Capítulo Dos: El inicio de mi fin

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Recapitulemos los principales eventos de la segunda parte de nuestra cruzada: habíamos conseguido un total de siete objetos del poder, había iniciado una relación con Jackson, Angie se había hecho pasar por Nimue, había presenciado variadas visiones aterradoras, Melinda Blake y Christopher Davis se nos habían unido en Aitana, habíamos derrotado a Tifón, habíamos descubierto de mi condición de doble, Jackson me había entregado una carta que no leí y, tiempo después, yo le escribí una dando por finalizada nuestra supuesta relación. ¿Eso era todo, cierto? Bueno, claro que no. Nuestra aventura no acabó ahí.

Esa noche había tenido que llamar a Gemma y a Angie para que vinieran a una pijamada. Era la primera "pijamada de rompimiento" que teníamos, porque era la primera en haber empezado y terminado una relación. Angie trajo películas tristes y Gemma trajo helado. Después de cinco horas, a eso de las diez, todo el helado había desaparecido y no quedaban películas por ver. Además, al día siguiente debíamos partir en nuestra cruzada y no podíamos estar sin energías; no si quería ejecutar un plan poco seguro.

Al final, tuve que recurrir a una de las Sleepys que guardaba mi madre en el botiquín, unas pastillas para dormir que vendían en el reino (fórmula mágica cien por ciento efectiva. También venía en forma de jarabe, que tenía un peculiar sabor a vainilla). Mientras me servía un vaso de agua con el que tragar la pastilla, se me ocurrió una idea y decidí guardar el Sleepys de jarabe en mi mochila, por si se diera una oportunidad conveniente de utilizarlo.

Unas ocho horas más tarde, como a las seis de la mañana, me desperté con una Gemma gritándome en la oreja. El golpe accidental que le di la alejará de volver a intentarlo por unos días.

—Auch. ¡Qué bruta, Alette! Tu mamá dijo que tenía que ir a la Academia, este año será parte del comité de elecciones de equipos. Dijo que bajaras así desayunas con ella y tus hermanos. —Asentí medio dormida. De haber sabido lo que sucedería, hubiera corrido al desayuno. En vez de eso, me puse la bata y bajé como zombi las escaleras. Me senté entre Lottie y Adrien, sonriéndoles mientras los escuchaba discutir acerca de quién de los dos era mejor mago.

—¿Quién logró primero lo de la cuchara? —atacaba Adrien.

—¿Quién rompió el hechizo de protección del dormitorio escolar de Alette? —redobló la apuesta Lottie. Un segundo...

—¿¡Qué hiciste qué!? —grité, molesta.

—¡Mamá, ayuda! —exclamó ella, entrando a la cocina. Bufé y me senté de nuevo.

—Así que... ¿Cómo rompieron el hechizo? —cuestioné, curiosa.

—Era un hechizo de sangre, no fue muy complicado. Lo abrió Lottie porque me ató a la puerta de tu vecina, se llama Cassandra. Le dicen Cass. Es linda —me contó Adrien. Revolví su pelo y le sonreí cuando mamá y Lottie entraron.

—¿Cerraron de nuevo, no? —les pregunté. Adrien se rascó la nuca.

—Bueno, tal vez le hicimos una protección un poco más débil. ¡No nos salía la tuya! Esta es la contraseña —dijo mi hermano dándome un papel. Asentí y los abracé a ambos.

—Mis queridos soldaditos, les tengo una misión. Se acabó el jarabe Sleepys, ¿comprarían más? —Los dos me miraron mal y reí. —Su otra misión es conseguirme información de una persona. Y que se ocupen de algunas cosas para la casa del árbol, que con Gemma les hicimos unos planos para la remodelación.

Con Gemma habíamos hecho unos modelos para hacer de la casa del árbol un nuevo espacio. La habíamos agrandado por dentro con magia, y queríamos esperar a terminar la misión para arreglarla y ponerle muebles. Como vimos que no nos iba a quedar tiempo, la noche anterior habíamos acordado dejársela a los gemelos Courtois para que trabajaran en ella a lo largo de la semana. Solo debían comprar los muebles y un par de cosas, porque pintaríamos con ellos en época escolar.

PÉRDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora