Capítulo 9: ¿Suerte o perseverancia?

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Tenía pinta de cabaña de hippies. Casa de madera, con la puerta pintada de púrpura y un pequeño signo de la paz en fucsia. Tal vez era buena gente. Aunque ya no me fiaba, de nadie, y más después de lo que viví hace un momento. Me decidí a golpear la puerta, esperando que alguien me contestara. Luego de unos 30 segundos, alguien la abrió. Para mi sorpresa, tuve que bajar la mirada. Un niño de unos seis años me sonrió. Llevaba su cabello bastante largo y un par de trenzas de hilo que le colgaban.

-Hola –Me dijo inocentemente mientras agitaba su mano-

-Hola pequeño. ¿Está tu madre? –le observé con ternura, esperando su respuesta.-

-Si. ¡Mamá! –Gritó hacia el interior de la casa, en busca de su madre.- Ya vendrá –Al decir esto, desapareció sin darme la oportunidad de un  “gracias”. Apareció en escena una mujer, con gran cantidad de arrugas y una falda larga y amarilla.

-Hola señora. Vengo por la entrevista de trabajo. –Intenté parecer confiada en mí misma, que en realidad, era como menos me sentía.

-Ah, si. Por aquí. –Sonrió, pero fue ese tipo de sonrisas que esconden algo. ¡Joder! Malas percepciones desde el principio. Ya veía algo raro en su mirada, y no que yo fuera vidente ni nada por el estilo pero… Lo sentí.-

Entre a la pequeña casa, esta tenía un olor peculiar, que era entre humo de cigarrillo y aromatizante de limón. Caminamos por el living que se encontraba repleto de ropa tirada, algunas botellas de alcohol y juguetes. ¡Joder! Cómo vivía esta gente… Mi miedo y frustración se intensificaba mientras que la mujer me condujo a una pequeña habitación, la cual deduje que era una especie de estudio. Se sentó detrás del mostrador y me observó, para que me sentara.

-Bien. Esto es simple. Necesito que edites un pequeño video, donde aparezcan postales molonas de España y toda esa basura… Además quiero que lo comercialices como es debido, que atraigas clientela. Eres joven, debes tener muchos amigos por ahí. La idea es atraer a jóvenes en busca de un lugar para bailar y emborracharse. De paso, proporcionales algún productillo clandestino. Te pagaré 15 euros, ¿Qué dices? -La mujer, antes que lograra aclararle que por 15 euros no iba a mover ni un dedo, abrió inesperadamente un cajón de la mesa y despreocupadamente cogió una caja de cartón. La abrió y sacó pequeñas bolsitas blancas. Luego las espolvoreó sobre la gastada mesa de plástico y… ¡Coño! ¡Lo aspiró! ¡Era droga, jodida cocaína! Ella levantó la vista, percatándose que la observaba con mis ojos bien abiertos. -¿Quieres? –Tomó la jodida bolsa y me la acercó a la cara.-

-¡No! ¡Por Dios! –Me paré inmediatamente, ¿Es que no iba a encontrar a nadie normal por esta puta ciudad? -

-¿Qué? ¿Qué pasa? –Reaccionó pensando que estaba loca.-

-¿Que qué pasa? ¿Estás hablando en serio? Madre mía, ¡Eso es ilegal! – Tomé mi bolso de forma desquiciada, casi temblando, mientras que la mujer posaba sus piernas sobre la mesa, despreocupada.-

-Hombre, que no es para tanto.  –Esto ya era el colmo, ¿Primero un sexópata y ahora una drogona? Me voy de aquí, ¡Me voy a la mierda! Dicho esto en mi mente, tomé mi bolso y exasperadamente salí por la misma puerta por la que entré hacía unos minutos. Pasé por el living y luego por al lado del pobre niño que había ahí. Me dio lástima el solo hecho de pensar que esa criatura vivía en ese lugar. Cerré con brutalidad la puerta que tenía pintado el signo de la paz. Si hay algo de lo que estaba segura era que ese lugar no tenía nada de pacífico.

Once y treinta de la mañana. Me encontraba caminando, pateando una estúpida piedra gris que me había encontrado en el camino. No podía ser que cada puto empleo que encontraba, tenía involucradas a las personas más asquerosas de Madrid. ¿Acaso el destino me quiere tan poco? ¿Hice algo mal para recibir esto? Apuesto a que la próxima entrevista que tuviera, sería de algún traficante de órganos o algo por el estilo. Voy a llegar a mi apartamento y me colocaré a ver una jodida película de autoayuda a ver si puedo remediar el daño psicológico que este día me ha provocado. Ya no era miedo lo que me dominada, estaba cabreada, cabreada a tal punto  que si alguien me hablaba ahora, me tornaría como Hulk y destruiría la maldita ciudad. Y… ¿Qué creen que ocurrió? ¡Si, adivinaron! El puto móvil comenzó a sonar dentro de mi bolso y mis ojos se tornaron grises por un segundo. Lo tomé ferozmente, mientras me dirigía a quién sabe dónde.

Como café por la mañana (Fan Fic Rubius)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora