Treinta: Respuestas (Rosa)

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"Se ama porque se ama. No hay ninguna razón para amar."

El cielo se tornó verde, pero por primera vez, pude darme cuenta de hacia dónde me llevaba la nube negra que llegaba con la lechuza. Siempre que sucedía esto perdía mi voluntad, mi mente se quedaba en blanco, y después de no sé cuánto tiempo, aparecía dormida nuevamente en la cama de la cabaña, con una angustia impresionante y sin recordar lo que me había sucedido.

Esta vez fue diferente. La negra nube me envolvió transportándome a un lugar tétrico y sombrío. Una vez que mis ojos se adaptaron al cambio de luz noté que me encontraba atrapada, en una jaula en la que los barrotes eran ramas de un árbol putrefacto. Dentro de la jaula había charcos de lodo, los cuales dificultaban mía movimientos. El estar consciente en este lugar instantáneamente me trajo algunas imágenes y sentí que ya había estado aquí. Éste era el lugar al que venía siempre que la lechuza se manifestaba.

El sonido de lo que parecía ser una agitada respiración se escuchaba cerca de mí. Asustada miré a mi alrededor intentando ver de dónde provenía ese ruido.

Venía de adentro de la jaula. Forcé la vista para intentar distinguir la silueta que estaba en medio de la oscuridad, justo en la esquina de mi prisión había un cuerpo tirado en el lodazal.

Me era difícil distinguir de quién se trataba, así que me acerqué con cuidado. Fuera quien fuera no parecía peligroso, se veía débil y adolorido.

Estando a unos pasos de distancia, pude identificar el cuerpo. Se trataba de Darío. Angustiada me acerqué a él, me agaché y limpié su rostro que se encontraba manchado de tierra mojada.

"¿Darío? ¿Estás bien?"

Su cuerpo temblaba de frio y balbuceaba cosas sin sentido. No podía entender nada de lo que decía. Me senté en el suelo y coloqué su cabeza sobre una de mis piernas. Llena de impotencia no me quedaba nada más que abrazarlo. Ni grité porque sabía que era inútil, la única forma en la que Darío podría salir de esta jaula era si despertaba, de esa manera, como otras veces, desaparecería ante mis ojos y yo, permanecería en el mismo lugar. Sabía que estaba soñando, y por alguna razón ajena a mí estaba atrapada en este sueño.

Finalmente comenzó a incorporarse, poco a poco se adaptó al nuevo lugar en el que se encontraba. Se veía alterado, traté de tranquilizarlo pero era difícil.

"Todo es culpa de Raquel. Estamos atrapados en esta pesadilla por su culpa. Ella es la lechuza."

En un principio pensé que Darío estaba delirando, pero escuché con atención lo que me dijo.

"Te encontré, te vi en el mundo real", dijo tomándome la barbilla dulcemente. "No recuerdas haber despertado, porque no lo has hecho... Tuviste un accidente mientras manejabas de regreso del campamento, estuviste inconsciente al principio porque tu cuerpo estaba en estado de shock, pero has permanecido en coma por culpa de tu madrastra."

Recordé el camino oscuro de la carretera. Yo luchaba para que mis ojos permanecieran abiertos pero el cansancio me invadía y era inútil... eso era lo último que recordaba. Después desperté vestida como princesa, en medio de la pradera, con la mágica cabaña a mía espaldas.

"Pero, si esto es un sueño ¿por qué siento que sea tan real? Las hadas, tu presencia, ¿cómo sé que lo que me estás diciendo no es producto de mi imaginación?"

Estaba teniendo un ataque de pánico, respiraba tan rápido que el aire que entraba a mis pulmones en tan poco tiempo hacía que me mareara.

Darío me miró cariñosamente, intentando explicarme poco a poco la situación.

"Las hadas que escuchabas en realidad eran voces de lo que estaba pasando a tu alrededor, una de ellas era mi tía Flor, una de las tre enfermeras que estaban a tu cargo. Te contaba cuentos de princesas..."

Soñando Despierta [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora