-¡Coge ese pan con semillas de allá! –Me dijo Natalia, señalando a la línea de productos que se encontraba a mi izquierda, mientras que ella empujaba el carrito de supermercado con ímpetu.- ¡Que me encanta comerlo en el desayuno! –Lo tomé entre mis manos y lo eché en el interior del carro con desgano.- ¡Oh, y ese pan de pipas de allá! ¡Que me vuelve loca!
-Natalia, creo que ya estás cogiendo demasiadas estupideces. –Dije mirando todos los productos que ella había seleccionado, los cuales ya prácticamente rebosaban el carro. Habíamos decidido hacer la compra del mes pero… Tampoco para abusarse, comprando cosas que iban a quedar en el fondo del mueble, alcanzando su fecha de caducidad.-
-¡Tú porque no lo has probado! ¡Cuando lo pruebes no quiero que te lo comas todo, eh! Nina, que no es nada. Prometo que no cojo nada más. –Reí mientras que ella intentaba convencerme de que era buena idea. Ni que fuera su madre como para ordenarle que comprar o no, pero… habíamos decidido dividir los gastos en dos y no pensaba pagar por cosas que ni siquiera íbamos a comer.-
Como se puede ver, la tormenta de discusiones en la que me vi inmersa hace dos días, ya había cesado, por lo menos entre Natalia y yo. A la mañana siguiente de esa catastrófica noche, justo cuando estaba haciéndome una cola de caballo en el cabello para partir al trabajo, encontré una bandeja perfectamente acomodada con jugo de naranja exprimido, un café expreso recién preparado y un croissant caliente, conjunto con una nota que decía:
“Siento mucho lo que pasó anoche. Perdóname Nina! Te quiero mucho. Nos vemos esta nocheJ ”
Vale aclarar que a Nat le encanta obsequiar ese gesto en forma de arrepentimiento, varias veces me ha tocado recibir una bandeja con comida, luego de que ella haya hecho alguna de las suyas. Pero, ¡Qué más da! Aceptar sus disculpas era lo menos que podía hacer… Ni que ella hubiera hecho algo tan malo. Es solo su personalidad, y yo soy la que tiene que acoplarse a ella. Puede que Natalia sea histérica y un poco estresante, pero es buena gente, y eso se podía ver a kilómetros de distancia.
Ya era jueves y no habíamos encontrado mejor actividad que ir al Mercadona para hacer una compra importante, que nos abasteciera durante por lo menos un mes.
Y aunque quisiera hacerlo pasar como una actividad poco influyente en mi vida, no era así. Faltaban dos días para que la cita con Rubén llegara y eso… eso me ponía muy, muy, muy nerviosa. No era solo por el hecho de no saber siquiera cómo reaccionar ante una situación así, donde Rubén y yo estuviéramos involucrados como algo… más. Sino porque durante estos días, no había recibido ni un mensaje de su parte. Además, ¡No sabía si eso era bueno o malo! Si está interesado en mí, por lo menos debería… ¡Escribirme! Preguntarme como estoy o aunque sea inventar escusas pésimamente formuladas para tener la oportunidad perfecta para relacionarse conmigo. No lo sé… Tal vez, estoy tan acostumbrada a esa más que trillada táctica para ligar que me parecía lo más normal que un hombre podía hacer. Pero… Me estaba olvidando de algo, Rubén no era para nada normal. O eso era lo que me estaba demostrando.
…
La etapa de las compras había sido finalizaba. Y aunque nadie se lo crea, recorrer grandes extensiones de pasillos con productos en hileras era más cansador que cualquier otra cosa. Nat y yo, víctimas de esta agobiante actividad nos encontrábamos prácticamente estampadas sobre el sofá de colores de la sala, comiendo de una bolsa de Doritos, masticando y produciendo adrede el mayor ruido posible, mientras que Natalia, con el control remoto, hacía un fugaz zapping por los canales disponibles. Paró en un canal en donde Venganza*, aquella película de desesperante acción, era reproducida.
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Como café por la mañana (Fan Fic Rubius)
FanfictionMuchos dirán: ¿Por qué renunciar a una vida perfecta? Una vida llena de lujos y satisfacciones que cualquiera daría lo que sea por tener. Poder ser dueño de una mansión en la mejor área de la región, tener siete autos de alta gama, un campo a las af...