Capítulo Veintidós: La hora de la verdad

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El primero de enero no era feriado en el Reino Mágico. Los magos acá creían que eso era tonto, en especial porque no hay mejor manera de empezar el año que trabajando y siendo comprometidos con nuestras tareas. Fue por eso que el primero fue cuando volví a mi trabajo de medio tiempo en el CharmCafé. Fue entrar a la cafetería y recordar por qué quería ese trabajo: motivación. Mirar a toda esa gente riendo y disfrutando, estudiando y conversando, riendo y gritando; era la mejor motivación para salvar al mundo.

Cuando entré había poca gente, pero esas personas no tardaron en aplaudir en cuanto me vieron pasar por la entrada. Les sonreí y los saludé a todos con la mano antes de dirigirme a la oficina del dueño dispuesta a recuperar mi empleo.

—Pase —gritó él, a lo que pasé.

—Buenos días, señor Charm —lo saludé. Sí, el café se llama CharmCafé porque el apellido del dueño era Charm. No es tan ególatra, ¿o sí?

—¡Alette, hola! Veo que ya estás disponible para volver al trabajo, ¿o me equivoco? —Asentí y él me tendió mi delantal, que agarré gustosa.

—Gracias y disculpe las molestias. —Él hizo una seña para que lo dejara ir y asentí.

—Ten tus nuevos horarios. Jules vino a hablarme y tuve que cambiarlos, pero espero que no te molesten. Empiezas el jueves, ¿está bien? Y, si por alguna razón, no puedes seguir trabajando; no dudes en venir a hablar conmigo, ¿sí? —Asentí y sonreí.

—Lo haré, señor Charm.

—Ah, una cosa más: Jules te dejó esto, dijo que lo abrieras cuanto antes. —Agarré el sobre y saqué el papel de adentro.

"Hospital Dupont, 13:30 del primero de enero. ¡No llegues tarde! –Jules."

—Debería irme, pero muchas gracias. ¡Prometo llegar en horario, señor Charm! —Él me sonrió y salí de la oficina para posteriormente transportarme al hospital Dupont. ¿Qué? Ya era la una y veinte, iba a llegar tarde sin magia.

Mi celular empezó a sonar, así que lo descolgué.

—¿Hola? —pregunté.

—¿Qué te dije de transportarte, Alette? —me empezó a retar mamá.

—Que no lo hiciera hasta ir a hacerme los estudios —repetí.

—¿Y entonces?

—Es que lo usé para ir a hacerme los estudios, estoy en el Dupont. Jules me pidió el turno, ¿vos venís? —Mamá colgó y, un segundo después, ya estaba frente a mí.

—Zafás por esta vez, pero la próxima no vas a tener tanta suerte. —Asentí y mi mamá me registró mientras yo atendía otra llamada.

—¡Alette! ¿Almorzamos? —me preguntó Gem.

—Me encantaría, pero estoy haciéndome el chequeo médico y mágico.

—Ah, entiendo. Bueno, ¿merendamos?

—Eso sí, ¿a las cinco en el CharmCafé? —le ofrecí.

—Me parece bien. ¿Chris estará disponible? Tengo que hablar con él por su USB. Como es considerado uno de los siete de la Elegida, me parece propio que tenga uno. Ah, hablando de eso; papá me dijo que tenés que comprarte un equipo nuevo, que el otro lo habían cargado a la tarjeta de tu mamá directamente pero que esta vez te conviene ir a elegirlo. ¿Querés ir a comprarlo después de merendar?

PÉRDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora