Veinticuatro: Invasor de sueños (Azul)

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"No te desesperes... porque eso impide que puedas conversar con tu corazón."

Parecía como si fuera ayer cuando estuve en este mismo lugar, afuera del imponente edificio, tratando de mirar a través del opaco y viejo vidrio de las ventanas. De pie, frente a los escalones de piedra, escuchando la música clásica filtrarse por las paredes, esperando pacientemente a que la clase de ballet terminara.

Tantas cosas cambiaron desde la última vez que estuve en este lugar, y había tantas preguntas por resolver que estaba seguro de que cuando por fin viera a Lucía no iba a saver por dónde empezar.

Resignado, esperé nervioso porque no sabía cómo reaccionaría Lucía ante lo que tenía que decir.

Sentía un nudo en la garganta, y mi estómago hacía extraños ruidos por la preocupación que experimentaba. Comencé a moverme de un lado a otro, como un león enjaulado, intentando encontrar las palabras adecuadas para cuando llegara el momento. Repentinamente la música se detuvo, después de un breve silencio el murmullo de alegres voces ocupó el lugar que había dejado la música al detenerse. Una a una salían del edificio, abriendo el majestuoso portón dorado, liberadas de las clases, dispuestas a continuar con su día, a disfrutar de lo que pudiera presentarse.

Temía no reconocerla, solamente la había visto una vez, y fue breve. Ese día ella extrañamente sabía quién era yo, me había dicho que Leila saldría pronto, cosa que me asombró considerando que nunca la había visto.

Intrigado, observaba detalladamente los rostros de las chicas que salían del edificio, no me importaba que se dieran cuenta de que las miraba. Una que otra me veía con cara de susto, preguntándose por qué las miraba con detenimiento. Lo más importante era encontrar a Lucía, lo que pensaran estas estudiantes de danza me tenía sin cuidado.

Pasaron unos minutos y el portón dejó de abrirse. No había visto a Lucía salir de allí. Comencé a cuestionarme si tal vez se me había escapado sin haberla reconocido y quizá ya había pasado frente a mis narices sin darme cuenta.

El sonido del portón al abrirse me regresó a la realidad. Era ella, había sido la última en salir. Al principio me costó reconocerla, se veía triste, desganada, y bajo sus almendrados ojos había una sombra oscura que delataba su cansancio. Parecía distraída, bajó las escaleras mirando hacia el suelo, sin darse cuenta de que estaba frente a ella, esperándola para hablar. Ya en el último escalón levantó la mirada y notó mi presencia. Me di cuenta de que en un principio no me había reconocido, pero al pasar unos segundos su expresión cambió, demostrando que mi rostro le parecía familiar aunque todavía la notaba confundida.

"¿Lucía?", al momento de decir su nombre noté un cambio más en su expresión. Ya se había acordado de mí.

"Eres el amigo de Leila, ¿no es cierto?", dijo con tristeza.

"Darío, mucho gusto." Lucía me miró de pies a cabeza, sonrió de una manera falsa y un tanto cínica y siguió su camino, dejándome atrás confundido.

"Espera, Lucía, necesito hablar contigo."

Sa dio la media vuelta y dijo irritada: "¿De qué quiere hablar, Darío? ¿De que me siento terriblemente sola desde que Leila no está? ¿Que mis calificaciones han bajado, que perdí la pasión por lo que hago y bailar ya no es tan divertido como antes? ¿Que mi vida ha cambiado drásticamente y mi manera de ver las cosas también? ¿Que nunca salgo, no me divierto, no tengo amigas, porque todo el mundo me parece absolutamente falso y no hay nadie que pueda ocupar el lugar de mejor amiga que dejó Leila?"

Las palabras de Lucía hicieron que me quedara petrificado, mi corazón latía a mil por hora, y pot un momento creía que me iba a desmayar. ¿Qué le había pasado a Leila? ¿Había muerto? Estaba mudo, no podía articular palabra y Lucía me veía con una mirada retadora mientras continuó: "¿O prefieres hablar de ella? ¿De que nunca sabremos si va a despertar? ¿De cuánto tiempo más podría quedar conectada a múltiples aparatos? ¿De cómo detesto las estúpidas políticas del hospital que no me permiten verla porque no soy familiar directo? ¿O de su madrastra, que nunca contesta el teléfono y nunca tiene noticias para darme de mi mejor amiga?"

Soñando Despierta [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora