ejercicio, mover esas piernas que hacía tantas horas estaban inmóviles, y de paso, conocería un poco más la capital de España. Entonces tomó una manzana que había en el refri (no se sabe cómo llegó hasta ahí) y se puso su conjunto deportivo. Cogió su celular y salió del edificio. Se colocó los auriculares y se fue trotando al ritmo de Capital Cities, obviamente recordando por donde cojones se movía, ¡Lo único que faltaba era que se perdiera! Paseó por parques verdes, repletos de flores y por calles recónditas, invadidas por las sombras de los edificios. También pudo ver iglesias enormemente construidas, de una arquitectura impresionante. Era como estar en un sueño, esa ciudad era bella por donde la miraras. Eran cerca de las 10 de la mañana y Nina ya estaba de vuelta. Un señor bastante mayor de edad, abría la puerta del edificio y amablemente la dejó pasar. Acto seguido cogió el ascensor y presionó el botón “6”. Ya en su piso, golpeó la puerta y… Nada. Volvió a golpearla y nada otra vez. Comenzó a desesperarse, Nat no había llegado aún y ella como buena gilipollas que era, no había llevado consigo una puta llave. Así que no podía entrar a su propia casa. “¡Bien hecho Nina! Qué buena forma de empezar tu vida independiente y libre” se decía a sí misma. No tenía otra solución que quedarse en la puerta esperando a que llegara su amiga, ya estaba demasiado cansada como para volver a salir. Se sentó sobre la puerta de su apartamento y sacó su celular. Comenzó a jugar al famoso “Flappy Bird” que Dani le había descargado a su celular. Verdaderamente, un juego de mierda, no solo que era súper difícil, sino que era una de las cosas que más cabreada la ponían. Su puntuación récord era de 4! Le daba vergüenza hasta decirlo. Inhaló y exhaló, tratando de calmarse luego de haber leído por segunda vez consecutiva la palabra “Game Over” en la pantalla táctil. Había perdido otra vez y ese puto pájaro se le reía en la cara. Comenzó de nuevo, siguió con el “tap, tap, tap” y lo conseguía, estaba superándose a sí misma. Hasta que escuchó la cerradura de la puerta de enfrente, se desconcentró y entonces volvió a perder, dejando que el puto pajarraco cayera al piso.

-Ese pájaro es un hijo de puta –habló el individuo que parecía ser su vecino. Nina subió la vista y se encontró con un joven, de unos veintipico de años, pero si lo juzgabas por cómo se vestía parecía un niño de 18. Al mejor estilo skater. Llevaba puestos unos jeans con cinturón, que verdaderamente no se entiende el porqué del cinturón si tiene los pantalones colgando. Además llevaba una sudadera de colores y una gorra verde.

-Ni que lo digas –Nina alcanzó a reaccionar luego de observarlo detenidamente. El vecino no mostraba su rostro aún, estaba concentrado buscando la llave correcta para ingresar en la cerradura-

Como café por la mañana (Fan Fic Rubius)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora