Bathsheba se encargó de despertarme con tiempo suficiente para que pudiera prepararme para la cena. El dolor de mis sienes había desaparecido, y había podido dormir sin pesadillas; mi primera sesión junto al Señor de los Demonios y el hecho de que hubiera decidido ayudarme a tratar mi terror a las sombras no había trascurrido del modo que yo había imaginado. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza al rememorar cómo había permitido que las sombras recorrieran mis manos con libertad, en un entorno iluminado y controlado.
—Briseida me ha comentado que has ido a la biblioteca —dijo Bathsheba de pasada.
Desvié la mirada del conjunto que había escogido para aquella noche, frunciendo el ceño.
—Estaba interesada por conocer qué podía ofrecerme —contesté, procurando mostrar indiferencia—. En casa solía leer y estoy intentando crearme aquí una rutina.
La mirada oscura de mi doncella me escaneó, buscando alguna pista sobre si estaba mintiendo; me obligué a sostenérsela todo el tiempo, procurando no pestañear. Una punzada de traición me apuñaló el pecho al ser consciente de que estaba empezando a tener secretos con ellas, con las dos mujeres demonio que se habían encargado de mí.
Quizá si hubiera sido la misma chica del principio me hubiera sentido pletórica por ello, feliz de guardar secretos del mismo modo que ellas; pero ahora la culpabilidad me estaba haciendo muy complicado seguir fingiendo. A pesar de las diferencias que pudiésemos tener, valoraba a mis dos doncellas por haberse convertido en un importante apoyo dentro de aquel palacio.
Rogue soltó un ladrido desde su mullida cama, que habían colocado convenientemente junto a mi cama. Bathsheba chasqueó la lengua en su dirección, intentando sonar molesta... a pesar de su gesto lleno de cariño hacia el animal.
—Cállate, caprichosa —le espetó con suavidad.
Sonreí sin poderlo evitar.
—Quizá podíamos salir al jardín cuando regrese —ofrecí y miré a la perrita, que había comenzado a mover su inquieta cola—. No puede estar en el dormitorio, se sentiría como si estuviera en una jaula...
Bathsheba enarcó una ceja de manera burlona.
—¿Estás hablando de Rogue o de ti misma? —preguntó.
Me encogí de hombros y empecé a desvestirme para poder ponerme aquel otro vestido que llevaría para la cena.
—Eir...
Mi cuerpo se sobresaltó de manera inconsciente al ver a Bathsheba casi a mi lado. Haciendo uso de su naturaleza demoniaca, había logrado moverse con total sigilo... impidiéndome ser consciente de sus intenciones.
La miré por encima del hombro, su rostro estaba ensombrecido.
—Quiero disculparme —musitó, bajando la mirada—. Por las insinuaciones que hice sobre tu familia... sobre tus orígenes.
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Queen of Shadows
Fantasy«... Y entonces el Enviado apareció en mitad del caos, controlando a sus bestias y ordenándoles que no siguieran masacrando a las gentes. Las hordas de criaturas que obedecían a su señor se detuvieron, esperaron... El Señor de los Demonios se...