Capítulo 23: Qué oportuno.

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Lo que pasó luego de que llegué al apartamento en ese crepúsculo de Domingo fue lo de siempre. Yo le cuento a Natalia la situación en la que me encontraba, ella se emociona y vocifera un "¡Las cosas no podrían estar yendo mejor!".

Y yo... como tonta, asiento sonriendo, dejando mi mirada dispersa en la nada.

Porque en realidad, estaba de acuerdo con eso. Las cosas no podían estar yendo mejor.

Me sentía querida, y aunque estuviera en una permanente nube de desconcentración, me gustaba esa idea. Tal vez me estaba ilusionando con algo que ni siquiera había pasado, o que ni siquiera iba a pasar. Pero, por momentos, esta situación daba gusto. No sabía qué mierda saldría de todo esto que me rodeaba desde hacía algunos días, pero estaba segura (o prefería estarlo) de que me haría bien. 

¡Pero Nina, si dijiste que no querías estar con nadie en el tiempo en el que estuvieras en Madrid!, Mi racional y bella conciencia me recriminó, de la forma imperativa de siempre.

¡Ya lo sé! ¡Sé lo que dije! Pero... Hay un problema. Nunca conté con la idea de que alguien aquí me iba a colocar en este estado de hormonas adolescentes. Aaaaaunque, ya tendría que tener en claro lo embobada que me pongo cuando una pisquita de atracción hacia alguien se me incrusta en el hipotálamo. Pareciera que mi cuerpo entero se derrite ante la más mínima pronunciación de esa persona especial.

En resumen... Me encontraba feliz y sonriente, mientras iba montada en el metro, sosteniéndome cautelosamente de las barandillas amarillas, como otro lunes de mi vida, camino al trabajo.  Y, a pesar de que fuera lunes y de que me la hubiera pasado casi todo el Domingo en ese cuchitril que se hace llamar oficina, estaba feliz. Feliz de que en unas cuantas horas más, Rubén y yo charlaríamos de lo que ha estado pasando entre nosotros desde hace más de un mes.

...

Ya luego de haber ingresado al edificio y de haber posado mi bolso sobre el escritorio como cualquiero otra mañana, ingresé a la oficina de Antonio, con la bandeja del café en mano, para encontrarme con una sala vacía. Al parecer, Antonio no estaba en el lugar  pero su traje negro y el maletín de cuero sí. Pensé que debía estar en algún otro piso del canal, asi que deposité con cuidado el café con las galletas de limón. Ya vendría. Y esperaba que antes de que la mierda de café se enfriara...

Regresé a mi hábitat de trabajo, apoyándome pesadamente sobre la silla y tecleando algunas cosas en la computadora. La pequeña Paper note amarilla pegada en el dorso de la agenda de Antonio me indicaba la lista de cosas a hacer. La primera de ellas era... Adivinen. Llenar un... ¡Formulario! Otro maldito formulario. La segunda era recibir a unas cuántas personas y hacerles una pequeña entrevista, con algunas preguntas organizadas por Antonio, las cuales debían ser respondidas y enviadas a su despacho cuando todo terminara. Y bueno, la tercera y última cosa de la lista era llamar a la imprenta gráfica que haría publicidad  sobre no sé que mierda de la empresa. La cuestión era que debía arreglar una cita para el Jueves a las 8. Finito.

...

Tristemente, las dos primeras acciones que debía realizar me llevaron toda la mañana. ¡Tuve que seguir entrevistando a personas como dos horas después de la hora de comida! No tenía consciencia de que fueran tantas personas ni que me fuera a llevar tanto tiempo. Algo bueno era que, a pesar de todo, el día ya estaba por terminar (solo quedaban unos cuarenta minutos) y el solo hecho de imaginarme a mí misma dispersa sobre el sofá del apartamento me daba un instantáneo placer.

Mientras que escuchaba como la voz cansada de la mujer al otro lado de la línea le daba vueltas al asunto de la reunión y que mi hombro se contracturaba por coger el teléfono blanco sin las manos, pude divisar como la sombra de Antonio se paseaba frente a mí con rapidez, seguido de una mujer de cabello castaño, con expresión completamente frustrada y paso firme. Él y ella voltearon a verme apenas les puse un ojo encima, la muchacha soltó un resoplido e inmediatamente entró a la oficina, después de Antonio.

Como café por la mañana (Fan Fic Rubius)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora