Capítulo 8: Estampándose la cara contra el asfalto. Parte 2.

511 30 10
                                    

-Buenos días, señorita. –Él no quitaba su expresión de interés y me estaba poniendo un tanto incómoda.-

-Buenos días, ayer llamé en busca de una entrevista de trabajo. Por el puesto de Publicidad. –Cogí un mechón de mi pelo y lo coloqué detrás de mi oreja.- Nina García, mucho gusto. –Intenté mantener una mirada profesional y no parecer una total inexperta, lo que en realidad era.-

-Ah, si, si. Ven, pasa. –El señor gesticuló con sus manos una pequeña reverencia para que yo ingresara a su oficina.-

Ya adentro, pude notar que era gigantesca, toda la recepción tendrá la medida de mi apartamento entero. Un lugar muy espacioso, sin muchos muebles y con una visión panorámica de la ciudad, las ventanas eran las paredes. El hombre abrió una habitación y me encontré con una sala muchísimo más grande, pero esta vez, carecía de decoración y  estaba ocupada por pequeñas cabinas, donde los empleados trabajaban. Yo solo seguía al hombre de camisa costosa. Caminaba por un fino pasillo entre las pequeñas cabinas grises. Podía sentir como las penetrantes miradas de los empleados me escaneaban el cuerpo de pies a cabeza y prácticamente, podía leer sus mentes al mirarme. Y no, no eran pensamientos bonitos, estoy segura. Ingresamos nuevamente a otra sala, la cual parecía “La sala del jefe”, pisos de madera y con un mullido sofá de cuero negro, detrás de un escritorio de madera de roble.

-Siéntate, por favor. – El señor se sentó en su sofá negro y por mi parte, me senté en la silla de enfrente.- Bien, ¿Tienes experiencia en esto?

-Estudié la carrera de Artes Audiovisuales, logré graduarme hace unos meses. Tengo un manejo excelente en editores de video, además me considero una persona bastante creativa que puede aportar muchísimas ideas para la promoción de su empresa. –Bien Nina, lo estás haciendo de maravilla. Mientras que continúe así, todo irá bien. El hombre escuchaba atentamente cada palabra que emitía, sin quitarme la mirada de encima. No solo estaba nerviosa por la entrevista, él me ponía nerviosa, ¡Sus empleados me ponían nerviosa!. Me observaban como si… ¡Me fueran a comer! Intenté calmarme, suspiré quitando todas las malas energías que tenía cargada en mí. Él asintió, pero con una mueca de inconformidad.

-¿Tienes tu C.V disponible? –Asentí y le entregué una hoja en donde decían las aptitudes y logros que me servirían para conseguir trabajo. Él la observó por un momento, moviendo su cabeza de arriba abajo, dándome una expresión de aceptación.- Bien. Muy completo pero… ¿Qué harías por este trabajo? –Frunció su ceño y penetró mi mirada de una forma que hizo que mi espina dorsal se congelara por completo. ¿Qué quería decir?-

-Disculpadme señor, pero… No comprendo. Me siento calificada para el puesto y tomaría medidas que beneficiarían a su organización. –Joder, no sabía que decir. El miedo me mantenía inmóvil en la silla, sin poder mover un puto músculo de lo tensionados que estaban. Ese hombre no dejaba de mirarme y la forma en la que hablaba era prácticamente cínica, yo solo intentaba evadir cualquier pregunta que considerara fuera de lugar. El “jefe” forzó una pequeña sonrisa impaciente, mientras que negaba con su cabeza. Se levantó suavemente de su sofá, mientras que los resortes del mismo provocaban un chillido al relajarse. Acto seguido, se dirigió hacia mí, sin dejar de posar su fría y oscura mirada sobre la mía. Se colocó de pie a mi lado, provocando que yo levantara mi cabeza para observarlo, ya que me encontraba sentada.

-¿Hasta dónde llegarías para quedarte aquí? –Se expresó casi en un susurro. Levantó con una peligrosa suavidad su brazo y tomó delicadamente el cuello de mi camisa, acomodándolo. Ahí si estaba petrificada, ni siquiera podía pensar con claridad. Mis neuronas no podían hacer sinapsis, el hombre mirándome y tocando perversamente el cuello de mi blanca camisa hacían que no pudiera analizar la situación. Balbuceé algunas cosas, ni siquiera sé qué. Él río silenciosamente, como si alguien estuviera a la escucha de nuestra conversación. – Mira… Resulta que antes teníamos una publicista, Amy. Ella era muy buena en su trabajo, encantadora. Pero… -Hizo una pequeña pausa, como intentando encontrar las palabras correctas- No era demasiado. Podrás haberte dado cuenta que en esta empresa solo hay hombres trabajando –Señaló robóticamente la puerta y luego volvió a rozar mi cuello, acariciándolo. Inmediatamente escalofríos recorrieron mi cuerpo.- Y sorpresivamente, Amy era la que más ganaba en sueldo. ¿Por qué? –Me observó, esperando una respuesta. La cual no tenía intención de responderla, ya la sabía y mi corazón estaba en mi boca de solo pensarlo.-

Como café por la mañana (Fan Fic Rubius)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora