Nueve: Esfumada (Azul)

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"Se quedó mucho tiempo sentado... entendiendo que... ya la amaba incluso antes de saber que existía."

Si veo una vez más mi reloj me voy a volver loco.

¿Por qué será que cuando uno está ansioso o en espera de algo el tiempo corre exageradamente lento? Irónicamente, cuando uno la está pasando increíble, cuando se está divirtiendo o cuando está con las personas que quiere, el tiempo corre más rápido que un aleteo de colibrí.

Han pasado quince minutos y siento que llevo esperando horas. La gente me ve raro por estar sólo en espera de alguien, y sí... las personas saben que estoy esperando a alguien porque mi expresión corporal está lejos de ser discreta. En menos de cinco minutos terminé mi café, acomodo mi posición en el sillón constantemente, mis piernas bailan de un lado a otro, he tosido innecesariamente más de cinco veces en un minuto y cada veinte segundos reviso la hora en mi reloj.

Cada vez que la puerta de entrada gira, me sobresalto y volteo esperanzado, sólo para sentir cómo me hundo en el sillón con el paso de los minutos.

¿Qué clase de tonto invita a salir a una chica sin pedirle su teléfono? ¿Y si tuvo un imprevisto cómo me puede localizar?

Trato de tranquilizarme y pensar en otra cosa, pero me es imposible... nunca me había sentido así con alguien.

No pienses que me hago el mártir, hace unos años tuve mi racha de seductor, en la que salí con diferentes chicas, lindas, inteligentes, simpáticas. Pero nunca sentí esa "magia" de la que todo el mundo habla cuando dicen estar enamorados. Nunca me sentí del todo completo ni sentí la necesidad de frecentuar a algunas de las chicas con las que salía.

Eran todas iguales, no físicamente, pero sí mentalmente. Una especie de clones, lindas por fuera pero vacías por dentro. Como si sus cuerpos hubiesen estado hechos de cascarón. Sin nada interesante para decir. Como esperando a que sus vidas repentinamente tuvieran sentido.

Mi tía se preocupaba, preguntándome: "¿Cuándo será el día que te enamores y tengas una novia? ¡Ya la quiero conocer!" Se preocupaba mucho por mi, mi segunda mamá, dulce y gentil. La mejor cocinera que jamás he conocido, su especialidad... pastelillos rellenos de crema pastelera, cubiertos de azúcar blanca, como sus cabellos.

Pero para mi esas cosas del "enamoramiento" me parecían cursis, casi imposibles, como si fueran una fantasía. Numerosas veces vi a parejas hacer demostraciones públicas de afecto y trataba de encontrar alguna falla, alguna falsedad en sus ojos, algún engaño que ellos no hayan descubierto aún.

Viví la decepción amorosa de mi madre cuando yo era muy pequeño. Lo recuerdo como si fuera ayer, crecer en una casa donde los gritos y las peleas abundaban, en las noches trataba de ahogar los sonidos para dormir. Sé que era muy pequeño, pero lo recuerdo claramente, esas cosas no pueden olvidarse, se quedan en el fondo de tus recuerdos, acechándote.

Una noche, mi papá entró a mí habitación mientras dormía, me despertó la sensación de su cuerpo sentándose en una de las esquinas de mi cama, el colchón se hundía de su lado. Me miró fijamente. En la penumbra sólo distinguía sus ojos cristalinos, parecían el fondo de botellas de vidrio, conteniendo lágrimas.

"No puedo seguir haciéndoles daño"-. Dijo con voz rasposa y entrecortada. Me besó la frente y cerró la puerta detrás de él.

La luz de los faros de su auto se reflejaba en el cristal de mi ventana iluminando mi habitación, conforme su carro se alejaba por la calle, mi cuarto se hacía más sombrío, hasta quedar en completa oscuridad.

Nunca volví a saber de él, de hecho, si alguna vez me lo llegara a encontrar en la calle creo que no lo reconocería. Han pasado tantos años y él decidió borrarnos de su vida, así que en respuesta a su falta de interés no me quedó otra opción más que suprimir sus recuerdos de mi mente.

Noche a noche mi mamá lloraba desconsoladamente, escuchando canciones de desamor, descuidando su salud y la mía. No comía, no dormía, no salía de la casa. Mi tía tuvo que mudarse con nosotros para cuidar de ella y de mí.

Es por eso que me es difícil creer en un amor de pareja que dure para siempre.

No es que no crea en el amor, creo en el amor de diferentes maneras, creo en el amor de familia, de amigos, en el amor a uno mismo, pero no en el amor eterno e incondicional a una sola persona. Al menos hasta hoy.

Con Leila fue distinto desde que la vi. Tan auténtica, transparente, solitaria y sorprendentemente triste. Me hipnotizó desde que puse mis ojos en ella.

Es gracioso porque todo ha sucedido tan rápido que no he tenido tiempo de analizar cómo es que llegué a sentirme así. Pero es mejor así, creo que los sentimientos tan poderosos como éste no se deben analizar, ni cuestionar... quiero sentir y vivir intensamente este momento que me está regalando la vida. Nunca me había sentido tan completo y tan tranquilo de saber que alguien me apasionara, y soy correspondido.

Es difícil de explicar, pero hay algo en su mirada, en nuestra mirada... no necesitamos palabras, cuando nuestros ojos se cruzan siento que ella puede darse cuenta de que todo está bien, que nos complementamos por el simple hecho de habernos encontrado.

Al menos eso creo.

¿Para ella será tan real como lo es para mi? Ha pasado una hora y sigo esperando. Leila no aparece y yo me pregunto si la conexión que tuvimos fue producto de mi imaginación. ¿En qué momento me volví cursi?

Las relaciones pasadas que e tenido nunca fueron complicadas, me considero una persona bastante tranquila, libre, nunca me sentí inseguro en ningún momento, siempre todo se dio por inercia. Nunca sentí la necesidad de perseguir a las chicas con las que salí para regresarles bufandas que hayan tirado en alguna cafetería. Ahora lo sé, mi vida era más sencilla, pero también más vacía.

La tarde que compartí con Leila quedará para siempre en mi memoria, fue unidades emociones nuevas que exploramos juntos.

Desesperado, decido chocar el reloj por última vez, ha pasado más de una hora. Derrotado me levanto de la mesa, tratando de no hacer contacto visual con nadie mientras doy un vistazo general a las mesas para ver si de casualidad se encuentra ella sentada, sola, esperándome.

En mi mente sigo preguntándome ¿qué habrá pasado?, debe haber alguna explicación... pero en el fondo sé que no debo justificarla. Salgo de la cafetería lentamente, con la esperanza de cruzarme con ella en la puerta giratoria como aquella vez... pero no está.

No llegó.

Trato de utilizar las fuerzas y la dignidad que me quedan para no mirar atrás.

Bien decía Shakespeare: "La expectativa es la raíz de todo dolor."

Soñando Despierta [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora