Asesinato en Winderbrok

Capítulo 28

DÍA 26: 16:07 Pm. "Reunión"

Antonio

-Tenemos un gran problema chicos-les digo a todos los que están en la reunión. Estamos en nuestra guarida detrás de las escaleras. Hemos venido muchas veces aquí. Tenemos almohadas en el suelo, algunas comidas enlatadas además de papeles donde tenemos registrado TODO lo que tenemos descubierto de este lugar. En esta reunión hablaremos de lo que acabamos de descubrir hace unas horas atrás en la oficina de Matilda-Como ya les estábamos contando, Matilda es descendiente directa de Winderbrok al igual que Jeff. Y Andrés, el niño que no vino, heredara todo cuando cumpla 18 en un mes más. 

-El problema...-sigue diciendo Isidora-es que Matilda ha enviado a un tal David en busca de Andrés y lo traerá aquí muy poco tiempo antes de que se cumpla la mayoría de edad. Así evitando que podamos tener tiempo para hacer que Andrés no le pase toda la herencia a ella. Sin contar que nos desechará. 

-Bueno-dice Felipe- pues, tenemos que encontrar a Santiago y...

-Hablando de eso...-añade Isa-Matilda dijo que Santiago ya no estaba. Se escapó hace siete días más o menos. Podría estar en cualquier lado. Pero debemos confiar en él. Hará lo necesario para que todo resulte.

-Tenemos que salir-dice Matt-eso está claro, si lo hacemos uno por uno...sospecharán, si lo hacemos todos al mismo tiempo nos atraparán en el camino. No podemos irnos aún. Descubrimos que Santiago se fue. El trabajo de Isi, Isa y Antonio terminó. Y gracias a ellos sabemos mucho más ahora. Nosotros tenemos que seguir con nuestra parte. Nos queda tener con qué hundir a Matilda y que nos tiene que contar Winderbrok. Centrémonos en eso, luego...escapemos de aquí, como sea pero lo haremos. Pase lo que pase en el camino. Si uno logra llegar sano y salvo, todo lo que habremos hecho no será en vano.

La reunión terminó y volvimos a nuestras clases. Yo no podía pensar con claridad, quiero creer que no le pasó nada malo a Santiago. Él es fuerte y sé que ha de haber llegado sano a su destino. Aunque por otro lado, ese tal David podría atraparlo y...no, tengo que pensar de forma optimista. Nosotros, tenemos que darnos prisa, estoy convencido de que los días pasarán muy rápidos luego de que se cumpla el primer mes. Una vez terminada la última clase del día me voy al dormitorio y subo a mi cama. Me pongo el pijama y me acuesto. No quiero hacer nada. 

Este último tiempo he tenido que dejar de lado mi lado normal, mi lado adolescente. He tenido muchos recuerdos de mi antiguo yo y no estoy seguro de querer recordarlos. En unos segundos, sin darme cuenta, me quedo dormido. 

El auto está caliente, el calefactor ha hecho efecto y solo los vidrios empañados son prueba del frío que hace fuera. Avanza a un ritmo constante por un camino que hemos recorrido muchas veces, el bebé apoya la cabeza en el asiento y se queda mirando al niño que va delante durmiendo estiradamente en los asientos. El auto es grande y crea un ambiente casi embriagador. Un hombre y una mujer van delante, ellos los han cuidado toda la vida. El bebé se mira las manos, los dedos, juega con el mechón de pelo que cae por su frente. El hermano se da la vuelta y se acomoda para dormir mejor. En su mente tiene muchos más problemas que los que un niño de su edad podría tener. La separación inminente de los padres es algo que él tiene que afrontar, a pesar de que ellos no se lo han dicho. En una hora llegarían a su hogar, sería un día más en su vida monótona. Eso sería lo que debería haber pasado, salvo...que no fue así. La mariposa batió sus olas y originó un tifón en el otro lado del mundo, aunque, a excepción, esta vez fue en el mismo lugar. El hermano mayor se despierta de improvisto, está mareado y necesita aire. Mira a su alrededor sin saber donde se encuentra, luego de un rato se acuerda de todo lo que ha pasado y se tranquiliza. Mira a su hermano menor, nota algo raro. Tiene la piel pálida. Algo no anda bien. Se corre hacia donde está él y le desabrocha el cinturón. Lo toma y mira el asiento. No hay nada. Empieza a mecer al bebé en su hombro y en un segundo empieza a llorar. Ha podido soltar lo que tenía reprimido desde hace horas, el calor del auto estaba afectándole lentamente. Los padres al sentir el ruido tan común del llanto que emite el bebé se dan vuelta a mirar que está pasando. El hermano mayor mira hacia sus padres, el rostro preocupado que todo padre y madre tiene aunque su matrimonio se esté rompiendo. Mira esos rostros que ha visto toda su vida y de fondo una luz que se hace más y más grande. Son solo segundos, pero al instante siente que su única misión es no soltar a la criatura que tiene en sus hombros. Está en el espacio, jugando a ser un niño por siempre. El suelo se hace más pequeño. Él está flotando en el aire, dos astronautas que tienen que llegar a su hogar. El casco se rompe. Cierra los ojos y siente vidrios que vuelan a su alrededor. Eso no le da miedo, tiene que llevar al novato a su casa. Un freno. Un grito. Un segundo que lo cambió todo. Toca el suelo, llegó al planeta tierra. Lo logró. Luego de eso siente todos los dolores que se pueden sentir juntos. Pero algo lo hace olvidar todo eso, se centra en ese algo. Su pequeño astronauta llora en su brazo. Eso era todo lo que necesitaba. Siente húmedo en su casco, no se preocupa, debe de ser que un tubo está botando agua. Tiene todo lo que necesita. Al final, luego de sentir todo, deja de sentir. Y se permite descansar luego de que logró cumplir su misión.