Capítulo Viente: Año nuevo, nivel nuevo

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La señora Knight era mi vecina, una mujer de la edad de mi abuela Charlotte que poseía un nivel de magia en extremo poderoso. Sí, Cress Knight era mi vecina; aunque creo que eso ya lo sabías, porque se corría el rumor de que Jackson Magné estaba averiguando sobre una revelación mágica de la Academia. ¿Cuántas más de esas hay que sean la Elegida, Jack? Eso creí.

Como sea, el punto es que tuve que poner la alarma a las nueve y media para ir a desayunar con la señora Knight. Su sobrina, una chica pelirroja, se pasaba a la tarde a tomar el té con ella; y, como no quería interrumpir su charla, había decidido interceptarla en el desayuno como tantas otras veces.

Para cuando me levanté, la casa estaba desierta. Era de mi conocimiento que mis hermanos pasarían por el CharmCafé con sus amigos, y mamá había dejado una nota en la heladera diciendo que intentara evitar usar mis poderes (acotando que tuvo que prender los aires acondicionados de la casa en invierno porque todos se derretían) y que no se me ocurriera salir de casa, que ella volvería en dos horas cuando terminara con la selección de equipos.

Supondrán correctamente que ignoré olímpicamente su orden de quedarme en casa y fui a lo de la señora Knight, porque... ¿Quién era yo para no intentar solucionar mis propios problemas? Que mis poderes estuvieran saliéndose de control no era algo de mi agrado, y necesitaba solucionarlo cuanto antes.

Cambié mi pijama de estrellas por unos jeans celestes, una remera blanca y me puse los objetos del poder. Agarré mi mochila del perchero (donde mamá la había colgado la noche anterior, claro), prendí mi celular y salí de la casa. Caminé de mi casa a la de la señora Knight y toqué la puerta como ella me había pedido que lo hiciera: un toque, tres toques, un silencio, un toque, un silencio, un toque, tres toques, tres toques, un toque. Les repito que yo no sabía morse en ese momento, y sabía que los magos poderosos tomaban precauciones a la hora de relacionarse con otros. Más tarde aprendí que las letras AEP eran las siglas de tres palabras clave: Alette, Elegida y Poderosa.

—¡Alette, qué gusto tenerte por acá! ¿Cómo estuvo la última pelea? —Arrugué mi nariz, señal que ella correctamente comprendió como un "no quiero hablar de eso." —¿A qué le debo el honor de tu visita, Aly? —me preguntó.

—Le parecerá una tontería, señora Knight, pero los aros me advirtieron sobre esto hace unos meses. No dijeron mucho; solo que, si mis poderes se descontrolaban, debía acercarme a usted. Agregaron algo sobre que los dieciséis son complicados, pero le recuerdo que tengo quince. —Ella me miró curiosa, pero asintió e indicó con un movimiento de manos que tomara asiento.

—Nada es una tontería si lo que te envía es una profecía, cariño —me contestó ella mientras movía un libro de su estantería. Una compuerta en el piso se abrió, dejándome observar un cajón secreto. De ahí sacó una caja, que depositó sobre la mesa con sumo cuidado. Se sentó a mi lado y abrió la caja, dejándome ver su interior.

Dos pulseras. Dos simples pulseras, sin nada de aparente especialidad. Al lado de estas, un paquete de sobres de té rarísimos. Y, debajo de eso, un juego de ganzúas.

—Las ganzúas no son para ti, Courtois. Aleja tu vista de ellas, no son de tu incumbencia. —Asentí, asustada, y saqué mi vista de aquellas piezas. Vi a la señora Knight agarrar una de las pulseras y colocarla alrededor de su muñeca con una destreza impecable, como si se las hubiera puesto millones de veces. Me colocó la otra, que se sintió como mármol frío en una tarde de primavera.

—Entonces, ¿qué tengo que hacer, señora Knight? —le pregunté.

—Tú nada, solo debes dejarme hacer mi trabajo. —Asentí y vi como ella cerraba los ojos, para posteriormente sentir que lo mismo le sucedía a los míos.

PÉRDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora