8.

999 111 49
                                    

—¿Puedo decir, por milésima vez, que le gustas? —preguntó Erick recostándose a mi cama.

Erick llegó a mi casa la mañana del sábado porque le preocupó que no llegara la tarde anterior. Cuando le conté como habían fluido las cosas con mis compañeros de clase, se alegró de que fuera capaz de convivir con más personas y mi círculo se ampliara, también me gustó que, por lo que él vio con Louise, estuviera abierta una pequeña ventaba de posibilidad con ella; aunque yo lo dudaba. Se me escapó decirle que fui a la casa de Christopher, así no fuera nada malo y pude haberlo dejado hasta "fui a casa de Chris y regresé a la mía cuando no los vi", él se dio cuenta de que estaba ocultando algo cuando paré de golpe y no supe que inventar.

Por sus métodos como sofocarme hasta que le contara la verdad, como todo un niño de guardería, accedí a decirle como fue mi conversación con nuestro amigo la noche anterior.

Se sintió raro el hablar con alguien sobre una parte de mis sentimientos, porque claro que estaba evitando que la emoción se notara en mi voz, pero fue agradable al mismo tiempo. Erick, si no tuviera tantos problemas en expresarme, sería a la única perdona a la que le contaría lo que me tenía mal en ese tiempo, pero prefería no aburrirlo con mis problemas sin sentido.

—No le gusto, entiende. Él es demasiado... Christopher.

—¿Y eso es justificación? ¿Ser demasiado "Christopher"?

—A lo que me refiero es que a él siempre lo veremos saliendo con chicas, una tras otra. Nunca un chico. ¡Mucho menos yo!

Frunció el ceño confundido por lo que acababa de decir, me di cuenta de que estaba procesando si dije eso por falta de autoestima o lo estaba viendo de un lado objetivo. Era más lo segundo, mi autoestima no estaba tan bajo para creerme poca cosa.

Al menos no ese día.

—Nunca nos ha dicho que solo le atraigan las chicas... —dijo mi amigo pensativo—. Habla muy bien de ti. Tal vez no sea gay, tal vez solo le gustes tú.

—No hay situación en el mundo en el que imagine a Christopher Vélez gustando de mi —aseguré mirándolo directo a los ojos para que entendiera que iba en serio.

Después de decir eso, Erick guardó silencio asintiendo levemente con la cabeza, aún con una expresión pensativa en su rostro que poco después cambió a una sonrisa burlona dedicada para mi.

—¿Y enamorado?

—¡Erick!

Antes de que pudiera golpearlo con la almohada que tenía en mis manos, mi madre entró a mi habitación con su vista fija en el teléfono, sin prestar mucha atención a la presencia de Erick, ya que solo parecía ir a dar un anuncio.

—Voy a salir, ¿necesitas las llaves?

—Uh... No pensaba salir pero si, por favor —ke respondí a mi mamá sin verla.

Lanzó las llaves a mi cama y se despidió superficialmente.

No voy a negar que me dolió, porque en cierto modo lo sentía como indiferencia por parte de mi madre que no la viera nunca y los sábados saliera todo el día, o que incluso a veces no llegara. No tenía una mala imagen de ella, tampoco la visualizaba haciendo cosas indebidas cuando salía; salía con sus amigas, tal vez bebían un poco, conversaban y ya, esa era la rutina que le conocía.

—Entonces... ¿salimos hoy? Hay una fiesta en... Lo capto, las fiestas no son lo tuyo —dedujo al momento en que notó como lo miré—. Christopher no irá, probablemente te haga compañía hoy.

—No necesito compañía. Mucho menos la de él en este momento.

—Hey, hey, hey, tal vez fue confuso lo de anoche, pero no tendrías porqué evitarlo. Quiero decir...

Carry You. [JoChris] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora