La tarde caía lentamente, aunque el sol se encontraba presente en el cielo, coloreando las volátiles nubes de un tenue rosa. Empujé la gruesa puerta de vidrio, para poder salir del edificio en el cual trabajaba. Había pasado un mes desde que entré a por primera vez aquí y finalmente, después de tantas horas, me habían pagado el tan deseado sueldo. Ya me sentía parte de este lugar, la confianza con Antonio había aumentado, él ya me daba encargos mucho más importantes que requerían que yo fuera al Banco o a buscar documentos de importancia, había aprendido mucho y lo mejor de todo era que comenzaba a sentirme cómoda allí.
No voy a mentir, me encontraba bastante feliz, mi rostro tenía impregnada una sonrisa confiada en sí misma, como si nada ni nadie pudiera borrarla. Lo que me quedaba del día, lo iba a disfrutar y no habría nadie que me lo impidiera. A medida que caminaba serenamente a un paso de mediana tranquilidad, las malditas publicidades de comida impresas en los carteles luminosos alrededor de la capital, tentaban mi organismo de una forma descontrolada. Y ¿Saben qué? ¡No me iba a negar! ¡Responder a las tentaciones del consumismo no es un lujo que uno se pueda dar normalmente! Y como acabo de recibir dinero ganado con mi propio esfuerzo, voy a hacer lo que me plazca con él, porque por algo es mío.
Sedienta de consumir algo (cualquier cosa) entré con delicadeza a un Carrefour Express de por ahí. Comencé a recorrer las filas de productos con la mayor tranquilidad del planeta, sin tener el apuro de nada. Luego de pasar por el sector de los congelados, mi espina dorsal experimentó un extravagante escalofrío al sentir el choque con el cambio de temperatura, hice un poco de footing con el objetivo de salir de ese espacio, para adentrarme en otro. Observaba galletas, chocolates, entre otros alimentos con bastantes calorías, que ordenados en filas proporcionaban variedad de colores a mi vista. Pude visualizar a unos metros, que entre la variedad de dibujos de animales, sobresalía un elefante café impreso en una caja. Si, un elefante. Enfoqué la vista y Choco Krispis es lo que el logo decía en letras amarillas. “¿Quieres algo para tomar? ¿Un café? ¿Choco Krispis? Amo los Choco Krispis, por cierto” Rubén pobló mis pensamientos. Reí internamente, recordándolo masticando con fervor los cereales chocolatosos el primer día que nos conocimos. Tal vez la estresante insistencia de Natalia había funcionado o tal vez, después de algunos encuentros, ya le había pillado cariño. Lo extrañaba. Tenía ganas de estar con él. Además, ¿Cuánto había pasado? ¡Hacía mucho que no lo veía! Ya que hoy iba a ser considerado como mi día off, charlar un rato con mi amigo será un placer.
Decididamente, cogí la caja de cereales y salí de allí, no sin antes tomar unas Chips Ahoy de la estantería de en frente. Luego de pagar, salí por la puerta corrediza con una leve sonrisa en mi rostro, abriendo con delicadeza las calóricas galletas.
Ya me encontraba frente a su puerta, y luego de haber tocado el molesto timbre de mi vecino, había esperado cerca de medio minuto. Escuché como una llave giraba, provocando que un sonido metálico hiciera eco en el silencioso pasillo. La puerta blanca finalmente se abrió, y allí, apareció Rubén, con su cabello sin siquiera peinar y rascándose toscamente un ojo. Al verme frunció su ceño, y sin demasiado éxito, intentó esconder una tímida sonrisa que asomaba en su rostro.
-Hola Nina. –Ahora la sonrisa se liberó y poblaba completamente su expresión. Acto seguido, me tomó de un hombro y depositó un suave beso en cada una de mis mejillas, sin dejar espacio a que reaccionara.- ¿Cómo estás? –Ahora me miraba expectante, analizando cada facción de mi rostro.-
-Bien. –Me limité a decir, mientras que le enseñaba una amplia sonrisa, perdiéndome en su verdosa mirada.-
-¿Quieres pasar? –Se animó a decir Rubén, subiendo las cejas exageradamente, haciéndome paso entre el umbral de la puerta para que mi cuerpo cupiera.-
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Como café por la mañana (Fan Fic Rubius)
FanficMuchos dirán: ¿Por qué renunciar a una vida perfecta? Una vida llena de lujos y satisfacciones que cualquiera daría lo que sea por tener. Poder ser dueño de una mansión en la mejor área de la región, tener siete autos de alta gama, un campo a las af...