"El amor nunca impide a un hombe seguir su leyenda personal, cuando esto sucede, es porque no era verdadero amor, aquel que habla el lenguaje del mundo."
Habían pasado ya tres días y me era imposible soñar con Leila. Sentía como sí hubieran pasado sacien años sin verla. Por más que intentaba y me programaba, no lo lograba. Era lo último que pensaba antes de dormir y lo primero que tenía en la mente al despertar, pero aún así mis sueños se encontraban vacíos y mi vida no tenía sentido.
Sabía que por más que intentara forzar la situación y soñar con ella, si Leila no me permitía entrar a sus sueños nunca podría encontrarla. Ella en un principio abrió la puerta permitiéndome entrar, ahí pudimos vivir una historia mágica de ensueño, pero ahora abruptamente había cerrado la puerta y la entrada a su subconsciente había sido bloqueada.
Leila cometió un grave error, ella realmente creía que sacándome de su vida yo podría seguir adelante. Pero se equivocó, la vida no tenía sentido sin ella, y me parecía totalmente absurdo que me apartara de su lado cuando era evidente que los dos estábamos enamorados. Eso es algo que no se niega, que no se oculta, y que no dejas ir tan fácilmente. Estaba seguro de que la vida me había puesto en su camino por alguna razón; las señales estaban por todos lados y no podía ignorarlas, de lo contrario perdería a Leila para siempre.
Me resistía a borrarla de mi vida, a olvidarla como si nunca hubiera sido parte de ella, así que puse manos a la obra. Llamé a mi tía diciéndole que era urgente que habláramos. Ella, como siempre, sensible y tierna no dudó ni un segundo y acordamos vernos esa misma tarde.
La estaba esperando en la cafetería donde había tenido mi cita con Leila, era en una especie de homenaje a ella, todo en este lugar me la recordaba, cada espacio y cada rincón de este pequeño sitio habían sido testigos de nuestro primer encuentro.
La puerta giratoria se abrió e hizo sonar una diminuta campaña avisando que había llegado un nuevo cliente. Era mi tía, que curiosa miraba alrededor buscando a su sobrino que hacía tiempo que no veía. Finalmente me vio, su rostro dibujó una tierna sonrisa y caminó hacia mí.
Rápidamente me levanté del sillón para darle un abrazo.
"Hola, tía, que hermosa te ves, cada día estás más guapa", le dije haciéndola sonrojar. Llevaba su blanco cabello atado en una trenza, un vestido de flores que me recordaba a los jardines en los sueños de Leila, y un suéter azul claro que combinaba con sus pequeños ojos.
Se sentó frente a mí, y pude notar una chispa de tristeza en su mirada. Estaba seguro de que la causa de ese sentimiento era la impotencia de no haber podido ver a Leila despertar.
Tal vez te parezca extraño lo que te voy a decir, pero entiendo si piensas que estoy loco. Por alguna extraña razón tengo la posibilidad de entrar al sueño de Leila todas las noches. Verás, tía, la conocí antes del accidente, y me enamoré perdidamente de ella. Baste hace unos días supe lo que pasó y la estoy buscando. En el fondo de mi corazón sé que yo puedo ayudarla a despertar."
Los ojos de mi tía se llenaron de asombro y satisfacción. Soltó una pequeña y casi imperceptible risita y dijo: "No me digas que eres el príncipe de la princesa."
No podía creer que lo que le acababa de decir a mi tía le hubiera parecido tan natural; no parecía asustada ni incrédula ante las palabras que le había dicho.
"Es hermosa la princesa, todos los días le contaba cuentos y le aseguraba que pronto despertaría. Estuve muy al pendiente de su salud, Darío, había algo muy sospechoso en algunos de sus síntomas, por eso decidí hacer un expediente en secreto, con otro nombre, donde documentaba lo que le pasaba. Todo iba muy bien, hasta que su madrastra se enteró de todo", dijo con melancolía mientras revolvía el azúcar en el té de manzanilla que le había pedido antes de que llegara.
"¡Entonces tú eras una de las voces! Tú eres al nada que le dijo a Leila que se llamaba Sarah."
La expresión de mi tía demostraba que estaba impactada con lo que le estaba diciendo, no había ninguna duda de que lo que estaba sucediendo era real, que, en efecto, yo era la única conexión de Leila con el mundo, y que noche a noche entraba a sus sueños.
"¿Sarah piensa que soy un hada?", preguntó un tanto emocionada, tratando de ocultar sin éxito alguno el entusiasmo de ser parte de la aventura de ensueño.
"Si, y al principio también pensaba que era una princesa. No podía recordar absolutamente nada, hasta que yo se lo recordé, pero no me fue fácil, tuvimos que pasar por muchos obstáculos."
Mientras decía estas palabras, mi tía se mantenía al filo del asiento, intrigada por cada uno de los detalles que tenía para decirle, como si estuviera viendo una película en el cine.
"Repentinamente, el cielo se tornaba verde y la lechuza llegaba por Leila, le cantaba una canción de cuna y ella caía en una especie de abismo que la mantenía atrapada, inmóvil, e incapaz de recordar nada, como si cayera en un sueño más profundo dentro de su propio sueño."
Mi tía se empezó a poner mi nerviosa, podía ver que su mente estaba trabajando vertiginosamente. Tratando de descifrar una especie de acertijo. Extrañado la seguí mirando, esperando a que por fin me dijera lo que estaba pasando por su mente. Finalmente, y después de un par de minutos que para mí parecieron eternos dijo:
"Raquel. Esa lechuza es su madrastra. Estoy segura de que está haciéndole daño. Necesitamos saber qué es lo que le está haciendo a Leila y los más importante, ¿por qué razón?"
El sonido de mi celular interrumpió el cuestionamiento de mi tía. Era Lucía, que me llamaba alterada... con noticias.
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Sólo quedan cinco capítulos, lastimosamente no tiene una segunda parte, y si la tiene, la desconozco. Espero y les siga gustando esta historia (:
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Soñando Despierta [Terminada]
Teen Fiction"Si deseas que tus sueños se hagan realidad sólo debes despertar." Todos los créditos a Carla Medina. Ésta historia es de ella.