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Antes de leer: este capítulo puede ser tedioso pero es esencial para la trama.



Desde hace varios años decidí guardarme cosas de importancia sólo para mi, pues no le correspondía a nadie más el saberlas para que se entrometieran o quisieran cambiar mi opinión, incluso para reírse si les parecía algo tonto. Y nunca me gustó ser el centro de las opiniones de los demás, por lo que era mejor no hacer comentarios acerca de nada que pudiera tener importancia para mi.

Cuando tenía 5 años, estaba "enamorado" de una niña con la que compartí galletas en el jardín de niños. Dicen que yo juraba que era la niña más linda e inteligente que había conocido jamás, aunque no conociera a muchas, y que ella sería mi esposa en algún momento de la vida. Nunca hablé con ella, solo sabía su nombre, Debby Andrews, y decir una sola vez que me iba a casar con ella fue suficiente para que nadie de mi extensa familia se olvidara de quién era ella y lo perdido que me tenía. Recuerdo vagamente que decían que no era tan linda como yo juraba, cosa que me ponía de mal humor, porque para mi ella lo era y ellos no iban a decirme lo contrario.

Era un niño cuando seguían riéndose del tema, nunca supe si era porque les parecía tierno o porque realmente les daba gracia, nunca pregunté de todas formas. Pero, desde entonces, no le volví a mencionar quien me gustaba, si acaso a algún amigo de la infancia, pero era lo mismo en todos lados.

"No es tan linda, necesitas gafas", si lo era, o al menos para mi.

"Su personalidad es un asco", conmigo era muy amable y eso me gustaba.

"Es demasiado linda para ti", oh, ahora era al revés.

"Son muy diferentes", y aún así llamaba mi atención.

Al ir creciendo, no lo vi como un problema en lo absoluto. Nunca salí con nadie, nunca llegué a declararme ante nadie, viví plenamente como cualquier otro ser humano sin la necesidad de estar con otra persona, aún así me sentía bien y no para nada fracasado, como muchos me llamaron, por nunca haber besado.

Cuando llegué a séptimo grado, Giselle se convirtió en mi amiga, pues ella había repetido año y sintió al instante que encajaría conmigo. Mientras nos fuimos conociendo, mencionó que era raro que me costara tanto el que alguien me gustara, pero que no tenía problema con eso. Entre sus bromas me dijo que debía evitar ser tan selectivo con las personas que me atraían, de otro modo moriría solo.

Y hasta ahí quedó ese tema, nunca presionó por saber si estaba flechado por alguien aunque fuese momentáneamente, era ella quien acudía a mi cuando necesitaba hablar de alguien que le gustaba, se volvió difícil cuando entró a una modalidad escolar para poder recuperar su año perdido y entrar al nivel que le correspondía, pero nunca faltaba para llegar a mi casa y ser a la primera persona a la que quería contarle algo. Era exactamente para lo que estaba llegando a mi casa esa tarde.

Era miércoles, lo cuál era raro porque tenía club de lectura durante toda la tarde; supuse que lo tuvo libre y decidió hablar conmigo o pasar la tarde en mi casa. A lo cual no me opuse, al contrario, la esperé con las puertas abiertas hasta que se quisiera aparecer.

Estaba decidido a que hablaría con ella sobre como me estaba sintiendo respecto a Christopher, sobre la no-quiero-llamarla-cita del sábado, cosa que seguramente le agradaría que compartiera con ella. Siempre dijo que esperaba que algún día la considerara de mi máxima confianza para decirle lo que a otros no podía, entonces sentí que debía saber mucho antes que Erick que alguien me gustaba y no de una manera imposible.

Carry You. [JoChris] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora