XI. Fiesta (parte 1)

213 30 12
                                    



El lunes me recibe con un sol radiante y los brazos de Linda rodeándome protectora.

Luego de mi vomito verbal, Linda muy calmada me pidió explicaciones y le conté todo. Todo. El noviazgo con Gerard, mi amor infinito y el tema de la demanda. También le hable de Elena, sin dar mayores detalles. Cuando Frank Iero promete algo, lo cumple, aunque eso lo destruya en pedazos, sí señor.

Cuando termine mi relato, solo pudo abrazarme y pedir perdón, como si fuese su culpa. Después me preparo un chocolate caliente y se acostó conmigo, acunándome entre sus brazos y comportándose como una verdadera madre por esta vez.

No sé en qué momento me dormí, pero ahora me dirijo al baño a darme una ducha, para comenzar el día en el colegio otra vez.

A la media hora, después de un desayuno preparado por Linda me encuentro caminando por las tranquilas calles del pueblo. No deseo ir, quiero retroceder el tiempo, estoy cagado de miedo. No del colegio o la fama que me haya creado, sino de todo lo que está por venir y no quiero que pase.

Cuando entro a la escuela, el corredor principal se encuentra lleno de pubertos exaltados. Es tanto el ruido que sobrepasa la música de mis audífonos. Con paso lento me dirijo a mi casillero, pero en cuanto notan mi presencia se voltean en silencio, los veo murmurar y algunos, más osados, me apuntan con el dedo y todo.

Me imaginé que sería así, que con la fantástica historia inventada por Marie y el hecho de que antes de desaparecer golpee brutalmente a dos chicos me verían como el nuevo matón. Además está el pequeño, casi mínimo detalle de que estoy tatuado y la gente de este pueblo cree que tener tatuajes es sinónimo de carcel.

Bufo por lo bajo y cierro el casillero con fuerza. No tengo ni ganas ni tiempo para esto.

- Iero.- me volteo cuando escucho mi apellido dicho con demasiada fuerza.

Frente a mi se encuentra un grupo de 4 chicos. Todos vestidos con chaquetas de cuero, pantalones de cuero y poleras negras. Uno que otro llevan cadenas y así también hay algunos con algo de vello facial, lo que los hace parecer mayores. No los conozco, jamás había hablado con ellos, pero si los he visto muchas veces, en el patio de la institución, fumando bajo un árbol.

- ¿te puedo ayudar en algo?- el chico en cuestión alza una ceja. Es una cabeza más alto que yo, delgado hasta los huesos y tiene los ojos azules más lindos que he visto en mi vida. Lo siento Bob.

- ¿no sabes quién soy?- ahora yo alzó una ceja, vamos, el puto mundo no gira en torno a él, si está en la escuela, debería saberlo.

- Ni idea quién eres viejo y si no tienes nada más que decir, me retiro.- sus brazos se tensan y puedo ver sus músculos marcados a través de la chaqueta.

- Soy Andy Biersak y ellos son mis amigos. Deberías saberlo, nosotros somos los que manejamos las cosas aquí y tú, enano, eres problemas para nosotros- los otros asienten como zombie.

- Primero: tengo nombre, soy Frank, F, R, A, N, K; Frank, no enano, hobbit o cualquier otro sobrenombre que a tu pequeño cerebro se le ocurra. No somos amigos, no me interesa ser tu amigo, no me importas y segundo: me importa bien poco a que banda pertenecen o que mierda hacen aquí, así que puedes irte por donde viniste, tú y tus zombie-amigos y déjame en paz. No quiero más problemas, estuve más de una semana fuera por todos los problemas, no quiero más y no puedo ahora. Permiso- me giro y alcanzó a dar dos pasos antes de que con fuerza me estampé contra los casilleros.

- Mira Frank- escupe mi nombre. Su mandíbula está apretada y sus ojos son fríos- yo no quiero problemas y tú no quieres problemas, perfecto. Entonces no te metas en nuestro terreno, no pelees aquí. Este es nuestro lugar- se separa y abre los brazos, como abarcando el mundo- aquí mando yo, así que empieza a ubicarte.

My personal hellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora