Capítulo Vientiséis: La carta final

26 8 8
                                    



30 de diciembre del 2016, París

Querida Alette:

Si estás leyendo esto, estoy muerto. Bueno, estoy seguro de que vas a leer esto; porque sé lo que va a pasar. Vamos a pelear, te voy a dejar K.O., me voy a poner todos los objetos del poder de una y voy a entrar en combustión.

Sé lo que me dirías ahora: si sabés todo esto, ¿por qué lo vas a hacer? La respuesta no debería sorprenderte si seguiste el orden de las cartas: porque ya no puedo más sin mi familia, pero menos puedo sin vos; y yo ya te había perdido.

Me enteré esta mañana de cuál sería mi destino. No sé por qué (supongo que quiso advertirme o ayudarme, sin duda te ama), pero tu amigo el dios griego me envió una grabación de lo que pasaría (que se autodestruyó en cuanto la vi). Podía haber evitado mi muerte.

Sin embargo, fue verte ahí; con esa mirada llena de enojo y decepción por lo que hice, que no pude evitar pensar en cómo me mirarías al enterarte de lo demás. Sos poderosa, y sabía que mi destino iba a ser peor si intentaba cambiarlo. Además, el vídeo de mi muerte no había sido lo único que me había mandado tu amigo. Había ciertos momentos después de mi muerte, momentos que no podría quitarte. No sé si debería spoilearte, pero supongo que te vas a plantear esto en cuanto suceda: me alegra que encontraras a Chris, porque él va a darte toda esa felicidad que yo no pude y acompañarte en todo en lo que yo nunca estuve. Eso, claro, no me detiene de confesarme: caí enamorado de vos en serio, Alette.

Hice muchas estupideces, estupideces que estoy dispuesto a confesar: tuve una relación con Jane Wells a la par que con vos, usé una poción de enamoramiento para que cayeras por mí (lo que corrobora que peores males me pasarían si no aceptaba este destino) y dejé de lado toda la ética y moral que mis padres me enseñaron para intentar recuperarlos. Soy un idiota con todas las letras, y el suicidio voluntario es la mejor forma que puedo encontrar para redimirme.

No te sientas culpable, Alette; porque ahora sabes que yo acepté este destino, y que no es tu culpa.

Y sí, ya sé que sos la Elegida. Me cuesta asociarlo, pero me di cuenta en cuanto vi la grabación; esa no podía ser Gemma, porque ella me hubiera devuelto uno de mis ataques, usado alguno de sus inventos o creado trampas con hojas. No hiciste nada de eso, si no que te defendiste para no lastimarme.

Te ruego, Alette; que abandones todo lo que esa poción pudo llevarte a sentir por mí. Y que hagas lo que yo nunca logré: aprender a usar la persuasión solamente para el bien. Sé feliz. Visita Francia sin llorar. Y, por favor, cuídate. Si das a conocer que eres la Elegida, yo habré sido el menor de tus problemas.

Mis más sinceras disculpas,

Jackson Magné-Dupont

PÉRDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora