11.

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Pasaron cuatro horas desde que Giselle había salido de mi casa con una sonrisa de ilusión, satisfecha de que, como su mejor amigo, le ayudara a que Christopher la notara.

Cuatro largas malditas horas en las que me dediqué a ver el techo conforme la luz del sol desaparecía. Ya todo estaba oscuro, no entraba más que la luz de la calle para mi habitación y estoy seguro de que no me moví ni un poco para molestarme en ver la hora. Solo parpadeaba y pensaba en lo que estaba pasando.

Esperaba parpadear y que todo estuviera arreglado, más no sucedió en toda la tarde. 

Mi celular sonó unas cuantas veces a mi lado, la pantalla se iluminaba con cada notificación que no quería ver. Sabía que algunas serían de Christopher, y no quería leer nada referente a él, era suficiente con pensar en verlo al día siguiente; otros eran de Erick, su tono especial (que él mismo se puso) sonó repetidas veces, y algunos podrían ser de Giselle, tampoco podía leerle.

Estaba demasiado ocupado en intentar descifrar qué era lo que estaba sintiendo. Estaba abrumado. Ansioso. Molesto conmigo.

—Estás triste.

Levanté mi cabeza de golpe en dirección a la puerta confundido por quién había dicho lo anterior. Por como estaba sumido en mis pensamientos, la voz se había escuchado distorsionada. Pero me tranquilicé cuando vi a Yoandri entrando a mi habitación mientras me observaba.

Mi situación era penosa.

Encendió la luz, me cegó por unos instantes, parpadee repetidas veces hasta que mis ojos se acostumbraron a la luz artificial de la bombilla. Lo vi de pie paseándose por el lugar esperando a que dijera algo, a que lo saludara.

—¿Qué haces aquí?

—Tu mamá cree que podrías estar entrando en crisis y me llamó —dijo encogiéndose de hombros—. Yo también lo creería, porque te ves mal.
—Estoy bien; creo que acabo de descubrir como funcionan los líos amorosos.

—Tienes exactamente esa apariencia. ¿Viste de nuevo una película y te afectó a tal grado?

—No. Lo estoy viviendo —dije volviendo a recostarme. No sin antes notar la sorpresa en su rostro.

Supe que no lo esperaba, nadie podría pensar que yo estaba involucrado en ese tipo de enredos si no era porque estaba a favor de una parte, no que yo fuera parte. Y a tal punto, mis sentimientos estaban tan lastimados por mi propia causa que no me molestó esconderlo ni un poco.
—Entonces creo que ya eres un adolescente —dijo sentándose a mi lado—. ¿Quieres hablarlo?

¿Realmente quería? La respuesta era si, mil veces si. Siempre quise hablar de mis sentimientos más mínimos, pero nunca me sentí en confianza suficiente para hacerlo.

—Me gusta alguien... Y, por una milésima de segundo... Al día, creí que podría gustarle de vuelta, parecía que si.

—¿Y cuál es el problema? Solo debes presionar un poco para saberlo.

—Pero... Hoy vino a quien puedo llamar mi mejor amiga, con toda la ilusión que cabía en su ser a decirme que también le gustaba alguien. Ese alguien resultó ser mi alguien, de quien ella no sabía que sentía la más mínima cosa, y me pidió que le ayudara.

—Dime que no...

—Si.

—Eres un idiota —opinó Yoandri con el ceño fruncido—, ¿cómo puedes acceder a eso? Vas a salir lastimado si algo pasa entre Giselle y tu alguien ¡gracias a ti!

—Alto, alto, yo nunca comenté que fuera Giselle.

—Tu círculo social no es muy amplio, y es la única chica que considerarías tu mejor amiga. Además, acabas de hacer una gran confesión.

Carry You. [JoChris] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora