4.

1.1K 113 5
                                    

Después de esa breve conversación con Chris, me quedé atascado con el tema en mi mente, no dejé de pensar en que podría hablar con alguien realmente, y eso me entusiasmaba pero me aterraba al mismo tiempo; a mis pensamientos llegaron miles y miles de posibilidades de que todo saldría mal si me arriesgaba a decirle algo a alguien sobre cómo me sentía...
Aunque no sabría expresarlo ni un poco.

—¿Pizza? —preguntó él con una sonrisa.

Acepté con gusto, no me iba a negar a un trozo de la comida chatarra que más disfrutaba en el mundo, pero fue raro que no recordara el momento en el que la caja llegó hasta la mesa, ¿tan sumido estaba en mis propios pensamientos? Algo me hace creer que si.

—Esto es bueno, ¿desde cuando venden pizza maravillosa por nuestro intento de vecindario decente? —pregunté después de haber saboreado el primer trozo. Era algo demasiado bueno para ser verdad.

—Mi mamá la compró al norte de la ciudad, no tengas ilusiones de que pueden vender algo bueno por aquí.

Ambos reímos intentando no mostrar la pizza que teníamos en nuestra boca, porque eso hubiera sido desagradable. Era cierto, si queríamos una buena pizza, era mejor mientras más lejos de nuestro vecindario estuviese.

La tarde había pasado más rápido de lo que yo hubiera esperado, pues cuando revisé la sala de estar pude ver que los tonos del lugar ya eran más cálidos, cosa que indicaba que el Sol se estaba yendo. Y eso significaba que yo también tenía que irme dentro de unos minutos de vuelta a casa, a pesar de que realmente no quisiera hacerlo.

Quería quedarme con Chris, observarlo mientras estaba concentrado en su película que no se daría cuenta de lo que hacía, como hacer gestos involuntarios cuando había ciertas escenas. Sí había algo como una enorme explosión, parpadeaba repetidas veces sin despegar su vista de la pantalla; sí sucedía algo que podría dejar en suspenso la película, él simplemente empuñaba la tela de su chaqueta y apretaba los dientes, dándole un aspecto algo tierno por su preocupación a causa de algo tan tonto como una película.

Y si, podía parecer que estaba gastando demasiado la vista en él durante unas cuantas películas, pero no era porque fuera más interesante la película o que estuviera obsesionado con él, sí no que me podría calificar como alguien observador. Eso era algo muy distintivo en mi, siempre me gustó el poder comprender a las personas por las cosas que hacían y no estaban al tanto de ello, sentía que cada movimiento era consecuencia de alguna emoción ante específicas situaciones.

Mis amigos eran a quienes mejor estudiaba a la distancia, antes de que nuestra amistad se hiciera tan sólida, no me fiaba mucho de ellos, porque si, tenía miedo en el fondo de que fueran como todos los demás chicos en su grado: fingen ser tus amigos pero hay una condición no escrita, y esa era que solo ellos podrían salir beneficiados.

Richard fue siempre de quien más desconfiaba, aunque ya conociéndolo me arrepentí de alguna vez haber sido capaz de pensar que él pudiera dañar a alguien, o que fuera un ser egoísta cuando demostró ser una de las mejores personas con las que me topé alguna vez.

Erick fue, desde el primer momento en que hablamos, el más sencillo de comprender; cuando estaba nervioso hacía pequeños golpeteos con sus manos en cualquier lugar para buscar un ritmo que lo calmara, eso no cambió en todo el tiempo que llevábamos de ser amigos, y normalmente era una señal de alerta. Él y sus nervios no eran una buena combinación.

A quien, realmente, nunca me di tiempo de estudiar con detalle fueron Christopher y Zabdiel, hasta ese momento que estaba con Chris. Quizás al día siguiente podría prestarle toda mi atención a Zabdiel durante el almuerzo, inclusive a final de clases, pero el tiempo en curso era para Christopher esa tarde.

Cuando la pantalla quedó en negro con pequeñas líneas blancas ascendiendo y él  comenzó a hablar sobre lo increíble que fue, me di cuenta de que con él no me molestaría pasar horas enteras viendo cada gesto que hiciese, para así poder entenderlo, conocerlo a fondo.

Quería hacerlo, realmente quería llegar a conocer a Christopher como si se tratara de un libro cuyas líneas sabía a la perfección, un poema grabado en mi mente. Y oh, demonios, comencé ahí a tener ilusión en él y eso estaba completamente jodido.

—Tenemos escuela mañana —murmuré recargando mi cabeza en el sofá, estaba realmente cansado de ir.

—Al menos tú y Erick salen temprano; nosotros tenemos que quedarnos una hora y media más —se quejó imitando mi acto.

—Debe ser increíble estar en último año...

—Nah, es la misma presión de años anteriores, con la diferencia de que en esta hay una posible salida.

—Era sarcasmo, los de último año son verdaderos esclavos.

—Deberías trabajar en tu tono sarcástico —recomendó riendo.

—Debería hacer taaaaaaantas cosas —dije cerrando mis ojos.

—¿Cómo qué?

Tardé en pensar en algo que debería hacer, porque no había algo por hacer. No supe de donde salió eso.

—Regresar a casa antes de que mi mamá salga y me deje en la calle... Otra vez.

—Definitivamente debes hacer eso —acordó levantándose con rapidez—. Te acompaño a la puerta.

Me levanté en contra de mi voluntad, el sofá era tan cómodo que en dejaba una enorme sensación de tranquilidad que me hubiese gustado disfrutar más, quizás era el ambiente que había en la casa en sí, pero debía en serio volver a la mía antes de que mi mamá fuese capaz de abandonarme a mi suerte.

Asumo mi culpa de haber perdido la tonta llave, al menos merecía que alguien me abriera.

Caminé detrás de Chris guardando distancia, de conocerlo sabía que era capaz de detenerse sin previo aviso y chocaría conmigo, hasta la puerta de su casa, seguido de atravesar el jardín delantero a un paso lento y firme para llegar hasta la reja que me dejó paralizado cuando aparecí hace unas horas.

—Supongo que... Nos vemos mañana.

Gran línea para decirle a un amigo.

—Seguro.

Y vaya manera de responder.

—Yo... Eh... Si, adiós.

Seguí avanzando para pasar al lado se él, y quedé en ridículo cuando choqué con la estúpida reja blanca a la cual comenzaba a odiar.

No quise admitirlo, ni siquiera ante mis propios pensamientos, pero de alguna forma logré llegar a cuestionarne la relación amistosa que llevaba con Chris y algún posible sentimiento respecto a él. Tampoco quise admitir que había dos lados en la situación que estaba presenciando, y que ambos, tanto positivo como negativo, traerían una desconocida consecuencia.

Me dije a mi mismo que no debía pasar la ilusión, era eso en lo que se tenía que quedar. Y él seguramente no estaba dando motivos para incrementar esa cuestión, por lo que era mejor ignorarlo.

¿Por qué nunca me dijo alguien que los sentimientos no debían ser ignorados? Un mal presentimiento me gritaba que tendría la respuesta pronto.

Carry You. [JoChris] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora