19.

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A lo lejos escuchaba la voz de mi hermano y mi madre discutiendo. Asumí al instante que estaba medio dormido, que ya era tarde, mamá acababa de llegar y ese era el punto de la discusión.

Quise al instante levantarme y evitar la pelea que estaba en curso, pero sentí por un segundo que mi hermano estaba haciendo lo correcto al enfrentarla y era la única manera de hacerle entender que la necesitábamos aún. Mi agarre en la almohada se hizo mayor, estaba conteniendome para salir a ese pasillo y enfrentarlos a ambos, pues últimamente yo parecía el único que tenía un poco de juicio en esa casa. Escuché todo con atención, aún cuando hice un tremendo esfuerzo por volver a dormir, pero no podía simplemente ignorar la voz molesta de Gabriel que acompañaban cada reclamo.

—¡Pues entonces iré con papá! —gritó él.

No me levanté, sabía que no lo iba a hacer, o al menos no esa noche. Cuando escuché el ruido de un manojo de llaves que chocaban entre sí abrí los ojos, en el reloj frente a mi marcaba las tres cuarenta de la mañana. Me di cuenta además de que seguía en la sala, no en mi habitación, y ellos no estaban en un pasillo, estaban justo en la entrada de la casa.

Gabriel dijo algo que no alcancé a escuchar, solo lo vi pasar frente a mi con una molestia claramente visible. Se encerró en su pequeño escondite, aquella habitación que tanto juraba odiar y ahí terminó la discusión.

En cuanto a mi madre, sólo sé que llegó al sofá donde yo estaba, me acercó a ella, y durmió abrazada a mi esa madrugada. Suspiré pesadamente, porque ya estaba cansado de ese intento de familia.

°°°

Cuando desperté la mañana del sábado sentí que no había dormido lo suficiente.

Me dolió haber dormido tan mal en el sofá, además de que era muy temprano para mi gusto, mi plan era no despertar en todo el día si no sentía hambre.

Mi mamá ya no estaba cerca, la casa estaba tranquila. Lo único que significaba era que ambos estaban totalmente dormidos y no despertarían hasta pasar la hora de la comida. Después de todo, esa era la misma rutina después de una pelea entre ellos dos cuando yo no interfería.

Me sorprendió, y creo que a todos, que los tres estuviéramos despiertos antes de las nueve de la mañana. Y mucho menos que llegáramos a la cocina, nunca estábamos en la misma habitación ni aunque intentaremos hacerlo con tiempo de anticipación. Por las miradas de mis dos acompañantes, supe al momento que habían llegado a un tipo de acuerdo en su discusión y no era nada que nos fuera a beneficiar como familia.

Un toque en la puerta llamó mi atención, pude asegurar que no era ninguno de mis amigos porque era demasiado temprano para que ellos mostraran señales de vida a esas horas de un sábado. Y, siendo que teníamos un número muy limitado de visitantes, mi papá era la única opción.

—Buenos días —dijo él entrando con una enorme sonrisa, que se desvaneció en cuanto nos vio—. Ya veo porque me llamaron.

—Gabriel hizo una rabieta anoche sin razón alguna.

—¿Sin razón? —preguntó sarcástico mi hermano—. Llegaste a las tres de la mañana y me dijiste tooooda la noche estabas en la oficina. ¿Quién trabaja en la oficina a esa hora? ¡El país se liberó de la esclavitud hace años!

—Gab..–

—¡Tú no te metas, Joel! ¡Siempre la defiendes como si estuviera bien! Si querías que nosotros nos quedáramos contigo podrías intentar estar aquí —murmuró molesto observando a mi madre. Esto no terminaría nada bien.

—¡Yo trabajo por ustedes!   Nada les falta gracias a mi trabajo.

—¡Es que me tienes harto, mamá! Nunca has estado, y nunca vas a estar para nosotros. A Joel no le importa, él está acostumbrado. ¡Pero yo no! Joel es lo único que me queda si tú no estás, y el se va a la universidad en un año, ¿qué va a ser de mi entonces? ¿Me vas a contratar una niñera a los quince años porque tú no puedes ni siquiera pasarte cinco minutos conmigo?

Carry You. [JoChris] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora