Doce: Las Tres (Morado)

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"En un determinado momento de nuestra existencia perdemos el control de nuestras vidas, y ellas pasan a ser gobernadas por el destino. Ésta es la mayor mentira del mundo."

Se veía tan indefensa, tan sola, su expediente indicaba que había perdido a sus padres y que su única familia era su madrastra. ¿Cómo es posible que tantas tragedias le pasen a alguien tan joven? A alguien que le falta tanto por vivir. No podía dejar de sentir pena por ella.

Tan pacífica al dormir, tan hermosa. Sin embargo, el doctor dijo que su cuerpo se econtraba en un estado de shock, que sobrevivió al terrible accidente gracias a que se había quedado dormida, de lo contrario el final hubiera sido trágico.

Pero yo pienso, si no se hubiera quedado dormida, no habría tenido el accidente. Bueno, el hubiera no existe. Sólo contamos con el hoy, y el día de hoy estaré pendiente de Leila, no puedo dejar que ningún detalle se me escape.

Alguna vez leí un artículo donde decía que a los pacientes que están en coma se les debe de hablar, que ellos escuchan, y que muchas veces las conversaciones que tienen las personas que se encuentran a su alrededor son de mucha ayuda, ya que son una conexión con la realidad; que mientras el paciente escuche que hay una realidad y un mundo que lo espera para continuar su vida, es fácil para ellos encontrar su camino de regreso y así logran despertar.

Existen varios testimonios de pacientes que despertaron del estado de coma en los que afirman que escuchaban las voces de las personas que los rodeaban.

Un poco temerosa me acerqué a Leila, le tomé la mano y dije:

"Hola, princesa... soy Flor. Yo voy a cuidar de ti. No estés asustada, todo va a estar bien, estamos contigo."

"¿Qué estas haciendo?"

El chillante grito de Abril me asustó, mi cuerpo reaccionó con un ligero brinco.

"Hablándole a la princesa... eso hago, y a la próxima vez, Abril, fíjate como hablas, no me asustes así."

"Pues así tendrás la conciencia", contestó Abril enojada. "¿Para qué hablas con ella? Ponte a trabajar, ¿qué no ves que tenemos que monitorear cada una de sus reacciones? En lugar de estarle agarrando la manita, ponte a escribir si has notado un cambio, que para eso estamos aquí..."

"No te enojes, Abril, ya estamos las tres aquí, no está de más que le hablemos a la paciente", interrumpió Paloma.

Abril y Paloma son mis compañeras en el hospital; generalmentes nos asignan a los mismos pacientes, somos muy diferentes entre nosotras pero las tres en conjunto hacemos muy buen trabajo y hemos dado muy buenos resultados con los pacientes. Los doctores siempre están muy contentos con nosotras trabajando en equipo.

"¿A qué huele?", preguntó Paloma olfateando como un cachorrito, mientras recorría la habitación.

"Letraje flores a la paciente para alegrar su cuarto, al parecer a su madrastra no le interesa mucho decorar la habitación, el que Leila se sienta a gusto le ayudará a su recuperación", aún no terminba de hablar cuando Abril abrió la boca en signo de protesta, iba a interrumpirme, desaprobando lo que acababa de decir, "...y no, Abril, no te preocupes, ya sé que está prohibido traer flores frescas al hospital, así que traje de plástico."

"Eso no responde a la pregunta de Paloma... ¿tus flores de plástico traen aroma integrado o qué?", preguntó refunfuñando.

"No, pero como las flores no olian decidí ir a comprar un aceitito aromático que complemente las flores de adorno, así, cuando las visitas entren al cuarto, creerán que son flores verdaderas."

Abril hizo una cara de amargura, pero Paloma se veía complacida.

"¿Y qué aroma es? La verdad es que huele muy rico..."

"Lavanda con vainilla, ¿rica combinación, no?"

Paloma asintió sonriente. Ella es la inteligente del grupo, es más... de hecho, estudió medicina, pero se dio cuenta que ser decotora era muy frío para ella. Después de un año de ejercer como médico general decidió estudiar enfermería y dejar de ser doctora. Era callada, metódica, observadora, y generalmente la más objetiva de las tres.

Físicamente parece extranjera, pues es exageradamente alta y delgada. Tiene una nariz prominente y siempre lleva su ribio cabello atado a la altura de la nuca. Sus ojos color verde reflejan bondad y ternura.

Hubiera sido una excelente doctora, pero Paloma es feliz siendo enfermera. Es muy popular entre los pacientes por tratarlos con mucho cariño, se gana sus corazones. He aprendido muchísimas cosas de ella.

Abril, en cambio, es muy temperamental, pero tiene un gran corazón. Ella y yo discutimos mucho, porque yo soy muy maternal y cariñosa con los pacientes, cosa que le desespera porque se las da de muy fría y tajante, pero en realidad Paloma y yo sabemos que no hay un alma más noble que la de ella.

No sólo es diferente a Paloma en la actitud, en lo físico también, son polos opuestos. Ella mide 1.54 metros, si está al lado de Paloma parece una enanita. Pero su fuerte carácter compensa su baja estatura, la mayoría de los residentes del hospital le temen, puesto que siempre tiene un argumento negativo y bastante atinado. Nunca limita sus comentarios porque habla antes de pensar. Su cabello negro y corto enmarca su redonda cara.

"¿Notaste algún cambio en la paciente?", preguntó Paloma.

"Vamos llegando, relájate y no seas obsesiva", dijo Abril.

"Discúlpalas, princesa, espero que no te moleste tanto alboroto, se la pasan discutiendo todo el día, pero no te preocupes, aquí estoy yo para calmarlas y para platicar contigo", le dije a Leila mientras sostenía su mano. Repentinamente noté que empezó a transpirar ligeramente.

"Ahí vas otra vez... nada más haces esas cosas para hacerme enojar, ¿verdad, Florecita?"

Miré a Abril y le sonreí cálidamente, no tenía ganas de discutir sobre el tema.

"Ay, no me veas con esos ojitos de viejita triste que pones, sabes que mi pequeñísimo corazón se apachurra y me haces sentir mal."

Complacida, miré a Leila, estaba a punto de seguir hablándole cuando no pude ignorar lo que estaba sucediendo.

"Paloma... ¿es normal que la paciente esté sudando de las manos?"

"No... no es normal, ¿estás segura?, preguntó Paloma sólo para ser interrumpida por alguien que entró a la habitación.

No emitió sonido, nos miró fijamente a las tres, una por una. Evadí su mirada violeta porque me ponía muy nerviosa. Era fría como el acero. Instantáneamente sabíamos de quién se trataba. No hubo necesidad de que se presentara. No me gustaba la energía negativa que traía a la habitación.

"Buenas tardes", dijo Paloma.

La señora no contestó, simplemente se crusó de brazos y su pie derecho comenzó a moverse haciendo que la suela de su zapato hiciera un fastidioso ruido en señal de que tenía prisa.

Una a una salimos apresuradas de la habitación dejando a la princesa con su único y temible familiar.

Soñando Despierta [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora