Capítulo 25: Alegría y otras verdades

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-Nina, ¿no? Antonio te está esperando en su oficina. -Me dijo la tal Aldana con mala cara, a la vez que yo depositaba con cierto miedo el bolso sobre el escritorio. 

Desde que había despertado en ese día Martes las piernas no habían dejado de temblarme con miedo a que me echaran a la calle en el momento en que me presentara a trabajar. Ahora, encontrarme a esta petarda, (a la cual es más que evidente que no le caigo bien) merodeando por ahí cuando en realidad nunca la había visto taan presente en esa parte del edificio, me traía más malas vibras.

Lo único que hice fue asentir, qué más podía hacer. Estaba claro quién tenía más poder de autoridad allí. Abrí la puerta del despacho de Antonio muy despacio, como si me doliera hacerlo.

-Con permiso, Antonio. -Dije apenas asomando la cabeza dentro de la habitación, divisando a un serio Antonio con lentes de marco negro,  concentrándose en su ordenador.

Ni siquiera se fijó en mí, ni siquiera consideró observarme.

Esto es malo.

-Toma asiento, Nina. -Aún no me miraba, continuaba tecleando algunas cosas en su ordenador. Me senté en la silla que estaba al otro lado del escritorio.- 

 Pasaron algunos segundos para que Antonio dejara de hacer lo que estaba haciendo y me mirase con intensidad. Para ese momento, ya tenía formada una intendsa bola en la garganta que hacía presión en mis cuerdas vocales.

-¿Cómo estáis? -Me esbozó una ligera sonrisa, como si se apiadara de mí.-

-Yo... P-pues, bien -Le dije, tragándome el "Estás de coña, ¿verdad?" que amagaba a salir desquiciadamente de mi boca.

-¿Un caramelo? -Señaló inocentemente a un pequeño recipiente de vidrio cristalino con tapa, que estaba a un costado del escritorio. Negué con la cabeza, ya deseando que no hiciese esto más largo y doloroso de lo necesario.- Bueno, si no quieres... -Se dispuso a abrir el tazoncito transparente y cogió un caramelo de menta. Lo abrió y se lo metió a la boca con simplicidad.

Volvió a esbozar una sonrisita, lo cual ya estaba empezando a tomármelo como un jueguito sarcástico de su parte. Se acomodó en la silla y exhaló deliberadamente.

-Nina, lo he estado pensando. La verdad es que no me gustaría que todo terminara así. No sería bueno para tí y tampoco lo sería para mí. 

Asentí, ansiosa a que algo más saliera de su boca. Tomé una bocanada de aire para al menos, tranquilizarme.

-Además, lo he charlado con otros encargados del canal ( y por tanto, de tu sueldo) y prácticamente les supliqué... -Dejó abierta la frase, quedándose inmóvil observándome.-

-¿Prácticamente les suplicó qué...? -Dije expectante, a punto de coger la caramelera y arrojarla contra la pared.-

-Que te quedaras. -Me sonrió- Algunos casi me cortan el cuello por esto -Ladeó la cabeza en señal a la puerta, e inmediatamente se me figuró en la mente el rostro de Aldana- 

Sonreía, yo no podía esconder esa sonrisa de satisfacción aunque quisiera.

-Gracias. -Es lo único que logré decir entre tanta felicidad y tranquilidad.

-Pero eso sí, Nina. Si algo más ocurre, no podré salvarte el pellejo. Espero que seas consciente de que, ahora en más, todo tendrá que ser cumplido a la perfección, porque... convengamos que los de arriba no están muy contentos. Nada de tardanzas o incumplimientos, sino, te habrás hundido sola.

-Gracias, Antonio. Eso tenedlo por seguro. 

¡No me habían echado, con eso me basta! 

Entendiendo que la conversación llegaba a su fin, me dispuse a pararme. Di algunos pasos a la puerta, hasta que la voz masculina de Antonio me detuvo.

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⏰ Última actualización: Jan 05, 2015 ⏰

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