Especial N 1

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Hasta el fin...





Le costó una vida levantarse, pero siempre le tocaba hacer el desayuno los sábados, además iban a ir las chicas a la barbacoa que iban a realizar en la tarde y dios sabe cuánto le gusta compartir en las barbacoas con sus 10 nietos.

Observa a Gee dormir tan plácidamente. Los kilos demás y las canas no le han quitado la belleza que lo enamoro desde el primer día, hace tantos años atrás.

Su nariz sigue siendo respingada y ahora tiene arrugas de expresión alrededor de los ojos. Con el tiempo la vista se le ha ido cansando y después de todo, tienen 84 y 86 casi 87 años... el tiempo ha volado.

Parece que fue ayer cuando sus miradas conectaron en esa iglesia por primera vez, hace tantos años, cuando lo escucho cantarles por primera vez a sus hijas, cuando lo vio recibir con amor, ternura y devoción al primero de sus nietos.

Y les ha tocado duro, como a todos en la vida, pero no se arrepiente, jamás lo hará, porque Gerard es lo mejor que le ha pasado y le pasara jamás.

En esta y en la otra y en la otra y en las muchas vidas que vendrán.

Mama lo mira con cariño y mueve la cola con lentitud. También esta vieja, recuerda cuando la recogieron, aquel lluvioso día de pleno verano, tan pequeña y desprotegida y mírenla ahora, gordita y tan llena de vida, pese a sus años.

Decide preparar algo ligero, la hipertensión de Gee se lo pide y el hace todo lo que está a su alcance para que su amor jamás lo deje solo. No sabe que haría, moriría de pena, eso seguro.

Toma una bocanada de aire, los años lo han hecho aún más susceptible, más sensible a todo lo que a Gee se refiere.

Lo ama tanto.

Después de todo, Gerard lo rescato de su infierno personal y jamás volvió a pasar penurias como en su adolescencia, jamás volvió a recibir un golpe u ofensa. Si estaba en las manos de Gerard, Frank no tenía ni que enterarse de las malas cosas de la vida.

Por supuesto que la vida siguió dando golpes, como olas que revientan furiosas contra la orilla.

Aún recuerda con dolor la pronta partida de Ray producto del accidente automovilístico y como Mikey tuvo que seguir adelante, criar a su hija solo y seguir con su vida. Lo admira, él no habría podido siquiera respirar al día siguiente si hubiese perdido a su único amor.

De sus amigos, quedan pocos.

De Lindsay queda la sombra, ahora es una abuelita rechoncha y chiquita al igual que Jamia.

La siempre dulce y tierna Jamia.

La Jamia fuerte que tuvo que enfrentar el cáncer al pulmón de Andy, ese que se lo llevo a la corta edad de 40 años. La Jamia que jamás tuvo hijos, siempre postergándolo... la Jamia que perdió a su compañero, su otra mitad. La Jamia que jamás rehízo su vida, porque ella tenía solo ojos para Andy y que no se dejó morir. La mejor tía del universo, titulo otorgado por sus hijas.

Sus hijas, pequeñas a sus ojos, mujeres hechas y derechas en la actualidad.

Esas que le sacaron canas de frustración en la adolescencia, con novios inútiles y sacos de pelotas idiotas. Sus hijas, las luces de sus avellanas ojos.

Para él... lo son todo.

Todo...

Después de Gee.

My personal hellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora