Capítulo 11: Cena reveladora

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-Hola, ¿Qué se le ofrece señora de aspecto serio y profesional? –Sabía que lo decía por mi atuendo. Lo sé, lo sé… Esta ropa no ayuda a que me vea “juvenil” o “fresca”, como sea. Solo lo observé con mi típica mirada amenazante, la cual obviamente, terminó convirtiéndose en una sonrisa. Por su parte, él gesticuló una mueca extraña, esas que solo él articulaba. Lo saludé con un beso en la mejilla y me invitó a pasar.-

-Miren quién ha llegado. –Rubén entró en el living moviendo sus manos, preparando mi entrada triunfal.-

-Hola. –Saludé inocentemente hacia Natalia y Mangel, que yacían sentados en la mesa.-

-¡Justo pah la cena! –Mangel se levantó a saludarme y luego entró a la cocina.-

-¿Y? ¿Cómo ha ido tu primer día de trabajo? –Natalia me habló entusiasmada mientras que se giraba en su silla para que estuviéramos cara a cara. Rubén se sentó frente a mí y se unió a la charla, observándome con detenimiento.-

-Bien, supongo. Papeles, teléfonos, cafés para jefes… En fin. –Suspiré, no podía creer que lo decía con tanta naturalidad. Comenzaba a asustar la idea de acostumbrarme a vivir así toda mi vida, o por lo menos todo el tiempo que estuviera en Madrid.- ¿Ustedes? –Intenté cambiar de tema, mi día no había sido para nada divertido. Inmediatamente entró Mangel con los platos de comida en la mano. Nos los colocó a cada uno es su lugar y Rubén sirvió en nuestras copas un vino tinto.

-Mmmm, ¡Está buenísimo! –Natalia observó a Mangel con admiración mientras que saboreaba el pollo a la mostaza con papas que tenía en su plato.-

-¿Si? Me has tocáoh el corazón. Por suerte cocinéh yo, ésteh no sabe ni cortar el pan. –Señaló a Rubén, observándolo de reojo. Por su parte, Rubén solo juagaba el papel de desententido, evitando cualquier contacto visual con Mangel. Nat y yo reímos a la par, viendo como ese par se hacían pequeñas escenas.-

Pasamos toda la cena riendo, que más se puede decir. Ellos nos contaban algunas anécdotas y nosotras igual. Conversamos mucho, aunque todo fue muy superficial: Gustos, películas, música, política… Esos fueron algunos de los temas que predominaron en la mesa. Ya los conocía bastante a los dos, pero sentía que no sabía mucho de ellos realmente, solo lo básico. Tal vez no nos consideraban de su confianza o simplemente eran muy reservados.

Los platos ya se encontraban vacíos y la botella de vino se encontraba a medio tomar. Natalia debatía con Mangel sobre quién era mejor equipo, El Real Madrid o el Barcelona. Rubén se encontraba con su gata negra en brazos, acariciándola lentamente, inmerso en su mundo mientras que yo… Yo solo observaba como el animal ronroneaba plácidamente en su regazo.

-Veo que eres un fanático del fútbol… -Natalia apoyaba los codos sobre la mesa, mientras que observaba atentamente a su nuevo amigo.-

-Nah, me gusta lo suficiente… Mi verdadera pasión son los videojuegos. –Mangel sonrió al ver la expresión sorprendida de Natalia. Por mi parte, escuche como la palabra “videojuegos” hacía eco en la habitación, pude visualizar al pequeño Dani en la sala de mi casa… Mi corazón se hizo un nudo, lo extrañaba demasiado. Inconscientemente, decidí unirme a la conversación, porque de alguna forma, eso me recordaba a mi hermanito.

-¿En serio? –Me integré a la dupla, recibiendo la atención de Mangel, el cual asentía velozmente.-

-Si, me encantan. –Mangel se limitó a hablar, pronunciando el final de la oración casi con un hilo de voz, se había puesto nervioso y no sabíamos por qué. Acto seguido, tragó sonoramente… Y allí nos dimos cuenta como Rubén lo observaba penetrantemente, como si intentara decirle algo con su mirada. Mangel se quedó petrificado por un momento, pero luego, intentando disimular su reacción escuchó a Natalia que se dignaba a hablar.

Como café por la mañana (Fan Fic Rubius)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora