Narrado por: Nina García.
Luego del eterno despertar al que me vi sometida esta mañana, partí rumbo al bendito trabajo con un paso totalmente fúnebre. La bebida que me habían dado anoche me golpeó muy duro, sabía que aquello traería consecuencias. Tomé mi infaltable café matutino y luego salí de casa, no sin antes oír la invitación de una adormilada Natalia que proponía tomar un café luego del trabajo, con la excusa de que quería pasar una “Tarde de mujeres”, como si nunca estuviésemos juntas, pero… ¡Que Va! Un cafecito no le hace mal a nadie ¿No?
Llegué a mi lugar de trabajo mientras que desabotonaba los dos primeros botones de mi camisa blanca, verdaderamente me estaba asfixiando, ya que entre el cansancio producido por la pequeña caminata que me vi forzada a hacer y el ambiente resguardando todo rastro de “calor humano”, la sensación de claustrofobia se hizo muy presente en mi cuerpo. Al dar una mirada general al piso, pude ver como con total normalidad los demás empleados se paseaban de un lado a otro, algunos con cafés en las manos y otros, simplemente bostezando, dirigiéndose a sus oficinas a paso lento. Más de una vez me he preguntado si alguien en este sitio ha notado mi presencia. Lo cual no creo ya que intento pasar lo más desapercibida posible y además, son tantas las personas que están aquí que yo debo ser una más. Al llegar a mi escritorio, asenté el bolso levemente, mientras que observaba por la ventana como el sol se apoderaba de las calles, iluminando cada rincón por completo.
-Buenos días. –Me dijo Antonio mientras que se paseaba a mi lado, a la vez que me sonreía discretamente. Lo miré en su totalidad, era innegable que la combinación entre su ligera barba azabache la cual cubría completamente la parte inferior de su rostro y su perfectamente arreglado traje negro, daban el toque de sensualidad que a este lugar le faltaba.-
-Buenos días. –Le devolví la sonrisa, mientras que él solo desviaba su mirada hacia el interior de su oficina. Cuando vi que él ya había ingresado, me senté sobre la silla y con total delicadeza encendí el ordenador.-
A mi suerte, las horas pasaron con rapidez, a medida que yo atendía a productores, fotógrafos y editores que presentarían sus ostentosos proyectos ante el que actualmente era mi jefe. Cada vez que alguno de ellos comenzaba con el típico: “Tengo una entrevista con el Señor Antonio” ya sabía de qué se trataba. Yo solo suspiraba internamente… lo único que anhelaba era verme en el lugar de esas personas, sentir que podía compartir mis propios proyectos y tener la oportunidad de presentarlos ante alguien de renombre, como lo era Antonio. La peor parte de todo esto es que a mí me tocaba presenciar en carne viva a aquellos que finalmente tenían la ocasión de realizarse profesionalmente. Me moría por ser ellos, por poder no solo hacer uso de aquello que había estudiado con paciencia y mucha dedicación, sino porque era algo que realmente me apasionaba. Me frustraba el hecho de pensar que me encontraba trabajando en esto, completando formularios y atendiendo a personas con mis mismos sueños y esperanzas.
Mientras que ese sentimiento con un poco de recelo me carcomía por dentro, las personas esperaban sentadas en unos sofás de la sala, y a medida que Antonio terminaba las entrevistas, me lo comunicaba a través de un pequeño aparatito por el cual se escuchaba su voz seria y varonil, para que de esta forma, pudiera llamar al siguiente afortunado.
…
-Espero que ese tal Antonio esté bueno. –Natalia tomó un sorbo de su café, tomando la taza blanca con sus dos manos, a la vez que levantaba sus cejas. Luego, depositó la misma sobre la mesa y después de abrir un pequeño sobre con azúcar, lo arrojó dentro del líquido.
-Es que tú no dejas de pensar en chicos ¿Eh? –Agregué riendo. El día en que Natalia se interesara por algún tema que no tuviera hombres en medio, será un milagro. Cogí mi cappuccino y tomé un trago, sintiendo como la ligera espuma atravesaba mi garganta. Delicioso.-
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Como café por la mañana (Fan Fic Rubius)
FanfictionMuchos dirán: ¿Por qué renunciar a una vida perfecta? Una vida llena de lujos y satisfacciones que cualquiera daría lo que sea por tener. Poder ser dueño de una mansión en la mejor área de la región, tener siete autos de alta gama, un campo a las af...