dos.

85.7K 8.4K 1.8K
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me desperté al amanecer, con el cuerpo cubierto de una capa de sudor frío y las mantas enroscadas alrededor de mí como si fueran serpientes. Desvié la mirada hacia la única ventana de mi dormitorio, que ocupaba casi toda una pared; la luz que conseguía colarse a través de los cristales me informaba que aún quedaban un par de horas antes de que mi familia despertara.

Sin embargo, yo no sería capaz de dormirme de nuevo y aprovechar lo poco que me quedaba de tranquilidad. No recordaba con exactitud mi pesadilla y lo único que me había dejado era el sudor frío y la sensación de pánico que se había quedado enroscada en mi estómago; aparté con un suspiro las mantas de mi cuerpo y salí de la cama para acercarme a la ventana. Hacia las vistas de la ciudad que me proporcionaba.

Era evidente que, a pesar de las horas que eran, mucha gente ya se había echado a las calles para ultimar los preparativos del Día del Tributo; era posible que el Señor de los Demonios hubiera creído que se trataba de un día para festejar, pero todo el mundo se veía incapaz de ello hasta que una de las chicas hubiera sido elegida.

Entonces todo el mundo lo celebraría, a excepción de la familia a la que le hubieran arrebatado a la joven escogida por el Enviado. Celebraría no haber resultado elegida por el monstruo que vivía en el castillo de piedra, desde donde vigilaba todo su reino; a todos nosotros.

Contemplé de manera distraída a la gente que se encontraba ya en la calle, preparando la plaza para el momento en que nosotras seríamos expuestas como simples piezas de ganado, como simples animales... para que una de nosotras fuera condenada al matadero.

Me quedé allí hasta que mi tía llamó a la puerta para informarme de que era hora de desayunar... y que no olvidara ponerme guapa. Apreté los dientes con fuerza para no responderle con alguna grosería y esperé hasta estar segura de que se había marchado al piso de abajo; fui directa hacia mi armario y saqué el vestido que mi madre había escogido para la ocasión.

De color gris oscuro, liso y sin ningún tipo de detalle. Simple. Pensado para que no llamara la atención, para que pasara desapercibida ante el escrutinio del Señor de los Demonios; mi madre lo había escogido de ese modo, creyendo que así tendría menos posibilidades de salir elegida por mi aspecto.

Sustituí mi camisón por el vestido y luego peiné mis cabellos en una tensa trenza que caía por mi espalda. Miré el maquillaje que había sobre el tocador, pero decidí no hacer uso de él aquella vez; después me observé en el espejo para comprobar que mi aspecto no resultaba especialmente llamativo... o atractivo.

Con aquel vestido y sin maquillaje, el Enviado no me miraría dos veces.

Estaría a salvo.

Bajé al comedor tras arreglarme, encontrándome a toda mi familia ya reunida. Ocupé mi silla mientras observaba a mi tía servirse con cuidado café en su taza; mi padre y mi madre me sonreían con amabilidad, demostrándome que se encontraban a mi lado. Que me apoyaban.

Queen of ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora